Cuarenta y siete

18.8K 2.3K 740
                                    

~DANI~

—Menos mal que te tengo, porque de lo contrario suspendería este trabajo.

—Exageras —digo aún sumergido en las páginas del libro.

Elena termina de añadir los toques finales al proyecto y se lo envía al profesor por correo electrónico. Resulta que su ordenador se ha estropeado y necesitaba uno para entregar el trabajo que, ya habitual por su parte, había dejado para el último día. Se tira a la parte de la cama donde no estoy sentado de manera dramática y ojea mi lectura actual.

—¿Percy Jackson? Eso lo lee mi hermano. —Resoplo y aparto la mirada del libro para defenderme.

—Se puede disfrutar a cualquier edad —explico antes de volver al párrafo que he dejado marcado con el dedo.

—¿Lo has sacado de la biblioteca? —pregunta con curiosidad.

Opto por poner el marcapáginas y cerrar el libro, está claro que no me va a dejar avanzar.

—Es un regalo.

—Ah. —Baja la cabeza y cuando creo que lo va a dejar estar se le iluminan los ojos y me señala con el dedo—. Un regalo de Alejandro.

¿Cómo lo ha adivinado? Pongo mi mejor cara de indiferencia y niego, aunque ya he de saber que es imposible mentir a mi amiga.

—¡Es que lo sabía! —Sonríe orgullosa de sí misma y se incorpora sentándose a mi lado—. Cuéntame todo.

—¿Cómo lo has averiguado?

—Idiota, cuando nos vimos en el festival ambos llevabais bolsas de la librería. Sé sumar dos y dos. —Viéndolo desde ese punto de vista sí que es bastante evidente—. ¿A qué esperas?

—¿Qué quieres que te cuente? —cuestiono sin poder disimular el rojo de mis mejillas.

—Si estáis saliendo, duh.

Su suposición me duele más de lo que debería, porque sé que es algo que no va a pasar. Escondo mi decepción y niego con la cabeza.

—¿No ha pasado nada entre vosotros?

Dudo si debería contarle toda la historia, pero se trata de mi mejor amiga. Las mentiras que ya le he soltado o no han surtido efecto o me hacen sentir mal. ¿Cuál es el punto entonces?

—De hecho, sí. —Dejo el libro en la estantería y Elena cruza las piernas sobre la cama, dispuesta a escucharme—. Ese día que estuve en su casa, cuando pasó lo de mi abuela... Vimos una película. No sé cómo, pero acabamos acurrucados juntos, y a partir de ahí las muestras de afecto físicas han sido constantes.

Mi mejor amiga se queda esperando a que siga con el resto de los detalles. Suspiro y lo suelto sin más.

—Y cuando fuimos a la casa de Diego el día de Halloween me besó.

Abre la boca con estupefacción y alza los brazos, sin saber muy bien qué decir. Me agarra de los hombros y me mira fijamente.

—¿Y me entero ahora? Debería darte vergüenza. —Se cruza de brazos, indignada.

—No ha pasado tanto tiempo... —Me fulmina con la mirada.

—¡Dos semanas! Podría haberme muerto en ese periodo, Dani. —Río por lo dramática que es y pasa a escudriñarme con complicidad—. Te conozco, sé que estás pilladísimo por él. No quiero imaginar cómo estás ahora que os habéis besado.

Elena teniendo razón, una vez más.

—Tengo un lío en la cabeza impresionante. Supuse desde el principio que en realidad no quería y unos días después me explicó que había bebido mucho y no era muy consciente de lo que hacía.

La rubia niega de forma exagerada.

—¡Y una mierda! Dani, escúchame. —Adopta una expresión seria y clava sus ojos en los míos—. Si he estado tan pendiente de ti ha sido porque no me fiaba ni un pelo de Alejandro. Incluso he hecho cosas estúpidas, como fingir que él me había mandado la solicitud... Quería ver si creyendo que estaba ligando conmigo podía desviar tu atención de él. Pero ni eso funcionó.

Arrugo la frente ante su inesperada confesión. Alejandro ya me había dicho que fue ella la que lo había seguido antes, aunque dudaba de su palabra. Ahora sé con certeza que era verdad.

—Y te pido perdón, en ningún momento quería liarme con él o algo así... La cosa es que no te quería ver sufriendo por alguien que no te merece. —Se aparta los mechones de la cara y me dedica una sonrisa torcida—. Pero me equivocaba. He visto cómo te mira y déjame decirte que si no tuviera interés en ti ya se habría alejado. Y si lo que dice es verdad, ¡más razón aún! Cuando estamos borrachos nos atrevemos a hacer cosas que nos dan miedo pero que deseamos mucho.

Las palabras de Elena alimentan las mariposas de mi estómago. Sin embargo, a pesar de todo, tengo que ser realista y poner los pies en el suelo. Ilusionarme con algo así me puede hacer sufrir mucho.

—Te lo agradezco, de verdad. Pero me cuesta ver a alguien como Alejandro saliendo con otro chico, y menos conmigo.

—Vuelve a infravalorarte de esa manera y te hago picadillo. —Se levanta de la cama y agarra mi móvil—. Vales más de lo que crees, y no te diría todo esto si de verdad no creyera que Alejandro quiere algo más. El problema es que es algo nuevo para él y está confuso. Toma, háblale y queda con él. Estoy segura de que cuanto más tiempo paséis juntos más seguro estará de lo que siente.

Tomo el móvil más por la mirada amenazante de mi amiga que por otra cosa y entro al chat. Algo nervioso escribo el mensaje y lo envío a insistencia de Elena.

Dani: Oye, ¿haces algo hoy? Estoy libre.

Bloqueo el dispositivo y hace un gesto para que me acerque. El calor del abrazo en el que nos fundimos me reconforta y al separarnos le doy la mano.

—Gracias, no sé qué haría sin ti.

—Yo tampoco lo sé...

Lanzo una carcajada y una notificación hace que la pantalla del móvil se encienda sola sobre la mesa, dejando ver el mensaje.

Alejandro: ¡Claro! Tenía pensado correr durante un rato. Te recojo en una hora.

Mi emoción es notable y mi amiga me acompaña dando pequeños saltitos. Pasa la mano por mi pelo y me peina el flequillo como si fuera mi madre.

—Adoro el amor... —menciona, terminando de despeinarme.


Vulnerable [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora