Capítulo 39

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Caminó de vuelta por la arena con la intención de despertar a los chicos, pero se dio cuenta de que Killian ya se había despertado y la buscaba con la mirada. Se relajó de inmediato al verla. Emma se esforzó por sonreírle y parecer tranquila, pero supo enseguida que no lo consiguió, no para Killian al menos; él siempre podía ver a través de ella. 

-¿Pasa algo?

Emma se arrodilló a su lado y cogió su mano mientras Campanilla le hacía cosquillas en la nariz a su hermano para que se despertara. Lo hizo con un estremecimiento. Estornudó. 

-Me has llenado de tus gérmenes, humano-le gritó Campanilla.

Leo reía. 

-Ha sido culpa tuya. 

Emma sonrió pero giró la cabeza hacia Killian. 

-Tengo que contarte algo. 

Aquellas palabras tuvieron un efecto inmediato en Killian. Se puso más recto y su mirada se intensificó. 

-¿El qué?

-Venga, vamos-los llamó Campanilla-, ya se nos está haciendo tarde. 

-Más tarde.

Killian asintió y ambos se levantaron, recogieron sus cosas y se pusieron en marcha. 

Killian estuvo nervioso todo el camino de vuelta por el bosque hasta que Campanilla y Leo empezaron a hablar delante ellos y él por fin pudo acercarse a Emma. 

-Te acuerdas que te dije que pensaba que los efectos de la maldición ya habían acabado-comenzó Emma sabiendo lo que le iba a preguntar antes de que lo hiciera. 

Killian asintió. Por delante, Leo le preguntaba a Campanilla si también había hadas chico mientras ella revoloteaba cerca de él. 

-Creo que está empeorando. 

Emma lo dijo sin mirarlo a la cara. Durante las primeras horas había estado debatiendo internamente si contárselo o no porque no quería preocuparlo más, ya bastante tenían con aquella situación. Pero se merecía saberlo. 

La cabeza de Killian giró hacia ella de golpe. 

-¿Te sientes peor?-su voz tembló un poco, cosa que nunca hacía. 

Emma no respondió de inmediato sino que intentó buscar las mejores palabras para que no sonara demasiado mal. No encontró ninguna. 

-Emma-la detuvo Killian cogiéndola del brazo. Se quedaron cara a cara. 

Leo y Campanilla siguieron caminando sin percatarse de ellos, o puede que Campanilla sí lo hiciera y siguiera junto a Leo, pensó Emma. Killian no les prestó atención, la miraba a ella fijamente con la frente arrugada por la preocupación. Emma respiró hondo varias veces.

-Me he estado encontrando un poco mal últimamente-dijo con voz trémula-. Creo que va a peor. 

Killian no dijo nada pero, por su mirada, Emma supo que él ya lo sabía. 

-Hoy… Esta mañana… Yo, eh…, he… tosido sangre. 

No pudo mirarlo a los ojos cuando lo dijo, sus manos se movían nerviosas sin saber qué hacer con ellas. Pero levantó la mirada cuando vio que Killian no respondía. Seguía mirándola fijamente y, por un momento, Emma pensó que alguien lo había paralizado con magia. Pero el músculo de su mandíbula estaba apretado y sus puños también. 

-Eh-se acercó a él, levantó la mano para acariciar su mandíbula e intentar que se relajara. Esta vez no lo consiguió. –Estoy bien. 

-Emma-la interrumpió en un susurro ahogado agarrando su mano. 

-Estoy bien-insistió ella acercándose más. 

Killian negó repetidas veces con la cabeza y bajó la mirada. A Emma le dolió verle así, porque era su culpa, era culpa suya preocuparlo de esa manera. 

-No quería decírtelo por esto-Killian levantó la mirada-, no quería verte así. 

-Pues yo prefiero que lo hagas. 

Con eso Killian levantó la mano para acariciar su mejilla. Emma sintió cómo el estómago le daba un vuelco al ver su mirada: estaba devastado y asustado.

-Lo arreglaré, lo arreglaremos-se corrigió Emma-. Encontraremos la forma.

Killian siguió unos segundos sin decir nada, apretando su mano en la suya. 

-Killian…

-He estado a punto de perderte muchas veces-consiguió decir-, la última estuvo demasiado cerca. Pero ahora…-suspiró, los ojos le brillaban-. No puedo perderte Emma.

Emma apretó los labios y dejó escapar el aire. Ella tampoco podía perderlo a él, solo pensar en dejarlo le dolía más que el veneno que al parecer corría por sus venas.

Acortó la distancia que los separaba y se abrazó a él. Killian la rodeó con sus brazos y la estrechó fuerte, hundiendo la cara en su pelo y aspirando su aroma, como si temiera que esa fuese la última vez que podría hacerlo. 

-Campanilla dice que usar mi magia lo empeora-dijo Emma, su voz sonó amortiguada en su hombro. 

Killian se separó.

-No lo sabía, no me lo había imaginado-añadió Emma.

A Killian se le encogió el estómago al recordar cuántas veces había usado magia en los últimos días, en las últimas horas. 

-Entonces no la uses, podemos apañarnos. 

Emma dudó. Viajar entre mundos para detener maldiciones no era algo que podía hacerse sin magia.

-Solo lo imprescindible. 

-Solo lo imprescindible-aceptó Killian-. Y quiere saberlo todo, todo lo que te pase. 

Emma asintió, ya contaba con ello. Entonces Killian ahuecó su mejilla y se acercó para besarla. Se separaron cuando escucharon la voz de Leo a lo lejos. 

-Vamos-tiró de él Emma después de que besara su frente también. 

Caminaron durante todo el día a un ritmo constante, deteniéndose solo para beber agua, comer y descansar unos minutos antes de continuar. Emma notaba la mirada de Killian sobre ella constantemente, como si temiese que pudiera desplomarse en cualquier momento, pero sabía que era inevitable y era algo que podía soportar. 

No tuvieron ningún percance durante todo el camino, excepto por unas plantas venenosas que tuvieron que evitar y los gritos de lo que les parecieron niños en la distancia. Pero llegaron a salvo a la Hondonada de las Hadas justo cuando el sol comenzaba a esconderse. 

-Es bonito-dijo Emma observando los árboles que hacían de guarida de las hadas. Sus luces daban un aspecto mágico al lugar, como si estuviesen de celebración o algo parecido. Emma supo que no tendría mucho sentido decirles que parecían árboles de navidad. 

Emma vio todo tipo de hadas, aunque apenas ninguna se acercó a ellos. Campanilla se alejó un momento para hablar con algunas. 

-Os daremos provisiones para el viaje-les dijo cuando volvió a su lado. 

-Gracias-respondió Killian con una inclinación de cabeza. 

Campanilla pareció encogerse de hombros.

-Siempre es divertido cuando venís-sonrió. 

Los tres se guardaron todo tipo de frutas y bayas. Emma suspiró aliviada porque ya habían gastado prácticamente todas sus provisiones de comida. 

-Seguidme-dijo Campanilla cuando terminaron. 

Emma y Leo despidieron al resto de las hadas con la mano y la siguieron. 

Campanilla los guio hacia unos árboles más alejados de la aldea hasta que llegaron a uno más grande que el resto, con algunas lianas alrededor del tronco. A opinión de Emma parecía un árbol normal. Pero Campanilla voló hacia el suelo, espolvoreó un poco de polvo brillante por encima y una rama gruesa se levantó dejando al descubierto un hueco en la tierra. 

-¿Ese es el Portal?-preguntó Emma mirando el agujero oscuro con desconfianza.

Campanilla tintineo en respuesta. 

-Buen viaje, y gracias-dijo sinceramente a modo de despedida antes de que ninguno de ellos pudiera hacerse a la idea de que debían pasar por aquel agujero para llegar a otro mundo. 

Killian asintió y observó también el agujero. Era lo suficientemente grande para que pudiera pasar una persona, pero la oscuridad en su interior no le daba mucha confianza. 

-¿Cuánto hay de altura?-preguntó Leo asomándose dentro.

-Es un Portal, no puedo saberlo-respondió Campanilla-. Pero es seguro.

Emma quiso preguntarle si alguna de ellas lo había cruzado para averiguarlo.

Leo se acercó más al agujero e intentó distinguir algo dentro, pero no pudo. Estaba demasiado oscuro y lo único que podía ver eran algunas raíces recorriendo las paredes de tierra. Intentó acercarse un poco más, pero su mano se escurrió en la tierra y perdió el equilibrio. Una fuerza invisible pareció tirar de él, como hacían los Portales cuando te acercabas demasiado, y cayó dentro.

-¡Leo!-gritó Emma acercándose, pero él ya había desaparecido en el interior.

-¿A qué esperáis?-los animó Campanilla. 

Emma y Killian se miraron un segundo. Emma respiró hondo; lo último que hubiera esperado era tener que pasar por un agujero en el suelo igual que en la película, pero parecía que algunas de las cosas de los cuentos sí que eran totalmente literales.

Intentó animarse recordando que confiaban en Campanilla y que no los mandaría por una trampa mortal. De todas formas, supo que ya no había vuelta atrás, su hermano había caído por aquel agujero y no iba a irse sin él. Saltó delante de Killian y él lo hizo detrás de ella. 

Érase Una Vez... a contrarrelojTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon