Capítulo 3

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Se mantuvo en ese estado durante lo que le pareció solo un día más, aunque más tarde Regina le confirmó que en realidad habían sido tres. Salió de la cama cuando se cansó de escuchar el sonido insistente de su teléfono. Siguió el ruido hasta sus pantalones tirados en el baño y respondió. 

-Por fin, Emma. Me estaba empezando a preocupar-dijo Regina al otro lado. 

Emma se sorprendió por su declaración, aún lo hacía; Regina había cambiado considerablemente pero Emma tenía el defecto de no olvidar y el rencor por todo lo que había sufrido por su culpa aún la hacía reticente a dejarla entrar en su vida como a una amiga. Aún así ella seguía intentándolo y Emma veía su cambio cada día pero cada vez que pensaba que podría dejarlo todo atrás y ver solo a la mujer en la que se había convertido, la Reina Malvada, los recuerdos, volvían y se le clavaban en el pecho haciéndola retroceder. 

-¿Ha pasado algo?

-No-respondió Regina y Emma pudo ver un resquicio de incomprensión en su voz-. Es solo que han pasado unos días y no habías dado señales de vida, nadie te había visto y… solo queríamos saber si estabas bien. 

Emma apretó los dientes y se mordió el labio. No, no estaba bien, pero no lo admitiría en voz alta porque sabía que quien la conociera ya lo sabría. Incluso sabía que ella lo veía también. 

-Solo estaba… descansando-respondió en su lugar. 

-Sí… claro.

Emma se dio cuenta de que era media mañana. Se asomó fuera, los rayos de sol la cegaron por un momento y volvió a cerrar las cortinas con un gemido. Ver el cielo despejado y la ciudad soleada en contraste a como se sentía ella, como si hubiese una tormenta en su interior, la enfadaba en cierta manera. Era como si el mundo se estuviese burlando de ella.

-Emma, ¿me escuchas?-escuchó la voz de Regina.

-Sí, sí, perdona, ¿qué decías?

Hubo un momento de silencio que Regina salvó rápidamente.

-Te decía que no hemos vuelto a ver a Scar por ningún lado. Puede que siga escondido en el bosque así que Robin y yo vamos a seguir buscando con la ayuda de sus hombres.

-De acuerdo. –Emma no entendía por qué la había llamado solo para decirle eso. Pero se regañó a sí misma porque sabía que se había preocupado y que por eso lo había hecho en primer lugar. 

Hubo un momento de silencio. 

-¿Quieres venir con nosotros?

Emma se quedó callada. Una parte de ella quería encontrar a Scar, si es que él era el culpable de todo lo que había pasado, y hacerlo pagar, al menos encerrarlo. Había aparecido hacía apenas medio mes y la ciudad se había vuelto un tremendo caos por su culpa. Desde un primer momento había manifestado abiertamente su deseo de matar al Oscuro para convertirse él en el nuevo Ser Oscuro. Emma se estremecía solo de pensar en todo aquel poder en sus manos. A Gold lo tenían controlado, guardaban su daga en un lugar seguro que era imposible que nadie, ni siquiera Gold, excepto ellos, supiera dónde estaba. Y mucho menos Scar. Pero eso no lo había detenido y había estado buscándola por toda la ciudad, hasta que se había cansado de buscarla a ciegas y había decidido crear el caos para divertirse mientras seguía con su búsqueda. Después vinieron las amenazas. Habían intentado atraparlo pero al parecer poseía algo de magia y podía convertirse en un león a voluntad. Eso hacía mucho más difícil acercarse a él y encontrarlo.

A pesar de todo eso, por lo que sabían no poseía más magia por lo que no entendía cómo había pasado todo lo demás. Killian había desaparecido sin decir nada, sin ninguna explicación y ella no sabía por qué. Eso no era propio de él pero la niña asustada de su interior gritaba que la había dejado como todos los demás. Aunque ella sabía que eso no podía ser, la voz dolía como si fuese verdad. El miedo a que lo fuese no la dejaba dormir ni pensar en nada más. Excepto en sus padres que se habían marchado también poco después, abandonándola de nuevo, dejándola sola sin miramientos. En el fondo sabía que eso tampoco era verdad, que debía haber pasado algo que explicase su repentina desaparición, pero todo lo que había encontrado había sido un poco de arena esparcida en el suelo en su casa. Nada tenía sentido y ni ella ni Regina entendieron nada. Aunque precisamente no era Regina con quien Emma quería hablar de eso ya que ella había sido la culpable de que hubiera pasado casi veinticinco años de su vida sola y rodeada de dolor. Sabía que debía llegar un momento en que tendría que dejar atrás todo ese rencor, pero a veces sentía que nunca podría porque Regina ahora tenía a Robin, a Roland, a su hermana y estaban todos felices y juntos y ella se había vuelto a quedar sola.

Érase Una Vez... a contrarrelojKde žijí příběhy. Začni objevovat