Capítulo 61 - Segunda Parte: Estrella Fugaz.

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— Es genial aquí arriba —comento, dejando de oler flores para mirarlo. Su mirada está posada en mis ojos con una sonrisa sobre sus labios.

— Sí —musita, acorralándome contra una mesa que sostiene varias plantas—...creo que dejaremos esto para las próximas generaciones que estudien aquí.

— Podrías decirle a Zed que existe —sugiero, poniendo mis manos sobre sus hombros sin quitarle la vista de encima.

Es precioso.

Arruga su nariz en una negativa.

— Es un niño desastroso, no creo que la guarida dure más de dos días estando a su cargo.

Suelto una carcajada atrayéndolo a mí solo para tenerlo cerca, mucho más cerca...

— Te amo —las palabras salen de mis labios sin pensar, solo obedecen a mi acelerado corazón. Mikhail sonríe, tan tierno y dulce como siempre, dejando salir su lado vulnerable, su estado de completamente enamorado.

Su sonrisa me logra encender de una manera inimaginable, haciendo que mi corazón bombee con tanta fuerza que golpee duro contra mi pecho, haciendo mi sangre enardecerse, haciendo que las mariposas viajen por todo mi cuerpo, haciendo que la electricidad me recorra solo por él...

»Es muy difícil explicar como Mikhail me hace sentir, creo que no hay palabras para definir el montón de sentimientos que él logra despertar en mí. Es como un interruptor que había estado apagado de por vida pero que él con una sola mirada logra encender. Son tan abrumadores los sentimientos que despiertan cuando él está cerca, tan cegadores como una luz en medio de la oscuridad, tan potentes como una descarga eléctrica en todo mi cuerpo. Es sencillamente indescriptible.

Mikhail no musita ninguna palabra, solo responde a las mías con un beso. Entiendo todo lo que quiere decirme con eso, no necesita hablar para decirme lo mucho que me ama porque lo sé, sé que él me ama tanto como yo a él, sé que me ama de la manera tan alocada como yo lo hago, nos amamos de la misma loca y extraña manera.

Enrollo mis brazos alrededor de su cuello, él hace lo mismo con mi cintura. Sus besos son tan malditamente embriagadores, se sienten como analgésico cuando estás adolorido, como droga para un adicto...creo que en eso me convirtió, en una adicta de sus besos, de sus toques, de él.

Sus labios se mueven sobre los míos de manera lenta, pausada, tomándose el tiempo que siempre me gusta esperar. Acaricia mi cintura con una de sus manos, haciéndome sentir sobre las nubes, yo me encargo de acariciar su cabello y de tirar de él de manera suave. Lame mis labios suavemente, preguntando si puede acceder a mi boca, no sé por qué lo hace si soy suya, cada vez que me besa puede hacer de mí lo que él quiera.

Abro la boca sin chistar porque me encanta la fricción deliciosa que se desata en nuestras bocas cuando nuestras lenguas se cruzan. Lo beso tan profundamente, dejándome caer en el abismo de sus labios, del éxtasis que se crea cuando nuestros labios están unidos, la explosión de sensaciones que nos cubren.

Lo beso tan lentamente, tan suavemente, transmitiéndole todo mi amor en este beso. No quiero separarme de él, no quiero dejarlo nunca.

Me separo del beso sin respiración, dejándolo confundido, aunque solo lo hago para abrazarlo. Siento mis lágrimas aparecer. No quiero dejarlo, no quiero que se vaya...por primera vez caigo en cuenta de que él entrará a la universidad, que se irá...por primera vez siento miedo.

Lo aprieto contra mí, sujetándolo fuerte mientras comienzo a llorar. Mikhail me sostiene con seguridad, sin soltarme comienza a acariciar mi espalda de manera tranquilizante.

No quiero soltarlo jamás, no quiero dejar de sentirme suya, de sentirlo mío.

— ¿Por qué lloras, amor? —pregunta Mikhail de manera baja—. ¿Te lastimé? ¿hice algo que no te gustó?

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