Treinta y ocho

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~DANI~

—Poneos cómodos. Vivo con mi hermano y no vuelve hasta el lunes, así que sentíos libres de hacer lo que queráis.

Diego sube las escaleras del sótano hacia la planta de arriba y los demás nos quedamos en la estancia. La verdad es que es bastante grande y está equipada con todo lo que un adolescente necesita para aislarse: una consola, una nevera, una televisión y varios sillones.

Uno de sus amigos se acerca a la nevera, empieza a sacar latas de cerveza y las va repartiendo. Yo declino la propuesta y me siento en uno de los sillones ya que los pies me están empezando a doler. Alejandro viene con rapidez y se sienta a mi lado, lo cual no es bueno para mi cuerpo porque en un instante se pone alerta.

—¿No te gusta? —pregunta, bebiendo un sorbo de la lata y dándole golpecitos con el dedo.

—Nunca la he probado —confieso, revisando mi móvil e intentando no prestarle mucha atención—. Además, ya he bebido en la discoteca y no quiero mancharle el suelo a tu amigo de vómito.

El moreno ríe y me extiende la bebida.

—Yo no debería beberla, pero me gusta el riesgo. Pruébala.

—No.

—¿Por qué? —Su tono demuestra que se está divirtiendo con mi actitud.

—Ya te lo he explicado.

—Venga, no te arrepentirás.

Lo miro alzando las cejas. Ojeo a mis amigos y veo que ninguno parece venir en mi rescate: Elena se ha ido a buscar a Diego, Maya está hablando con un chico pelirrojo y Mario se encuentra con el resto jugando al GTA. No tengo nada mejor que hacer.

—Dame eso.

Le quito la lata de las manos y me la llevo a los labios, probando el líquido. Mientras lo hago Alejandro no me quita los ojos de encima. El sabor amargo que me deja en la boca provoca que haga una mueca de disgusto y el chico estalla en carcajadas.

—Qué asco. —Me limpio con la mano y le devuelvo la bebida—. Lección aprendida: no vuelvo a confiar en ti.

Diego llega con mi mejor amiga de la mano y al observarnos se ríe.

—Anda que os ha faltado tiempo para encontrar la cerveza, cabrones.

Se sienta con sus amigos a jugar a la consola y Elena me mira desde donde está. Repara en la persona a mi lado y rueda los ojos, yéndose al sillón en el que está Maya.

Alejandro y yo nos mantenemos en silencio durante unos minutos. Él bebe de la lata y observa la partida de sus amigos y yo busco cualquier cosa en mi móvil que me distraiga. Cuando uno pierde en el GTA Diego apaga la consola y recibe quejas de parte de los demás.

—Vamos a hacer algo juntos —dice, girándose para poder vernos a todos—. Colocad los sillones en círculo.

Hacemos lo que nos dice y quedamos todos a la vista de todos. Tengo a Elena justo enfrente y a Maya y Mario a la derecha.

—Mis amigos y yo nos conocemos bastante bien, pero hoy tenemos cuatro invitados. ¿Qué os parece algo para contar secretos? Así rompemos el hielo. —Diego coge dos cervezas más y nos la entrega a uno de sus amigos que no tenía y a mí—. Un "yo nunca".

—¿Tenemos 12 años o qué?

—Puede ser divertido —añade Alejandro.

O un completo desastre.

—Ya sabéis las reglas: se dice una frase y el que lo haya hecho tiene que beber. Está prohibido mentir. Al que se le vaya ocurriendo algo que lo diga y ya.

Me quedo callado y el resto también por un largo rato hasta que Elena levanta su lata y es la primera en hablar.

—Yo nunca me he emborrachado.

Varios ríen y se miran entre ellos. Todos bebemos menos el chico pelirrojo y Maya.

—Vaya. ¿Almas gemelas, quizás? —Maya bufa al escuchar el comentario de uno del equipo de baloncesto, aunque sigue conversando con el chico en cuestión.

—Tengo una. Yo nunca he copiado en un examen.

Mantengo la lata en mi mano y observo quién bebe, que son la mayoría menos mis amigos y yo.

—Oh, venga. ¿Ni una vez? —cuestiona Diego, sorprendido.

—Soy una chica responsable —contesta Elena encogiéndose de hombros.

Si las intenciones de mi amiga es ligarse a Diego lo está consiguiendo. El chico la mira como si fuera la única persona en la habitación.

—Yo nunca he besado a alguien de mi mismo sexo.

La frase de Alejandro me pilla por sorpresa. Lo fulmino con la mirada sabiendo que lo ha hecho a propósito y bebo un trago. También beben Maya, Elena y un chico rubio que está a mi izquierda, creo recordar que se llama Andrés.

—Vaya tela con los nuevos...

—Hombre, mi amiga y yo nos besamos todo el rato —confiesa Maya intercambiando miradas con Elena.

Todos ríen y pasan a prestarnos atención al rubio y a mí.

—¿Y vosotros?

—Soy gay —contestamos al unísono. Nos miramos por un momento y reímos ante la coincidencia.

—¿Queréis un hotel? —bromea Diego.

—No seas capullo, que sean gais no significa que se gusten entre ellos —menciona Alejandro.

—Eso es verdad.

Contemplo al moreno a mi lado y su expresión ha cambiado. Está ¿molesto? No sé cómo describirlo, pero ya no parece divertirse y está más serio que otra cosa.

Al menos ninguno de los presentes ha hecho un comentario despectivo sobre nuestra sexualidad, lo que me tranquiliza bastante. Quizás el hecho de que uno de sus amigos sea gay los ha hecho más tolerantes al respecto.

—Venga, otra.

El juego continúa varias rondas y todos aportamos frases, conociéndonos un poco más y sobre todo haciéndonos reír. Sin duda los prejuicios que tenía habían forjado una idea equivocada de este grupo: todos son súper simpáticos y tenemos varias cosas en común.

—Yo nunca he tenido sexo con un desconocido.

Al instante me pongo alerta y miro a mi alrededor. Pocos beben y me planteo no hacerlo, pero los ojos de Elena se cruzan con los míos y alza la lata a mi dirección. Joder, a veces la odio con toda mi alma.

Me llevo el líquido asqueroso a los labios y bebo un poco, notando cómo me ruborizo. De repente siento la mirada de Alejandro sobre mí y no es capaz de esconder su sorpresa. Lo único que puedo hacer es esconderme con una mano para no resaltar sobre el resto cual tomate.

Puede que en ese Halloween en el que todos nos emborrachamos conociese a un chico... Y puede que terminásemos haciéndolo en un banco del parque a las cuatro de la mañana. No es algo de lo que me enorgullezca, pero estaba tan fuera de mí que apenas recuerdo los detalles. No me preocupa tanto que casi diez personas se hayan enterado como la reacción de Alejandro.

A la mierda, él habrá hecho cosas peores.

—Vale, siguiente fase. —Todos prestamos atención a Diego y este sonríe—. Verdad o reto.


Vulnerable [✔]Where stories live. Discover now