Demasiado

1.3K 257 41
                                    

When you fall like a statue
I'm gon' be there to catch you
Put you on your feet, you on your feet
And if your well is empty
Not a thing will prevent me

Gone, Gone, Gone, Phillip Phillips

Se quedan en Fukuoka. Al menos hasta el funeral, al día siguiente. Katsuki duerme casi todo el tiempo en la habitación de hotel que consiguen. Una habitación matrimonial y una individual. Lo único que consigue. Acaban juntándolas sólo para dormir cerca.

Katsuki había olvidado lo buenos que eran los brazos de Eijiro para acallar sus pesadillas.

Todo pasa como en una ilusión y siente que nada es real hasta la mañana siguiente, cuando se da cuenta de que no tiene ropa adecuada para un funeral mientras se mira al espejo.

Japón despierta con las noticias de la muerte del héroe número dos.

El funeral también ocurre como en un sueño para Katsuki. Denki y Eijiro se turnan para asegurarse de que esté bien y tome suficiente agua como si él no pudiera solo —aunque no los culpa: sabe que se ve como la mierda y apenas si se molesta en ocultarlo—. Tokoyami le pide hablar un momento, después del entierro, cuando hay una pequeña multitud alrededor de la tierra recién removida.

Así que Katsuki asiente.

Le dice que Hawks le legó la agencia. Que podría quedarse allí, reconstruirla, que podrían ser compañeros. A Katsuki las palabras exactas se le van, pero la idea es lo que permanece. Lo considera por un segundo, pero acaba sacudiendo la cabeza.

—No —dice, finalmente—. Mi vida está en Tokio. —Mira al cielo. Apenas si hay nubes—. Quizá es momento de seguir mi camino.

Lo dice porque no se siente a la deriva. Decirlo en voz alta lo hace sentir que sabe que está haciendo.

Tokoyami asiente, no lo presiona.

Varias horas más tarde está en el carro, de nuevo, con Eijiro y Denki. Esa vez, Eijiro toma el primer turno, Pikachu declara que va a dormir un rato en el asiento trasero y él simplemente ocupa su lugar en el del copiloto.

Siente como si le hubiera pasado una manada de elefantes por encima o algo así.

Antes de arrancar, Eijiro le dirige una mirada.

—Todavía tenemos una plática pendiente —le dice.

Lo sabe.

—Ahora no. —Le sale de mal humor, pero en realidad es una súplica. Katsuki está abrumado.

—Lo sé, lo sé. —Eijiro extiende la mano, roza la suya—. Si sirve de algo, sabes que estamos aquí.

—Lo que sea. —Desvía la mirada hacia la ventana, pero no aparta la mano—. Lo sé.

—Bien —dice Eijiro.

Un ronquido desde el asiento de atrás les avisa que Kaminari ya se quedó dormido. Así que Eijiro arranca. Tokio los espera. Son doce horas de viaje.

Denki y Eijiro se turnan para dormir y manejar. Katsuki acaba harto del asiento del copiloto, pero los otros dos necesitan más descanso. Al menos hasta que paran en una gasolinera después de la hora de la cena y acaban estacionándose frente a un restaurante solitario que está unos metros más allá. Necesitan la parada.

Katsuki todavía se siente como dentro de un sueño y ya debería haberse acostumbrado.

Vive entre continuas interrupciones y su vida cayéndose a pedazos cada vez. Hawks lo había aceptado bajo sus alas siempre y cuando le informara de lo que ocurriera en Tokio. Había sido un buen trabajo, piensa. Pero ahora estaba solo, independiente de nuevo y a la deriva. Apenas tenía veintidós años.

—Nada se ve demasiado bueno para tus estándares, Katsuki —comenta Eijiro, revisando la carta.

—Quizá el sushi... —Katsuki se encoge de hombros—. Lo que sea, sólo quiero comer.

—Yo igual —comenta Denki.

Acaban pidiendo cualquier cosa y se quedan en silencio.

No es el primer funeral al que van. Lo han hecho desde que eran adolescentes. Conocen el protocolo: las sonrisas forzadas, las lágrimas, los pésames, el sentimiento de vacío que queda y los silencios que arrastran después. Cada quien lidia con la muerte de un héroe a su manera.

Pero todos, Katsuki está seguro de eso, todos piensan que en algún momento esos podrían ser sus funerales.

No dicen nada hasta que están esperando la cuenta.

—Gracias —suelta Katsuki.

—¿Por qué demonios? —pregunta Denki, confundido.

—Venir conmigo a Fukuoka —dice Katsuki—. Gracias.

Eijiro le dirige una mirada que no sabe interpretar. Usualmente no es malo leyendo sus expresiones —la experiencia de años lo ayuda—, pero está tan cansado y su cabeza está tan confusa que ni siquiera lo intenta.

Denki estira la mano, la coloca sobre la suya.

—No tienes que darnos las gracias, Kacchan.

Katsuki sonríe al oír el estúpido apodo. Denki no lo pronuncia como Deku. Alarga un poco más la última «a», lo dice más lento, mucho más deliberado.

—Nunca —asegura Eijiro—. Para eso estamos. Tiene que ver con lo que te dijimos, ¿sabes?

Katsuki asiente.

Levanta la mano, apartando la de Denki sin querer. Se lleva las manos a la cara.

—Pero es demasiado —suelta—. Es demasiado ahora mismo.

Nunca ha sido bueno con los sentimientos. Para entenderlos tiene que separarlos, disecarlos. Pasan semanas y él no entiende lo que ocurre dentro de su cabeza. Sólo le da vueltas y vueltas y vueltas y más vueltas. Como con Kamino y All-Might y toda esa rabia acumulada y ese miedo y ese sentimiento de ser menos. Esa mezcla siempre vuelve. Especialmente cuando falla.

La voz en su cabeza que le dice que no es un buen héroe opaca absolutamente todo lo demás. Es una cabrona.

—Podemos esperar, Katsuki. —Kirishima le pasa un brazo por los hombros, lo atrae hacia sí—. No te preocupes.

Le da un beso en la sien.

Katsuki no se queda. Está tan cansado y tan aturdido desde que vio la sábana cubriendo el cuerpo de Hawks, que no objeta el contacto.

Pero tampoco reacciona.

No nota si Eijiro está decepcionado o no. Simplemente oye esa voz en su cabeza que le dice que no es un buen héroe. Su cerebro lo repite y lo repite y lo repite hasta el cansancio. No se los dice. Se lo guarda para sí.

Quizá debería abrir la boca y dejar que todo lo que está acampando en su cerebro salga. Pero no lo hace.

Se queda callado, espera la cuenta.

Pagan en silencio. Katsuki busca la mano de Denki mientras Eijiro va a pagar. El hecho de que los quiere se le queda atorado en la garganta. Es demasiado. Quiere llegar a Tokio, dormir doce horas y no lidiar con nada de lo que siente hasta que despierte.

And Then They Were Roommates [Kiribakukami] On viuen les histories. Descobreix ara