Capítulo Veinte

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D A V I D

Si, la besé. Por dos razones: 1. Estaba cansado de que me esquivara a toda costa, tanto así que llegué a pensar que estaba siendo un dolor en el culo para ella y 2. Se veía jodidamente perfecta e inocente acostada en mi hombro. Así que tomé la oportunidad y tome su cara suavemente en mis manos y la levante, apenas se despertó, no le di tiempo a hablar y la besé. Quería comprobar si de verdad la molestaba y ni siquiera le gustaba, pero a juzgar por lo que hizo después, supe que me deseaba, tanto como yo a ella.

Siguió el beso apenas despertó por completo. Mi boca moviéndose ritmicamente en la suya. Mis manos se fueron de su rostro para llegar a su cintura, levante su pequeño cuerpo sentado en el sofa y ella rodeó mi cintura con sus piernas, camine con ella hasta llegar a la pared, su espalda chocó contra la pared verde manzana. Ella gimió ante el contacto y aproveche de meter mi lengua en su boca, ella jaló mi cabello suavemente y solté un gruñido. Ava respondió envolviendo sus piernas mas fuerte a mi alrededor.

-Oh Dios mío- gimió al sentir mi dureza.

Me aparte de su boca y empecé a besar su cuello, mordiéndolo y lamiéndolo. Lleve mi boca al lugar en donde su cuello se encontraba con su mandíbula y empecé a besar allí sin parar. Mordi y chupe, luego sople aliviando la mordida. Ella gemía mi nombre. Tenía que llevarla a una cama, no aguantaría mas.

-David, mi habitación, ahora- suplicó.

El hecho de verla tan necesitada me puso al máximo.

Iba a caminar con ella, cuando mi teléfono sonó en mi bolsillo, lo ignoré, esto era más importante. Pero no dejo de sonar. Y sospeche de quien podía ser ya que solo había un miembro en mi familia el cual no colgaba antes de ser atendido.

-Contesta, vamos- dijo Ava con actitud cansada.

Suspire y la solté con cuidado, di un corto beso a sus labios y saque el teléfono de mis jeans que aún seguía sonando.

Vi el nombre en la pantalla y pulse el botón verde.

-¿Que pasa, mamá?- dije suspirando.

Su voz dulce hizo que olvidara el enojo que sentía por interrumpirnos. Ella no tenía la culpa pero ¡demonios!.

-AnaGenf.

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