-Bueno, hace unos años salí con un compañero de clases que tenia apariencia física de "chico malo". -él me miro confundido. -Tu sabes, cabello largo, barba, tatuajes, metalero... -el asintió, entendiendo. -Los primeros encuentros con él fueron por amigos en común, luego me invito a uno de sus conciertos y empezamos a salir. -suspire. -Nunca había salido con un chico con barba, siempre me habían gustado pero nunca había tenido la oportunidad. -el me miro un poco divertido. -Él punto es que una noche nos fuimos de fiesta, nos emborrachamos y él ofreció llevarme a casa.
-Tipica trampa. -dijo él.
Asentí.
- Yo aun vivía con mis padres, pero ellos había salido a un viaje. -Elijah se rio abiertamente, como adivinando lo que iba a pasar. - Entramos a mi habitación y estábamos muy ... ocupados. -pause. - No me lograba concentrar y te juro que me movía muy cerca de su amigo, pero no sentía nada de nada. - Él se carcajeo. -Tu sabes que soy muy directa y con tragos encima soy peor.
-¿Qué le dijste al pobre?- pregunto riendo aun.
-No me acuerdo muy bien. -le dije riéndome. -Solo recuerdo levantarme y bajarle los pantalones. -me lleve una mano a los ojos recordando la escena. -Como buena borracha, me reí de su ... tú sabes.
-Eso fue cruel, hasta para mi. -se rio y quito mi mano de la cara.
-Lo sé, pero eso no fue lo peor. -dije apenada. -Mis padres habían llegado antes por algo de trabajo y escucharon todo. -Elijah creo que a este punto no podía más de la risa. - Tu conoces a mis padres y sabes como es mi padre, entonces entro y se burlo conmigo.
Elijah ya estaba rojo.
-No me volvió a dirigir la palabra y tras del hecho el karma se la cobro. - Toque mi barbilla recordando. -Después de unos días me salió una alergia debajo de mis labios. -señale exactamente donde. -Fui a una dermatóloga, me hizo unos exámenes y resulta que soy alérgica a la barba o al menos, a la que no le tienen cuidado.
Elijah ya se estaba calmando, pero aun tenia esa cara de burla que demostraba que había cumplido mi objetivo: Distraerlo y alegrarle un poco el rato.
El resto del viaje fue lleno de historias embarazosas, de retos, de comida que proporcionaba el equipo de azafatos y también dormimos por algunos lapsos de tiempo. Agradecía tener el avión para nosotros, porque pude distraerlo, hacerlo reír y apuesto que con todo el ruido que hicimos en un vuelo comercial nos hubieran lanzado sin paracaídas a mitad del camino sin ningún remordimiento.
-¿Alguien nos esta esperando?- me atreví a preguntar cuándo estábamos aterrizando.
-No, no le avise a nadie que venia.-dijo mirando hacia la ventana.
-¿Dónde nos quedaremos?- pregunte.
-Tengo una casa aquí. -dijo mirándome. -Mas bien mi familia tiene un condominio de casas y cada familia tiene la suya; aunque yo construí una solo para mí.
Solo asentí admirando las vistas.
-No puedo creer que lleguemos al atardecer cuando debíamos llegar a la madrugada. -comento un poco enojado.
Lo voltee a mirar. -No fue culpa de nadie, esa parada era obligatoria después de un viaje tan largo. -tome su mano. -Llegamos a tiempo, es lo importante.
El suspiro y luego asintió.
El condominio familiar era muy rústico, sencillo y muy hermoso.
ESTÁ A LER
Virgen a los treinta
RomanceDifícil de creer, ¿no? Quién podría creer que una mujer pudiera ser virgen a los treinta años, siendo considerada por la sociedad como alguien hermosa y que debe tener al mundo a sus pies. La verdad ella a no le importaba, no solía preocuparse por...