Ramen instantáneo

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Hope that you fall in love
And it hurts so bad
The only way you can know
You gave it all you had
And I hope that you don't suffer
But take the pain

I Lived, One Republic

Cuando despierta, en la cama de Eijiro, está solo. Todavía se siente como una mierda. Llegaron a Tokio después de la media noche. Pero se levanta, porque la vida sigue. Siempre sigue. No importa cuántas veces parezca detenerse en un segundo de horror, todo continúa. Cuando sale, encuentra a Eijiro y a Denki en la sala, comiendo ramen instantáneo.

—¿No deberían estar trabajando?

—Tokio puede sobrevivir un día sin nosotros. —Denki sonrió.

—No le servimos a nadie tan cansados —dice Kirishima—. ¿Quieres?

—¿Esa mierda?

—Katsuki, era lo que teníamos.

Katsuki suspira. No quiere cocinar, no realmente. (Y eso es preocupante). Sigue demasiado cansado.

—Bueno —acepta, finalmente.

—Hay un poco en la olla —le dice Eijiro—. Lo hizo Denki. No es tan terrible como...

—Ya lo decidiré yo. —Katsuki va a servirse y, cuando tiene el tazón lleno, se dirige hasta la mesa, pone el plato y prácticamente se deja caer en la silla. Empieza a comer sin decir nada.

—¿Cómo estás? —pregunta Denki.

Katsuki prácticamente se atraganta.

—¡Denki! — Eijiro le dirige una mirada de reproche.

Katsuki le frunce el ceño.

—¿Qué? —le pregunta.

—No soy de cristal.

—No estoy diciendo que lo seas, Katsuki. —A Eijiro el tono conciliador siempre le sale bien—. Sólo no creo que sea la pregunta o el momento...

—Eso puedo decidirlo yo.

Eijiro rueda los ojos.

—Bueno, pues —le concede.

Katsuki voltea a ver a Denki.

—Como la mierda. No preguntes —espeta. Y luego se dirige a Eijiro—. ¿Ves? Puedo yo solo.

Eijiro vuelve a rodar los ojos.

—Lo siento —se apresura a decir Denki—. No pensé...

—Claramente no... —Katsuki suena mucho más brusco de lo que pretende y suspira—. Da igual. Nunca va a ser el momento. —Vuelve la vista hacia la comida—. Siempre hay otra crisis.

—No digas eso, Katsuki... —le pide Eijiro.

—Es cierto.

—Suena pesimista.

—No me siento especialmente optimista. —Katsuki se queda viendo el ramen instantáneo como si fuera lo más interesante del mundo. No quiere seguir esa conversación, pero sus impulsos siempre son más poderosos que él.

—Pero tú eres el que siempre asegura que vamos a ganar y...

—Déjalo, ¿quieres?

—¡Katsuki! —La voz de Eijiro parece una súplica.

—Sólo déjalo.

«Mejoraré o lo que sea». Quizá necesita patear un par de traseros, asegurarse de que algunos villanos acaben en la cárcel. Eso siempre funciona, es como una adicción.

And Then They Were Roommates [Kiribakukami] Where stories live. Discover now