Noventa y ocho

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~ALEJANDRO~

El resto de las clases transcurren con normalidad hasta llegar la última del día, informática. Nos reunimos con los demás en un cruce de pasillos y emprendemos el camino hasta el aula. Dani y Mario hablan sobre algo relacionado con los exámenes finales del segundo trimestre, aunque mi mente sigue dándole vueltas a las palabras compartidas con Maya y no consigo seguir el hilo de la conversación.

Por un momento he pensado en contárselo a Dani, más que nada para ponerle al corriente de los problemas de su amiga. Pero si hiciera eso no estaría cumpliendo con mi palabra y no quiero perder la confianza que la chica me ha dado. Por tanto, me quedo callado y me prometo a mí mismo que no diré nada a no ser que ocurra algo grave.

Cuando llego a mi asiento Tania ya está aquí como de costumbre. Su actitud hacia mí no ha cambiado ni un poco: chista como si no estuviera delante y se cruza de brazos con una expresión de fastidio. Por suerte no queda mucho para terminar el trabajo, solo añadirle unos cuantos detalles y pensar en el diseño.

—¿Ya has pensado en la temática? —pregunto sin apartar la vista de la pantalla.

—Tengo alguna idea, pero...

—Es lo único que tienes que hacer del proyecto, así que aclárate.

El segundo que me toma escudriñarla lo aprovecha para asesinarme con la mirada. A este punto si eso no me ha provocado ningún daño nada lo hará.

—¿Por qué eres así de antipático? —No puedo evitar reírme ante esa pregunta.

—¡Mira quién habla! Tú tampoco eres lo que viene siendo amable conmigo...

—Pero porque te lo mereces.

—Ya, lo que tú digas.

Tiene razón y lo sabes.

Odio cuando mi conciencia va en mi contra. Sí, la verdad es que no me he comportado bien con ella. Tuvimos sexo unas cuantas noches y tras eso dejé de responder sus mensajes. Aunque, ¿qué podía hacer? Mis padres habían descubierto lo que hacía y era más fácil recuperarme si me apartaba de todo lo que me estaba provocando adicción.

La cosa es que me cuesta tanto hablar con Tania porque la relaciono con mis peores días. El Alejandro que ella conoció no se corresponde para nada conmigo y temo desviarme del camino si abro heridas del pasado.

Pero toda esa etapa está superada.

Sí, lo está.

Entonces se merece una disculpa, aunque sea después de tanto tiempo.

Hay una razón por la que puse el nombre de Tania en la lista, y es que sabía que tenía que pedirle perdón. Si no lo hago puede que mis errores del pasado me persigan para siempre y eso es lo que llevo intentando evitar todo este tiempo. Me aclaro la garganta, veo a la rubia de reojo y pienso en la mejor forma de no ser borde. Puede que merezca una disculpa, pero su actitud me sigue crispando los nervios.

—Tania, yo...

—Si vas a seguir discutiendo ahórratelo, no tengo ganas de escucharte.

—En realidad no iba a...

—Mira, voy a proponer algo solo para dejar de escucharte. Podemos hacer un diseño inspirado en una nave espacial y ya. Quizás no es lo más original, pero no somos programadores. Solo tenemos 17 años y pocas neuronas por culpa de este curso. Lo tomas o lo dejas.

—Me parece genial, pero no es eso lo que...

—Ni se te ocurra quejarte otra vez de... —No soy capaz de contenerme y elevo el tono de voz más de lo que debería.

Vulnerable [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora