Mensaje de voz

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There's an albatross around your neck,
All the things you've said,
And the things you've done,
Can you carry it with no regrets,
Can you stand the person you've become.

Weight of Living, Pt. II, Bastille

Es la tercera vez que oye el mensaje. «No llegaré a tiempo», dice la voz de Eijiro, «surgió algo, tardaré un par de horas». Está solo. Vuelve a oír el mensaje sólo para estar seguro. Denki no está porque tiene turno hasta la media noche. Y Eijiro se suponía que volvía a las ocho. Pero eso no va a pasar.

«No llegaré a tiempo, surgió algo, tardaré un par de horas».

Eijiro nunca deja mensajes de voz. Eso no es común. Intenta descubrir a qué alude el tono de su voz, porque de todos modos no tiene nada qué hacer. «Surgió algo». ¿Qué, carajo? ¿Qué surgió? Katsuki se talla los ojos. No va a hablarle. Podría estar a media misión. No es esa clase de persona irresponsable.

Suena el teléfono.

«Deku».

(No planea confesarle nunca que lo tiene guardado así en su celular).

—¿Sí?

—Kacchan... —La voz de Deku es tentativa. Katsuki conoce perfectamente ese tono: «quiero decirte algo por lo que me vas a gritar y no sé cómo»—. Tenemos una situación.

—¿Qué?

—Tienes que venir.

—Carajo, sé un poco menos críptico —espeta Katsuki—. No sé si cuando llegue va a ser algo que valga la pena o sólo vas a querer que pruebe el nuevo ramen que intentaste hacer.

—Kacchan... —Hay una nota de desesperación en su voz. Muy buen, decide Katsuki, la situación no es buena—. Por favor. Es serio. Pero necesito que vengas. Te mando la dirección, ¿vale?

—Deku, en serio.

—Te va a interesar, te lo juro.

—Júralo por All-Might.

—Por lo que quieras, Kacchan. Lo juro por All-Might si eso va a hacer que vengas. —Deku suelta un suspiro exasperado—. Tenemos una situación con rehenes.

Katsuki gruñe. Eso lo hace ponerse de pie casi de un brinco.

—¡Hubieras empezado por ahí! ¡Mándame esa dirección!

Le cuelga el teléfono sin una palabra más.

Tiene que cruzar un pedazo de la ciudad, pero no importa. Si hay una situación con rehenes y Deku le está hablando, significa que es algo importante. Maldice por haber desconfiado de él, aunque en el fondo se justifica porque con Deku nunca se sabe. Una vez lo hizo ir a probar un ramen pésimo a las diez de la noche sólo porque quería impresionar a Todoroki y no sabía cómo. (Katsuki sugirió tan amablemente como pudo —o sea, no mucho— que los pasos para impresionar al idiota de Mitad y Mitad incluían, específicamente, no preparar ramen de mierda cuando uno no sabe cocinar). Otra vez le mandó un mensaje a las dos de la mañana porque acababa de acabar de patrullar y por fin había conseguido atrapar un estúpido pikachu con disfraz.

No se tarda en llegar. Están ante un edificio.

Busca las ridículas orejas de Deku con la mirada, hasta que las encuentra.

—¿Y bien? —pregunta.

Deku señala una ventana en el segundo piso.

—Mt. Lady vive allí —empieza.

—Ajá, ¿y?

—Kacchan, no tenemos todos los detalles, ¿sí? —sigue Deku.

—¡SABES QUE ODIO QUE DES VUELTAS!

—Bueno, hará cosa de dos horas hubo un llamado de auxilio. La emboscaron, pero ella logró pedir ayuda.

—Ajá.

—Sin embargo, no tenía ni idea de quienes eran los atacantes, así que no supimos hasta lo serio que era hasta que recibimos otro pedido de auxilio, hace poco más de media hora —sigue Deku—. Te dije que vinieras porque sé que esto va a interesarte, pero tienes que prometer que no vas a perder los estribos.

—¡¿Por quién me tomas?! ¡NUNCA PIERDO LOS...! —Deku alza una ceja. Katsuki se fija en que hay un par de civiles mirándolo, para nada calmados con su actitud—. Muy bien. —Respira hondo—. Tienes un punto.

—Mt. Lady es la tercera en el ranking. Y la líder de los villanos es alguien con quien, según los informes, has lidiado antes.

—La imbécil de los cables.

—Bueno, los informes no la llaman así, pero...

—Es ella, ¿no? —Katsuki entrecierra los ojos un poco, mirando a la ventana que antes había señalado Deku—. La voy a destrozar.

—¡Sí, es ella! —Deku parece desesperarse—. ¡Kacchan, espera! Hay algo más.

—¡¿QUÉ?!

—Mt. Lady escapó gracias a los primeros pros que llegaron. —De repente Deku se mira las manos y las retuerce—. Por eso sabemos a quién nos enfrentamos. Pero... ¡Kacchan, tienes que prometer que no vas a perder los estribos!

—¡Deja de decirme eso!

Tiene un mal presentimiento. Uno pésimo.

—Kacchan, es en serio.

—Deku, ¿quiénes están adentro? ¿A quiénes tienen como rehenes?

En retrospectiva, debió de imaginarse qué así sería su vida. Llena de malos presentimientos, escenas de crisis, muchos gritos. Debió de imaginarse que esa era la vida de un pro.

Deku mira al piso.

—Los primeros en llegar pertenecían a la agencia de Fatgum.

Se le va el corazón al piso.

No grita, aunque debería ser su primera reacción.

—¿Eijiro...? —pregunta.

Deku asiente y le confirma sus miedos.

—¡No puedes tomarte esto personal ahora mismo, Kacchan! ¡Si no piensas con la cabeza fría...!

—¡¿Quieres callarte?! —espeta—. Estoy intentando pensar. —Respira hondo—. Esto es personal desde que esa imbécil me rompió los dedos, Deku. Y desde que mató a Hawks.

«Si le puso un solo dedo a Eijiro...».

—No sabíamos si era buena idea llamarte. Eres demasiado cercano a... —Deku por fin se atreve a mirarlo. Katsuki lo atraviesa con los ojos—. Pero tú y yo trabajamos bien y podemos llegar hasta allá. Podemos rescatarlos. Es nuestro mejor plan hasta el momento.

Katsuki asiente.

—Muy bien —dice, con la voz helada—. ¿Cuál es tu plan para llegar hasta allá?

—¿No vas a gritarme...?

—¡Estoy intentando no hacerlo! —Y fracasando, al parecer—. Sólo dímelo.

Tiene que mantenerse con el corazón latiéndole a una velocidad normal. Si piensa que Eijiro puede estar en peligro, no va a llegar a ninguna parte. Confía en él, se dice Katsuki, es lo suficientemente fuerte para hacerle frente a muchas cosas.

Es Red Riot. No se rompe fácilmente.

—Bien —oye a Deku—, bien... Es un plan estúpido, pero quizá si creamos una distracción y aprovechamos el caos para sorprenderlos...

Katsuki asiente.

Su corazón late a mil por hora. Pero, como siempre, está listo.

And Then They Were Roommates [Kiribakukami] Where stories live. Discover now