Capítulo 35

26 4 0
                                    

Siguieron caminando un poco más, hasta que la oscuridad fue demasiada para poder hacerlo sin peligro. Se detuvieron en un pequeño claro entre los árboles.

-¿Encendemos un fuego?-preguntó Leo dispuesto a ir a buscar ramas. 

A pesar de la oscuridad pudo ver cómo Killian negaba con la cabeza. 

-Seríamos visibles a mucha distancia. 

Emma recordaba esa respuesta de la primera vez que habían viajado a aquella isla. 

-De acuerdo-accedió Leo, aunque le hubiera encantado poder calentarse; el calor que los había hecho sudar por el día se estaba convirtiendo en un frío cortante por la noche. 

Se sentaron alrededor de unos árboles, aprovechando su protección, y comieron un poco de lo que habían traído. No tardaron en ponerse las chaquetas de nuevo y se turnaron para vigilar mientras el resto dormía. Empezó Killian. 

-¿Estás seguro?-le preguntó Emma. 
Killian asintió.

-Te has esforzado en llevarnos a todos por el Portal, necesitas descansar un poco antes de continuar-dijo y besó su sien. 

Killian notó cuando los dos hermanos se quedaron dormidos. El silencio era palpable así que pudo distinguir cómo sus respiraciones se hacían más profundas y serenas. Los observó un momento.

Podía admitir que se parecían bastante, al menos en lo esencial. Incluso con solo unos pocos días que llevaba conociendo a Leo ya podía ver lo protector que también era con Emma, lo cual solo hacía que le gustara más. Emma se merecía que la protegieran. 

Unas horas más tarde se dio cuenta de que Emma se había encogido casi imposiblemente sobre sí misma, aún durmiendo. Sabía que si estuviese despierta no lo dejaría hacer aquello, pero estaba dormida y tenía frío, así que se quitó su abrigo y la tapó con él. No se movió y siguió durmiendo y él volvió a su sitio junto al árbol. Siguió vigilando.

Había algo que lo tenía preocupado: Emma. Siempre era ella, aunque no pasase nada y todo estuviese aparentemente bien, siempre se preocuparía por ella. Sabía que era inevitable. 

Había pasado mucho miedo mientras ella había estado en el hospital, después había estado atento a su recuperación y luego había venido el alivio de ver que lo hacía bien. Pero la preocupación lo había golpeado de nuevo porque si había algo que no se le escapaba era su Swan, no había exagerado cuando le había dicho tiempo atrás que era como un libro abierto para él. 

Aunque los días después de que recuperase por completo su energía mágica ella había estado mejor que nunca, casi como si nada hubiera pasado y estuviese completamente recuperada, conforme pasaron más días pudo observar que empezaba a emporar. Era como si ese día hubiera llegado a su cima y ahora estuviese volviendo a decaer. Aún no le había dicho nada porque quería estar seguro, y tenía la esperanza de que ella se lo contaría si empezaba a notar algo raro. Pero era evidente a sus ojos, aunque ella intentaba fingir que nada pasaba: él podía ver perfectamente la palidez persistente en su rostro, la dificultad que parecía tener últimamente para mantenerse caliente y la debilidad de su cuerpo que antes de la maldición no había estado. Y la sangre, cuando le sangró la nariz de repente lo supo. El miedo que sintió por todo el cuerpo casi lo paralizó. Ella aún no estaba a salvo.

Leo se despertó cuando alguien lo zarandeó por el hombro. Aún estaba oscuro pero pudo distinguir que se trataba de Killian. Se levantó y cambiaron de sitio sin necesidad de decir nada.

Killian se tumbó cerca de Emma, quien no parecía haberse enterado de nada, y se quedó tranquilo a su lado intentando dormir. Leo los observó unos momentos, con su daga cerca de él y atento a cualquier sonido o movimiento que no procediera de ellos dos. La noche estaba tranquila y silenciosa, pero aún así tenía la desagradable sensación de que alguien podría estar observándolos en la oscuridad. 

Érase Una Vez... a contrarrelojWhere stories live. Discover now