Capítulo 52

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Killian se despertó cuando los primeros rayos de sol entraron por los grandes ventanales. Lo primero que notó fue el cuerpo de Emma junto al suyo y abrió los ojos de inmediato. Emma estaba con los ojos cerrados, tumbada de lado frente a él. Parecía dormir tranquilamente pero Killian la observó un momento, comprobando su respiración, solo asegurándose de que seguía allí con él. Aquello lo había estado haciendo desde que salió del hospital, cada mañana comprobaba que seguía respirando, que su corazón seguía latiendo y que aún seguía viva y luchando. Se había convertido en un miedo constante desde que supieron que su vida podía tener una fecha límite muy pronta.

Después de eso consiguió volver a relajarse y se recostó de nuevo a su lado. Esos ratos de tranquilidad y seguridad le tranquilizaban el alma cuando todo lo que tenían durante el día era un peligro constante. Killian volvió a pasar la mano por su cintura, acercándose a ella todo lo que pudo. Aún seguía algo pálida, últimamente siempre lo estaba, y aunque había conseguido dormir casi toda la noche, las sombras bajo sus ojos persistían. Pero al menos esta vez había descansado. Entonces lo recordó. Aunque ahora estaba tranquila, aún profundamente dormida, no había sido así toda la noche.

Killian se había despertado tarde y la había encontrado echa un ovillo de espaldas a él, al borde de la cama, tiritando. Enseguida notó el miedo recorrerle la espalda y se acercó a ella preocupado. A pesar de que había permanecido con los ojos cerrados, Killian no había estado seguro de que estuviese completamente dormida. Pero eso no importaba, lo que importaba era que estaba sufriendo. La había llamado y había intentando calmarla, despertarla, pero no era una pesadilla y ella no había respondido. Solo tiritaba encogida sobre sí misma, como si intentara alejar el frío que parecía provenir de su interior. A Killian solo se le ocurrió una forma de ayudarla: cogió las mantas que se habían quedado arrugadas a sus pies y la tapó por completo. Y él la abrazó también, pegado todo lo que pudo a su espalda y rodeando su cuerpo, intentando cubrir la mayor parte posible para intentar darle algo de calor. Notó cada uno de sus temblores, y con cada uno él sufrió, su respiración pesada cada vez que su pecho se hinchaba y descendía rápido. Se quedó así por un tiempo, no supo cuánto, susurrándole palabras tranquilizadoras en la nuca y frotando sus brazos, hasta que sus temblores comenzaron a disminuir y se quedó inmóvil aún en el abrazo de Killian. No se despertó y no volvió a moverse.

Killian soltó un suspiro tembloroso en su pelo cuando se aseguró de que realmente estaba bien, al menos por ahora. Deseaba poder hacer algo por ella, poder salvarla como ella había hecho con él.

-Ya me has salvado-recordó que le había dicho una vez que él había pronunciado ese deseo. Ambos leyeron todo lo que había detrás de esas simples palabras, todo por lo que habían pasado juntos.

Esa vez, Killian había sonreído por la mirada de Emma cuando lo dijo, y volvió a hacerlo al recordarlo.


Emma no había vuelto a tener un episodio parecido aquella noche y Killian no quería despertarla todavía. Pero parecía ser que alguien tenía otra idea diferente. Dos golpes en la puerta resonaron en la habitación. Killian levantó la cabeza, dudaba que fuera algún sirviente. Deseó que, fuese quien fuese la persona que estaba llamando, comprendiese la hora inoportuna que era y se marchara.

No lo hizo. Los dos golpes volvieron a sonar. Killian fue a levantarse rápido para que el ruido no despertara a Emma, pero la notó removerse un poco y Killian maldijo internamente. Tendría unas palabras con quien se atreviera a despertarla. Emma se quedó quieta de nuevo, aún con los ojos cerrados y Killian salió con cuidado de debajo de las mantas y abrió la puerta una rendija antes de que la persona pudiera volver a llamar.

-Leo-exclamó en un susurro, el enfado desapareció enseguida y el diálogo recriminatorio que había ensayado de camino a la puerta se borró de su mente.

Érase Una Vez... a contrarrelojDonde viven las historias. Descúbrelo ahora