Ciento cuatro

12.6K 1.4K 960
                                    

~ALEJANDRO~

—Posad, os voy a hacer una foto.

—Papá, vamos a llegar tarde —advierto con premura—. Mamá, dile algo.

—Deja de quejarte y sonríe.

—¡Estáis guapísimos! Tendremos que enmarcar esa foto —exclama la madre de mi novio con evidente ilusión.

Dani ríe a mi lado, se acerca más a mí a petición de mi padre y enseña los dientes en una preciosa sonrisa. Le rodeo la cintura y hago lo que me piden. Estamos como un minuto entero posando cual matrimonio feliz hasta que por fin se dan por satisfechos y nos dejan escapar.

—Nunca creí que me pondría este traje —admite mi novio mientras se ajusta la corbata con exasperación.

—Yo tampoco —reconozco. Reviso una vez más la hora en mi reloj de mano y me acerco para encargarme de su pequeño desastre—. Déjame a mí.

El castaño se rinde y me permite colocarle bien la corbata. De esta forma aprovecho y lo reviso de arriba abajo como por quinta vez. Ha escogido un traje azul marino y una corbata y cinturón de color salmón, lo que lo hace verse más atractivo —cosa que creía imposible—. Yo por mi parte le he robado a mi padre uno de sus trajes grises y lo he combinado con una corbata y unos zapatos negros.

—Deja de mirarme así —insinúa cuando aún estoy liado con la corbata. Alzo la vista y sus ojos marrones me examinan con interés—. Si te hubieses vestido de esta manera desde el principio me habrías tenido en el bote en cuestión de minutos.

Me muerdo los labios evitando reír. Aprovecho que nuestros padres se han marchado de la estancia para terminar de pegarme a su cintura y restregarme un poco contra su entrepierna mientras aprieto la corbata. Se queda sin aire y traga saliva de forma ruidosa.

—Tomo nota para el futuro —digo entre dientes.

—Eres gilipollas. —Se aleja unos centímetros para revisar el bulto en su entrepierna—. Ahora tengo que esperar a que se baje y tenerte delante no ayuda.

—¿Sabes qué? Si pudiese me abalanzaría sobre ti y te follaría aquí mismo.

Parpadea varias veces, atónito.

—¡Deja de decir esas cosas cuando tengo este problema, por dios!

—¿Qué problema? —cuestiona una voz.

Mi hermana entra al salón ya preparada. Lleva un vestido verde oscuro bastante elegante y un bolso pequeño a juego. Dani huye con rapidez detrás del sofá y se apoya en el respaldo, lo que le ayuda a taparse de cintura para abajo y ocultar su "problema".

—Ninguno... Estoy nervioso, nada más —improvisa.

—No te preocupes. Resumiendo, te entregarán un trozo de papel con tu nombre y darán un discurso súper profundo sobre el instituto y la importancia de la educación. Haremos como que nos lo creemos. ¿Quién lo va a dar este año, por cierto?

—Maya —responde Dani escudriñándome tras pronunciar su nombre—. Fue de las pocas que se presentó voluntaria y que puede hacerlo bien, así que...

—¿Has hablado con ella? —pregunto con una pizca de culpa.

—Qué va. Espero que no siga enfadada...

—Ya verás que no —afirmo, no tan convencido como me gustaría.

Nuestros padres al fin vuelven y comunican que están listos para irse, así que lo hacemos. El castaño me da la mano y nos adelantamos para charlar de forma animada durante el camino. Los demás nos siguen unos pasos por detrás hasta llegar al edificio. Nos dirigimos al salón de actos que está casi al tope de su capacidad, lleno de alumnos y sus correspondientes familias. Nos despedimos con la mano de las nuestras y marchamos hacia las primeras filas de asientos reservadas para los alumnos.

Vulnerable [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora