Capítulo Veintinueve

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A V A

Miré a David quién tenía una mirada curiosa y un poco enojada. Volteé en mi asiento.

-¿Que haces aquí, James?- pregunté apretando los dientes hasta más no poder.

David palideció y sonrió perversamente. Maldición. Se levantó de la mesa y se acercó a James estirando su mano.

-Así que tu eres James, el maldito hijo de puta que dejó a Ava, soy David Lee.

James tomó su mano con ojos demoniacos y sonrisa perfecta.

-James, James Black. Y no, no conoces las razones de porque la dejé a si que puedes cerrar tu jodida boca.

David se acercó mas a punto de dar el primer puño. Ese fue mi momento. Me interpuse entre los dos cuerpos masculinos.

-Ya basta. James vete de una puta vez- dije.

El sonrió a David - Nos vemos luego, cariño- mencionó antes de desaparecer entre la multitud.

David se sentó suspirando.

-Maldición nena, ¿porque no dejaste que el imbécil recibiera su merecido?.

-David, las cosas no se resuelven a golpes. Dejalo, no vale la pena.

Suspiró y se fumó otro cigarrillo que sacó de su abrigo negro.

Baje mi mirada a su cuerpo, sinceramente no había notado como se encontraba. Camiseta negra ajustada con el abrigo negro, jeans oscuros y botas. Su barba incipiente de algunos días lo hacía ver más caliente, resaltando también sus ojos azules. Aproveché la oportunidad con mis dedos de rodear en la mitad del cigarrillo que se encontraba en su boca y antes de sacarlo de esta, toqué suavemente su labio con mi dedo medio, acariciándolo. El miró mis ojos sorprendido y sonreí coqueta para luego quitarlo y ponerlo en mi boca.

Lo rodee con mis dedos y aspire.

-Mierda, nena- susurró.

Coloqué el cigarrillo en el cubito de la mesa y aplaste la colilla.

-¿Quieres bailar?- pregunté inocente.

El sonrió y tomó mi mano llevándome a la pista con cuerpos sudorosos.

Coloqué mis manos en su cuello, rodeándolo, y llevó sus manos a mis caderas apretando y acercandome.

Bailamos al compás de la música. Nuestras caderas fusionándose y nuestras anatomías pegadas, encontrándose.

Me relaje por primera vez desde que lo conocí. Lo miré a los ojos para descubrir que ya estaba observándome, David bajó la vista a mis labios los cuales estaban entreabiertos. Y eso fue lo que rebasó el vaso. Lo besé, sintiéndome bien. Era una de esas veces en donde el no era el de la iniciativa. El siguió el beso. Rápido y duro.

El se separó de mi boca.

-Nena, vámonos a casa- susurró en mis labios.

Sonreí y asenti con mi cabeza. Esta vez segura.

-AnaGenf.

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