Cap 2.

8K 401 6
                                    

El señor Katsaros  era impredecible, o al menos para mi. A pesar de que la mayoría se derretían por él, le tenían demasiado respeto y un poco de miedo por su actitud fría e intransigente; pero conmigo era diferente. Las pocas veces que teníamos que hablar era laboralmente y me trataba de una forma amable e incluso a veces sonreía.

Cuando empece en la agencia como practicante, era la chica que sacaba fotocopias, a veces servia café en ciertas reuniones y hacia cierto recados. Una día pedí permiso para hacer un trabajo final para la universidad, me enviaron a una sala de juntas donde me prestaron un computador para hacer un diseño de una campaña para Absolut inspirada en el día del hombre. Estaba tan concentrada que no me di cuenta que el hijo de mi jefe, el actual señor Katsaros, miraba con total seriedad mi trabajo. Al día siguiente me llamo el jefe a su oficina y estaba con su hijo, me asuste y pensé que despedirían, pero el menor me explico que habían visto mi trabajo y querían trasladarme al área de diseño. Estuve unos meses a prueba, luego me contrataron como diseñadora y de ahí fui ascendiendo al puesto que tengo actualmente; eso si, cada vez que ascendía el señor Katsaros era quien me lo hacia saber y se mostraba agradable conmigo, pero si nos encontrábamos en los pasillos o en el ascensor podía tener dos comportamientos, era agradable o un témpano de hielo, todo dependía de si estaba sola o acompañada. 

Como sea, continue con mi trabajo. Agradecía tener siempre un haz bajo la manga, tenia unos diseños en borrador para las campañas que aquellos idiotas no se habían dignado en hacer. Creo que ser mujer en un puesto tan importante tiene sus contras, como por ejemplo lo que acabo de pasar o que simplemente piensen que me acosté con alguien para estar donde estoy y no me respeten. 

Después de una horas, entro Kat a recordarme de la reunion con mi jefe. Me levante y fui sin nada en mis manos, pues no sabia de que se trataba dicha reunion. 

Llegue al ultimo piso e hice que la secretaria del jefe le comunicara que ya estaba acá. No tardo en darme paso y entre a su despacho.

-Buenos días señor.- dije al verlo al pie de la ventana. 

-Siéntese señorita. -dijo sin verme. 

Así lo hice, pero él no parecía querer hablar. Entonces, ¿qué hacia yo allí? 

-Quiero tratar dos cosas. -dijo al fin volteándose. -La primera es con lo que paso hoy. ¿Hay otro idiota que le falte el respeto de esa manera? -pregunto sentándose y pude ver cómo su cara estaba totalmente tensa. 

-No, ellos eran los únicos idiotas. -respondí con la verdad. - Había pasado una carta a la administración del comportamiento de esos dos, pero nunca hicieron nada. 

Su rostro no reflejo ningún cambio, - Yo me encargare de eso. Detesto ese tipo de comportamiento en mi empresa. - dijo de una manera fría. 

-Gracias. -dije amablemente. -¿Y el otro asunto? -pregunte.

Su semblaje se relajo visiblemente. 

-En una semana tengo una reunion importante en España. -Pauso. -Es un cliente importante y pidió vernos a los dos. -lo mire confundida, yo nunca iba a ese tipo de reuniones. -Esta fascinado con su trabajo y quiere conocerla en persona para cerrar el trato. ¿Qué opina? - pregunto cambiando su porte a uno mas relajado. 

-Me siento honrada por ello, pero esto no hace parte de mi trabajo. -dije balbuceando. Era la primera vez que me pedían viajar por parte de la empresa y debo admitir que me sentía sorprendida. 

-Créame que lo sé, pero es una cuenta que la agencia no puede perder. Ademas, usted domina perfectamente el español y necesitare de su ayuda si no llego a entender ciertas cosas. -dijo intentando convencerme. 

-La verdad lo haría con todo gusto, pero del dialecto de España es muy diferente al que conozco. -dije pensando en que también tendría que ser su traductora. 

-Nos la apañaremos. Por el momento dígale a su secretaria que hable con la mía para reservar habitaciones en el mismo hotel y todo el itinerario. -dijo otra vez volviendo su voz fría, eso solo significaba que me tenia que ir. 

-Si señor. -me levante y me dirigí a la puerta. -Gracias por lo que ha hecho hoy. -dije volteando sonriéndole. El asintió y me sonrió, pero rápidamente volvió a su porte serio cuando su secretaria se poso a mi lado. 

🍃🍃🍃

Eran pasadas las ocho de la noche y aun no salía de la oficina. Había tenido varias reuniones en el día y estaba exhausta, pero ahora estaba ocupada diseñando la portada de un libro y la combinación de los colores no me convenía del todo. 

-Toc toc. -dijo entrando Kat. -Ya es hora de irnos. -dijo sonriendo. 

-Voy, dame cinco minutos. -dije guardando lo que había hecho. 

Voltee a verla y estaba casi tumbada en el sofa de mi oficina. -Si que eres acomodada. -me reí. Kat era mi amiga desde que llegue, cuando me ascendieron les pedi que kat fuera mi asistente, ya que ella necesitaba el dinero. 

-Así me amas. -dijo cerrando sus ojos. -Por cierto, ese viaje con el dios griego ya esta todo preparado. 

-Gracias, aun no puedo creer que ire a España. -Dije alistando mis cosas para irme. 

-Eres talentosa y te apasiona lo que haces, era obvio que pasaría tarde o temprano. -dijo animándome.

-Bueno, vámonos. -tome mis cosas y ella se levanto enseguida. 

Llegamos a mi querido Mazda e intente prenderlo pero no lo hacia. Mire los iconos y me di cuenta  que había olvidado hacer algo en la mañana. No había pasado por una estación de gasolina. 

-¿Me estas jodiendo?- pregunto al cielo Kat. 

Ella vivía lejos, pero teníamos  un acuerdo de que yo la llevaba a su casa, si ella se quedaba conmigo hasta tarde. 

-Quédate esta noche en mí apartamento. -dije bajando del auto. -Tenemos que pedir un Uber o salir a tomar un taxi. 

-Esta bien. -dijo ahora feliz. 

Deje el auto con seguro y nos dirigimos a la puerta principal de la agencia. 

-¿Tienes batería? -pregunte dándome cuenta que mi celular estaba muerto. 

Ella saco su celular y pidió un Uber, pero aun no confirmaban el conductor. 

Estaba helando afuera y podía jurar que Kat estaba maldiciendo su atuendo, pues era un vestido y unos de esos abrigos que no cumplen su función. 

-¡Mierda! Estoy muriendo del frio. -se quejo. 

Iba a hablar pero una voz profunda me interrumpió. 

-¿Algún problema señoritas? 


Gracias por leer ❤️

Virgen a los treintaWhere stories live. Discover now