Me sentía muy cómoda.
Mi colchón nunca se había sentido tan cómodo y caliente como en este momento.
Escucho una alarma de fondo y con mis manos intento apagarla, pero mis brazos están atrapados. Extrañada abro mis ojos y nada me prepara para la situación en la que me encontraba. Su rostro estaba a pocos centímetros del mío, Elijah me estaba abrazando y yo aun me encontraba encima de él, al parecer en la noche no nos movimos para nada.
No sé por qué, pero en vez de moverme y apagar la molesta alarma, me dedique a observarlo. Sus cejas y pestañas eran pobladas, su nariz era perfectamente perfilada, sus labios delineados no tan gruesos pero sí muy apetecibles, su mandíbula marcada y con un poco de barba en sus mejillas.
-Si quieres me puedes tomar una foto. -dijo divertido con su voz ronca. -Duraría mas y no me gastas tanto.
-Prefiero apreciarlo ahora que puedo tocar y no solo observar una entupida foto. -dije sin pensar y él sonrió.
-Puedes tocar todo lo que quieras. -medio abrió sus ojos azules y vaya me encantaban el colore de ellos. -Eso seria un gran " buenos días"- dijo burlándose.
-No me opongo a la idea. -dije cerca de sus labios y él me miro algo sorprendido. - Y por lo que siento, creo que tu tampoco. -dije coqueta, moviendo solo un poco la cadera para que él entendiera a que me refería.
Él se sonrojo levemente y no pude evitar sonreír. -Siento eso, -puso una de sus manos en su cara. -es una calambre matutino. -sonrió inocentemente.
-¿Solo eso? -Dije divertida alejándome un poco y aprovechando la situación, me senté sobre su cadera.
-¿Te diviertes?- pregunto sonriendo, mientras pasaba suavemente sus manos sobre mis piernas.
-Un poco. -me reí. -No te había visto sonrojado, querido jefe. -lo moleste y él se sentó quedando mas cerca nuestros rostros.
-En esta situación es imposible no hacerlo. - su cara ahora expresaba diversión y entonces baje mi mirada a sus manos y note como ellas se movían lentamente hacia el interior de mis muslos
Antes habría salido corriendo al baño inventando alguna excusa al sentir aquel contacto tan intimo; pero con Elijah me sentía realmente cómoda, de hecho su tacto era electrizante, abrasador y me sentía expectante a lo que pudiera pasar.
Alce la mirada hacia la suya, pude ver que estaba pidiendo permiso para continuar y como respuesta me acerque más para besarlo.
Él me acomodo sobre la cama y se acostó sobre mí. Sus besos empezaron de una manera dulce y lenta, mientras sus manos se movían al contorno de mi cuerpo, como tanteando el terreno. Al ver que no ponía ninguna resistencia y tampoco mi cuerpo demostraba algún indicio de rechazo, sus besos subieron de intensidad demostrando su deseo.
Mis manos como si tuvieran mente propia, emprendieron camino a su espalda palmando cada centímetro de ella y luego, aprovechando la situación, se dirigieron a su pecho.
-Creo que debemos igualar condiciones. -dijo aun rozando mis labios.
Yo solo asentí porque no sabia a qué se refería y volví a besarlo. Lo sentí sonreír, pero sus manos aclararon a qué situación se refería, ya que rápidamente tomo la parte baja de mi camisa de dormir y la saco por mi cabeza, con algo de dificultad pues seguía acostada boca arriba.
Cuando fui consciente de que estaba algo expuesta y que Elijah me miraba con lascivia, por primera vez no sentí la necesidad de cubrirme; al contrario, deje que Elijah me observara de esa forma que me hacia querer lanzarme hacia él.
YOU ARE READING
Virgen a los treinta
RomanceDifícil de creer, ¿no? Quién podría creer que una mujer pudiera ser virgen a los treinta años, siendo considerada por la sociedad como alguien hermosa y que debe tener al mundo a sus pies. La verdad ella a no le importaba, no solía preocuparse por...