Cuarenta y uno

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~ALEJANDRO~

No sé cuántas veces me he mirado al espejo esta mañana. Suelo ser una persona que se preocupa por su aspecto, pero no de una forma obsesiva. Sin dudarlo hoy me he saltado esa regla.

Termino de ponerme el aro plateado en la oreja y considero que estoy listo para irme, aunque desde que lo pienso hasta que salgo de casa transcurren como mínimo diez minutos. Siempre tengo la sensación de que me dejo algo encendido o de que no he cerrado alguna puerta, lo que me obliga a demorarme más de lo que me gustaría.

El camino al instituto me toma menos de quince minutos andando y cuando llego justo suena la campana. Ya en clase me siento donde siempre, en las mesas de la última fila, y saludo a Gabriel con un movimiento de barbilla.

—Tío, ¿a dónde te fuiste el sábado? Se suponía que estabas meando y ya no volviste a aparecer por ahí.

Era obvio que después de lo que pasó en la cocina de Diego no iba a bajar al sótano y actuar como si todo estuviera bien, pero no puedo contarle nada de eso a mi amigo. Le quito importancia con un gesto e invento una excusa rápida.

—El amigo de Elena... Dani, se puso enfermo y tuve que acompañarlo a su casa. Y pues como tenía sueño me fui a la mía del tirón. —Se conforma con la explicación y se acomoda en la silla.

—Joder, podrías haber avisado. Aguanté a Diego diciendo gilipolleces hasta las ocho de la mañana.

El rubio sigue hablando, pero toda mi atención pasa al grupo que acaba de entrar por la puerta: Dani y sus amigos. Ni siquiera miran hacia nuestra dirección y se sientan en la segunda fila, hablando entre ellos. Un cosquilleo recorre mi estómago y siento cómo la voz vuelve de nuevo.

Seguro que están hablando de ti.

Se lo ha contado a sus amigos, lo que hiciste.

Ahora todos van a pensar cosas que no son sobre ti...

¿O sí lo son?

Me muerdo tan fuerte el labio inferior por dentro que enseguida noto el sabor metálico de la sangre. De todas formas ya estoy acostumbrado, cuando mi mente me juega malas pasadas lo único que me trae un poco de autocontrol es abrir la misma herida una y otra vez.

Gabriel me toca el hombro para llamar mi atención y vuelvo a la realidad.

—¿Te pasa algo? Te noto...raro.

—Tranquilo, me levanté con el pie izquierdo.

Los pensamientos sobre lo que Dani puede estar diciendo sobre mí vuelven y creo que mi cabeza va a estallar.

La has cagado, pero bien.

Si no le hubieses besado...

¿En qué estabas pensando?

Pero es lo que realmente quieres, ¿a que sí?

—No me gusta —digo en voz alta más para mí mismo que otra cosa.

—¿Qué dices? —Mi amigo no podría estar más confuso.

—Nada.

Me muerdo de nuevo el labio y cierro por un momento los ojos. Todo está bien. Dani no es un chivato, no va a ir por todo el instituto contando que nos hemos besado.

¿Cómo lo sabes?

No hay cosa que desee más en este mundo que acabar con esa voz. Necesito al menos un minuto aislado de mis pensamientos. La mayor parte del tiempo son los que me carcomen por dentro y los que me llevan a hacer cosas que normalmente no haría.

Aprovecho que la profesora aún no ha llegado para coger el móvil y entrar al chat de Dani. Tengo que asegurarme de que no le ha dicho nada a nadie. Por razones obvias no me voy a acercar a preguntarle ni tampoco puedo esperar al recreo. Si vivo con la duda más tiempo me volveré loco.

Escribo el mensaje, sin embargo, cuando lo intento enviar da error. Pruebo varias veces, el resultado sigue siendo el mismo. Entonces me doy cuenta de que su foto de perfil ya no aparece, lo que significa que me ha bloqueado. Reviso Instagram y lo confirmo, tampoco puedo entrar a su cuenta.

Guardo el móvil y clavo mis ojos en él, ya sin importarme si se da cuenta o no. Mi respiración se acelera y tanta es la fuerza con la que me muerdo el labio que un par de gotas caen por mi barbilla. Me limpio rápidamente con un pañuelo, aliviado de que Gabriel no se haya dado cuenta.

¿Qué hago ahora?

Joderte, como siempre.

Te lo mereces.

Si hay algo en lo que soy experto es en cagarla. Puede que sí me lo merezca después de todo.


Vulnerable [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora