Capítulo Doce

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D A V I D

-¿Que estás haciendo aquí, Ava?- le pregunte, por lo cual no le dio tiempo a preguntar por la tinta de mi brazo.

Porque, si, noté como observó fascinada el tatuaje.

-Pues, quise distraerme un poco- reaccionó - ¿Porque te estoy dando explicaciones?.

-Lo siento nena, yo solo me preocupaba por ti. ¿Como te sientes?.

-En realidad de maravilla- una sonrisa atravesó su rostro - Ese hijo de puta no merece una lágrima mas.

Sonreí orgulloso, me encantaba ver lo pequeña que era y el corage que podía llegar a expresar.

-Me alegro mucho, Ava.

Sonreí y un segundo despué mi sonrisa se desvaneció. La cara de ella demostró confusión, me acerqué a ella al punto de que la pequeña espalda de Ava chocó con la pared de graffitis, coloqué mis manos a cada lado de su cabeza, ella se veía asustada, indefensa. Estando a pocos centímetros de su cara y su cuerpo bajé la mirada lentamente por su cuerpo desde su cara, su cuello, las tiras delgadas de la blusa junto con su trenza y sus pechos, su pantalón y finalmente sus tacones. Joder. Esto tenía que parar porque sino la besaría y si ella correspondía no sería capaz de detenerme.

Subí la mirada hasta su cara nuevamente y sonreí al ver sus mejillas encendidas.

-Estás preciosa, Ava. No sabía de este lado oculto tuyo.

-No... De hecho... Yo... Um... Me vistió Leah, aquella del teléfono, ¿sabes?. Yo no suelo usar esto- se señaló.

-Me gusta, es... Atrevido.

-Si lo se, joder, ¡Parezco una puta!- ella casi grito, sino fuera porque me tenía a centímetros.

-No Ava. No. Escuchame- levanté su barbilla con mi dedo índice- Podrías dejar a muchos hombres excitados allá afuera pero no significa que te rebajes a coquetear con ellos.

-¿Te he dejado excitado?- preguntó, inocente y dulce.

Mierda, ¿Que no se daba cuenta del efecto que tenía en mi?.

-Yo lo siento, no quería decir eso. A veces no pienso lo que digo y solo lo pienso cuando lo digo y...

Y... La besé con la excusa de callarla.

Ella se quedo intacta, asimilando, luego como que si viviera de ello, movió sus labios con los míos y me pegué a ella lo mas posible, quería demostrarle lo tanto que me excitaba. Ella gimió al mínimo contacto de la bragueta de mi pantalón con el suyo y aproveche ese instante para meter mi lengua en su boca, joder. Para. Para. David. Para. Gritaba mi sentido común.

Ella me separó con sus manos en mi pecho y di gracias al cielo porque no iba a ser capaz de detenerme.

-David- susurró casi gimiendo, su aliento cálido chocó en mis labios.

-Dime nena.

-¿Esa es tu respuesta? Porque si es así, la he entendido perfectamente- volvió a susurrar.

Mi dulce e inteligente Ava.

-AnaGenf.

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