Treinta y tres

17.9K 2.4K 452
                                    

~DANI~

A lo largo de mi vida he tenido una relación un tanto extraña con los hospitales. La mayoría de la gente los relaciona con algo malo, y es razonable, solo aquellos que padecen una enfermedad o algo grave están ahí. Pero, si decides verlo desde otra perspectiva, es donde muchas personas se curan y consiguen seguir adelante a pesar de todo.

Claro que la vida es tan caprichosa que no permite a todos recuperarse. Esta vez, sin embargo, mi abuela ha tenido la suerte de su lado. De una caída han tenido que escayolarle la pierna derecha entera, aunque podría haber sido mortal para alguien de su edad.

Hoy domingo le dan el alta y anoche solo una persona podía quedarse a dormir con ella. Yo me ofrecí voluntario, pero mi madre fue la que al final lo hizo. De todas formas no he dormido nada: con tan solo imaginarme el dolor que ha tenido que soportar se me rompe el corazón.

Ya me he vestido y estoy esperando a que mi madre me recoja para visitarla. Mi abuelo se ha levantado temprano esta mañana y le está haciendo compañía mientras mi madre viene. Hasta por la tarde que le den el alta voy a estar ahí, dispuesto a hacer cualquier cosa para ayudarla.

Cuando mi progenitora llega me subo al coche y conduce hacia el hospital en silencio. Por lo general ponemos la radio y disfrutamos del camino, pero esta vez la única persona que puede levantarnos el ánimo se encuentra tumbada en una camilla.

—No sabía que estabas en casa de Alejandro. Antes de que todo esto ocurriera, me refiero.

Me quedo mirándola durante unos segundos, sin saber a qué viene eso.

—Eh, sí. Me invitó a comer a su casa. ¿Cómo lo sabes?

—Cariño, trabajo allí. Llamé a Vanesa para que me diese unos días libres y me dijo que Alejandro estaba preocupado por ti. —Al escuchar eso algo se me revuelve en el estómago—. ¿No has respondido a sus mensajes?

—Ni a los suyos ni a los de nadie. No tengo ganas de ir contando por ahí lo que ha pasado —confieso de brazos cruzados.

Lo único que necesito es tener otra vez a mi abuela en casa, descansando como se merece. Cuando eso se cumpla ya hablaré con mis amigos.

—Haz lo que quieras, pero ellos también estarán preocupados. Intenta hablar con ellos, al menos con Elena. Sabes que se presentará en el hospital si no lo haces.

Enseño una pequeña sonrisa al ver cómo de bien mi madre conoce a mi mejor amiga. En el fondo tiene razón, debería informarle aunque sea de que todo va bien y de que no debe preocuparse.

Saco mi teléfono y miro por encima los mensajes que he ignorado por completo. Me detengo en la conversación con Alejandro.

Alejandro: ¿Has llegado ya al hospital?

Alejandro: Seguro que no es nada grave.

Alejandro: ¿Estás ya allí? Me tienes preocupado.

Alejandro: Voy a dejar de escribirte porque no quiero parecer pesado, pero voy a estar pendiente del móvil por si necesitas hablar con alguien.

Sé que no debería estar pensando esto, pero no puedo evitar extrañarme ante su actitud. Ni siquiera llevamos siendo amigos cercanos tanto tiempo como para que se preocupe de esta manera.

De repente recuerdo la conversación que tuve con Elena en clase:

—¿Desde cuándo os lleváis tan bien?

—Tan bien no. Se disculpó y ya está.

—¿Y le has creído?

—Sabes que no soy rencoroso.

—Pero con él sí lo eras.

Analizando la situación desde un punto de vista diferente empiezo a ver lo que mi amiga quería decir. Alejandro siempre se burlaba de mí, ya fuera con un "maricón" o tan solo con una risa a mis espaldas, y estos días he olvidado esa pequeña parte de la historia.

¿Acaso soy como todas las chicas que salen con él, que juegan a ser ciegas y a ignorar su actitud de mierda para tenerlo cerca? Bueno, la única diferencia es que a mí no me tocaría ni con un palo. Hace unas semanas me habría alegrado saber eso, pero ahora una parte de mí no puede evitar entristecerse.

Si no me hubiera dejado convencer por Alejandro para ir a su casa no habría faltado a la quedada con mis amigos. Es probable que ahora estén enfadados conmigo, y todo por un tío que hace dos semanas se estaba riendo de mí.

Cierro el chat con decisión y le escribo un mensaje a Elena.

Dani: Hola, Elena. Sé que estás enfadada por lo del viernes y estás en todo tu derecho, pero ya hablaremos de eso el lunes. Voy de camino al hospital, mi abuela ha estado ingresada todo el fin de semana y por eso no he estado muy pendiente del móvil. Espero que lo entiendas.

En lugar de bloquear el móvil lo apago. Por un día quiero olvidarme de las redes sociales, de mis amigos pidiéndome explicaciones y de un chico que finge preocuparse por mí. Solo pretendo centrar toda mi atención en lo que de verdad importa: la recuperación de mi abuela.


Vulnerable [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora