Setenta y dos

18.2K 1.8K 704
                                    

~DANI~

—Yo solo tomaré un batido, gracias.

El camarero asiente, apunta el pedido en la libreta y se marcha.

—Maya, tienes que aprovechar, no suelo invitaros a merendar muy a menudo —admito mientras me acomodo en el sillón del Jade's.

—Lo siento, no me puedo pasar... —Se calla de inmediato al darse cuenta de que quizás no debería decir algo. Me parece extraño, pero no le doy mucha importancia.

—Bueno, ve soltando. —Escudriño a Elena que me mira con una sonrisa de oreja a oreja y me hago el confundido.

—¿Soltar el qué?

—Si estás de tan buen humor como para pagar la comida significa que algo bueno nos tienes que contar.

Nos traen el pedido a la mesa y lo repartimos. Consiste en batidos para todos, un pastel de brownie y una bandeja de donuts de chocolate. Bebo un sorbo de mi bebida y me encojo de hombros intentando hacerme el interesante.

—Puede ser.

—Te doy permiso para explayarte, cuanto más tiempo pase fuera de mi casa mejor —dice Mario a la vez que juega con la pajita de su batido.

—¿Ha pasado algo?

—No, lo de siempre.

Todos los presentes sabemos a lo que se refiere y también sabemos que, si se puede evitar hablar del tema, mejor. Los padres de Mario están intentando divorciarse, pero no se ponen de acuerdo con los términos y mientras tanto tienen que vivir en la misma casa. El pobre Mario y su hermana son los que al final están sufriendo las consecuencias.

Tomo un donut de la bandeja, le doy un mordisco y saboreo el chocolate que lleva dentro. Elena me imita, espero a que trague el trozo de comida y toma la palabra.

—¿Cómo va todo con Alejandro?

—Oh, cierto. Lo último que nos contaste fue que os ibais a esa discoteca en año nuevo. ¿Qué tal os fue?

Suspiro al recordar la borrachera de Alejandro esa noche y mi enfado después de eso. El chico la ha cagado algunas veces desde que lo conozco, aunque yo también lo he hecho y lo importante es que hemos conseguido superarlo y encontrar un punto en común. A fin de cuentas no todo van a ser palabras bonitas y buenos momentos.

—Tuvimos un pequeño percance, pero no importa. La cuestión es que estamos mejor que nunca. —Hago una pausa para beber y mis amigos no me quitan la vista de encima—. Tanto que...lo hemos hecho.

Las reacciones de los presentes son variadas: Elena abre la boca con sorpresa, Maya empieza a aplaudir con aprobación y Mario se queda petrificado, quizás procesando lo que conllevan mis palabras.

—¿Qué me estás contando? —Mi mejor amiga deja el donut medio mordisqueado en la bandeja, se limpia las manos y me agarra de los hombros—. Nos tienes que contar todo.

—A ver, todo tampoco... —dice Mario.

—Tranquilo, escuchar el relato de dos chicos teniendo sexo no va a afectar a tu frágil masculinidad.

Río a causa del comentario de Maya e intento sin éxito no sonrojarme. Sin duda es vergonzoso que sepan esto, pero son mis amigos más cercanos y ellos han hecho lo mismo con sus propias experiencias.

—¿Es bueno en la cama? ¿La tiene grande?

—¡Elena!

—Vale, no cuela, lo pillo.

—¿Cómo es que te has decidido después de todo? —cuestiona Maya de brazos cruzados.

Ellos saben que después de mi primera vez no quise tener nada que ver con chicos. Supuse que no estaba preparado, que el problema era mío al no haber disfrutado como debía.

—Ni siquiera lo pensé, ¿sabes? Solo pasó. Doy gracias de que así fue porque me he podido dar cuenta de que no hay nada raro conmigo. Al contrario que la primera vez, ha sido con alguien que conozco y en quien confío, y no podría haber sido mejor.

—Entonces no necesitamos saber nada más. —Miro a Mario que se revuelve el pelo rubio y me sonríe—. Si ha sido beneficioso para ti y hubo consentimiento por ambas partes está todo bien.

—Qué responsable te vuelves con estas cosas, eh.

—Tú también deberías. —Elena le saca el dedo corazón.

—Chicos, una cosa... ¿No os parece que ha sido muy pronto? Quiero decir, lo hecho hecho está, pero le doy vueltas y... En realidad solo lo he estado conociendo durante cuatro meses.

—¿Y? —pronuncia Maya.

—No sé... No me arrepiento, pero...

—¿Cuál es el problema entonces? ¿Vas a esperar al matrimonio para follar con él?

—Elena, hay personas que hacen eso y es totalmente respetable.

—Lo sé, lo sé. A lo que voy es que no tienes que sentirte obligado a esperar si no quieres. Tú mismo lo has dicho: confías en Alejandro y has pasado un buen rato. Es tu novio, joder, no un extraño.

La palabra novio referida a Alejandro suena muy extraña. Nunca nos hemos llamado así, aunque técnicamente seamos pareja. Me cruzo de brazos, ni siquiera sé por qué dudo a veces, es como si me gustase contradecirme a mí mismo.

—Tenéis razón, lo siento. Pienso lo mismo, lo que pasa es que de vez en cuando se me va la olla y me preocupo de más.

Elena extiende los brazos y me da un breve abrazo, por supuesto aprovechando la cercanía para probar mi batido. Niego con la cabeza y la aparto con un manotazo.

—Entonces ya sois una pareja oficial, ¿no? —Mario toma el donut que queda y se prepara para darle un bocado.

—Creo que sí. Nuestras familias aún no lo saben, pero él me ha prometido que no vamos a escondernos más, por eso estoy más nervioso de lo normal. Volvemos al instituto la semana que viene y no sé cómo le va a afectar que todos sepan lo nuestro.

Maya le resta importancia con un gesto.

—Estamos en el siglo XXI, no creo que se forme un revuelo. A ver, quizás los primeros días es tema de conversación, pero con el tiempo se olvidarán y pasarán a hablar de otra cosa. Así funciona el instituto.

Mi amiga tiene razón. Si algo me han enseñado todos estos años de escuela es que nada dura para siempre. El morbo sobre algo se mantiene unos cuantos días, como mucho unas semanas, y después otra cosa o persona pasa a ser el centro de atención.

—Además, no te debe importar la opinión de cuatro gilipollas que no saben nada sobre vuestra relación. Haz lo mismo que yo, mándalos a la mierda antes de que puedan arruinarte el día.

Río ante la actitud agresiva de Elena. Sin duda dice la verdad, he podido presenciar esa situación más de una vez.

—Volviendo a tu primera vez con Alejandro... ¿Te dolió mucho? —La curiosidad de Maya la traiciona a veces, sobre todo con estos temas.

—Al principio sí, luego ya no tanto. Por suerte él fue paciente y tuvo cuidado.

—Ya sabes, si no te casas con él lo haré yo —bromea la rubia con la boca llena.

—Estoy muy feliz, chicos. También quería pasar este rato con vosotros porque estos meses he estado más distraído y quizás no os he prestado demasiada atención... Quería disculparme por eso.

—No seas tonto. —La morena me reconforta acariciándome el brazo—. Cuando empieza a gustarte alguien actúas de forma distinta, a todos nos ha pasado.

—Seguimos siendo amigos, ¿no? —Asiento ante la pregunta de Mario—. Entonces todo está bien.

—Y si nos invitas a merendar más a menudo tampoco nos vamos a negar.

Esta vez reímos todos.


Vulnerable [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora