Capítulo Veinticinco

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A V A

Maldición. Esto no podía estar pasando. Ya decía yo que mi jodida vida no era un cuento de hadas.

Leah me devolvió el teléfono sin alguna expresión en el rostro o por lo menos no la pude descifrar.

-Esta es una maldita broma, Ava- dijo mirándome.

-No lo creo Leah, es el mismo número y vamos, quién mas sabría todo eso. Es obvio que es James.

-Ese hijo de la gran puta- susurró para si misma.

Si. Definitivamente es James. El mismo que me envió un texto hace 5 minutos.

Abrí el texto por tercera vez leyéndolo -una vez mas- detenidamente.

"Hola cariño, ¿como estas?, estoy volviendo de Ginebra. Necesito hablar contigo, es URGENTE."

Maldito. Aún tenía el descaro de llamarme cariño. ¿Que no le contesté? Por supuesto que lo hice.

"Vete al infierno".

Guarde mi telefono en mi bolsillo, sonriendo orgullosa. ¿Quien se creía?. Si claro, como no, volviendo de Ginebra. Ahora mismo seguramente estaba revolcándose con una perra extranjera. Esto solo era una estrategia para que cayera a sus pies una vez mas. Antes lo hacía, ya no.

David entró a la tienda, puntual y radiante. Jesús. Inmediatamente olvidé todo el asunto de James.

Luego de comer helados en una tienda cercana, David quería llevarme a su casa. Pero le dije que no, yo sabía que la atracción que teníamos explotaría algún día sin embargo yo no estaba lista para eso, el lo entendía, dejarse llevar, que las cosas pasen sin ser planeadas, ese era nuestro acuerdo.

Una vez estacionados al frente de mi departamento, le mostré el texto a David sobre James, en realidad desde que había cortado con James, David había sido un buen amigo -como Leah- el cual me apoyo en ese momento, vaya, ¿quien lo diría?. La ruptura y un bar se habían hecho responsables de nuestro encuentro.

-Nena, no creo que sea mentira- dijo, luego de leer el mensaje.

-¿Que quieres decir?- le pregunté.

-El no sería tan estupido para mentirte sabiendo que tu no le responderías.

-De hecho... Lo hice.

El bajó la pantalla con su dedo y vio mi "vete al infierno", sonrió y me devolvió el teléfono, lo tomé.

-Esa es mi chica.

Oh mi Dios. Se que no debería emocionarme porque me llame así pero es...

Y me beso. Joder, yo no odiaba esto, de hecho me encantaba, besaba jodidamente bien. Pero siempre me tomaba desprevenida...

Colocó su mano en mi cintura jalandome hacia el, por lo que casi golpeo la palanca que separaba los dos asientos. El me jaló aún mas dándome a entender que me montara en su regazo, lo cual hice. Mis piernas a cada lado de su cintura y mi espalda rozando el volante, joder no deberíamos estar haciendo esto, daba gracias a Dios, que los vidrios ahumados dificultaban la vista.

El levantó mí camiseta de trabajo unos centímetros para tocar mi piel haciendo círculos con sus dedos. Bajo sus manos a mi trasero sosteniéndolo y lo apretó y yo respondí jalando su cabello suavemente.

-Me encanta lo receptiva que eres- susurró en mis labios.

Se acercó otra vez y tiro de mi labio, volvió a besarme mas rápido, y empecé a considerar pasarlo a mi departamento o seguir en el carro. Mierda, estaba excitada.

El se separo de mi y sonrió al ver que yo me acerque para seguir con el beso.

-Adiós, nena.

Hijo de puta.

Lo miré alzando las cejas divertida y con mi poco orgullo baje de su jeep, escuchando como me tiraba besos desde lejos.

Entre y me apoye en la puerta. Maldito, me las cobraría.

-AnaGenf.

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