Bajo su piel

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When I thought that I fought this war alone
You were there by my side on the frontline
When I thought that I fought without a cause
You gave me a reason to try

War, Poets of the Fall

—¿Por qué me estás hablando a mí para esto?

—Hawks no contesta el teléfono. —La voz de Todoroki tiene un tinte de hastio que Katsuki sólo ha aprendido a distinguir después de años oyéndola—. Por eso.

—Hawks nunca contesta el teléfono —confirma Katsuki—. ¿Quieres que le diga que tu papá no ha despertado?

Un suspiro del otro lado de la línea.

—No es sólo eso. No podían controlar su singularidad, así que tuvieron que inyectarle supresores —explica Todoroki en el teléfono—; sospechan que tiene que ver con el ataque y el disparo que lo dejó en coma. Si Hawks pudiera analizar la información... sería de ayuda. —Todoroki se oye profundamente cansado. No lo culpa. Endeavor lo dejó con una agencia a cuestas y sin instrucciones de qué hacer en un caso como eso—. ¿Puedes contactarlo tú?

—Puedo intentarlo.

—Gracias.

—¡No te estoy diciendo que lo voy a lograr, idiota!

—De todos modos.

Katsuki cuelga el teléfono. Ha tenido un día muy largo. Hace un par de días que regresó Kaminari. Está de baja forzada. Una semana entera. Su jefe le mandó el teléfono de una terapeuta especializada en héroes. Katsuki lo obliga a hablarle, pensando en que UA no había hecho eso por él tras Kamino. Él y Deku habían tenido que partirse la madre para que All Might se diera cuenta que habían descuidado la salud mental de sus alumnos.

Están jugando una partida de Mario Kart en el sillón, así que no puede acostarse. Todavía es muy temprano para él. Sólo se deja caer entre ambos.

—Si los trastes no están lavados mañana en la mañana, juro que no hago el desayuno —espeta.

—Todavía es temprano —responde Kaminari.

Kirishima mira el reloj.

—Podemos jugar unas cinco partidas antes de que nos corras a patadas.

Katsuki gruñe.

—Es porque ustedes no duermen en un sofá. —Era cómodo y funcionaba como sofá cama. Pero no era perfecto.

Hay una pausa en la que Kirishima y Kaminari se inclinan un poco hacia adelante y se dirigen una mirada en de la que Katsuki está excluido, como si supieran algo que él no. Finalmente, Kirishima es el que carraspea.

—Bakugo... —Está rojo y a Katsuki le da mala espina, porque cuando está avergonzado de algo le da más vueltas de lo normal a las cosas—. ¿Sabes que...? Bueno. No. Ehm... Bueno... —Suspiro. Katsuki frunce el ceño—. Sabes que puedes compartir cama con nosotros, ¿no? Son dos cuartos. Hay espacio. —Kirishima se encoge de hombros. Sigue medio rojo.

—Cuando no quieras dormir en la sala —dice Kaminari—. Igual estábamos hablando.

—¡No aún! —interrumpe Kirishima.

Katsuki acentúa más su ceño fruncido.

—¿Hablando? ¿De qué?

—Sólo lo comentamos, ayer —dice Kirishima—. No es nada.

—Podemos decirle. —Kaminari se encoge de hombros—. No creo que nos mate.

—Pero...

—¡¿Qué quieren decirme?!

Kaminari le pone pausa a la carrera de Mario Kart a la que de todos modos ya nadie le estaba poniendo atención.

—Bueno, te va mejor que hace unos meses, ¿no?

—Sí —asiente Katsuki.

—Digo, sabemos que no todo es perfecto pero teníamos una idea. —Kaminari tiene una sonrisa amplia y Katsuki no sabe si temer o no. Kirishima, por otro lado, está intentando hundirse en el sillón—. Bueno, pensamos que quizá en algún momento, pronto, quizá, si todavía no te has hartado de nosotros, quizá podríamos buscar un lugar más grande. —Kaminari se encoge de hombros—. Con tres habitaciones.

Hace demasiado énfasis en el tres.

—... ¿Qué? —Katsuki está muy seguro de que acaba de sufrir un derrame cerebral.

—Que nos gusta que vivas con nosotros, Kacchan —resume Kaminari.

Katsuki sigue con el ceño fruncido. No sabe cómo responde a eso. El silencio se alarga hasta que Kirishima vuelve a carraspear.

—Y bueno, ¿qué piensas? —dice. Todavía parece querer volverse invisible como Hakagure sólo por si Katsuki decide explotar algo.

—Gracias —responde finalmente. Sería maravilloso volver a tener un lugar privado que pudiera llamar «suyo» únicamente—. De hecho, cuando lavan los trastes no son compañeros de apartamento tan terribles.

—Somos los mejores —declara Kaminari.

Katsuki bufa.

—Ya quisieras.

—Kacchan, no has tenido otros.

Vuelve a bufar.

—Van a seguir jugando, ¿o qué? —pregunta.

No quiere seguir discutiendo el tema. No sabe que más decir. Los ve jugar cuatro partidas más antes de que Kirishima decida que va a lavar los trastes y Kaminari limpie todo lo que tenían tirado entre el comedor y la sala. Mientras Katsuki se cambia.

En poco tiempo, todo se queda en silencio. Katsuki se queda mirando al techo. Debería dormir. Pero no puede.

Acaba suspirando, hastiado y se pone en pie. Se dirige hasta el cuarto de Kaminari y da dos toques.

—¿Estás despierto? —pregunta, pegado a la puerta.

Kaminari abre la puerta.

—¿Necesitas algo...?

Katsuki se mira los pies.

—Kirishima dijo...

—¿Quieres dormir aquí? —se adelanta Kaminari.

—Kirishima debe estar harto de que sea yo el que le quita las cobijas —dice Katsuki. Frunce el ceño—. ¿Por favor? —Esas palabras le cuestan más que nada en el mundo.

Kaminari se hace a un lado.

—Pasa.

Katsuki acaba acostado del lado de la pared. Antes de dormirse, piensa que encajan como las piezas de un rompecabezas. Los tres. Siente a Kaminari recargar la cabeza en su espalda y ni siquiera piensa en apartarlo. El contacto lo mantiene anclado a la tierra, le da la sensación de normalidad que tanta falta le hace toda la vida.

Kaminari se duerme antes que él.

Mientras tanto Katsuki piensa como su relación siempre ha sido lenta y gradual. Kirishima se le quedó pegado hasta que lo aceptó dentro de su círculo. Kaminari se metió en él sin pedir permiso. Poco a poco. Se le metieron debajo de la piel como si nada y él apenas si lo notó.

Ahora no se imagina una vida sin ellos.

And Then They Were Roommates [Kiribakukami] Where stories live. Discover now