Capítulo 33

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Emma miró el techo oscuro sobre su cabeza. Llevaba horas dando vueltas en la cama sin conseguir dormirse. No podía dejar de pensar en lo que había hecho y en lo que suponía y, aunque estaba cansada, no era capaz de hacer que su mente dejase de dar vueltas y desconectara.

Notó el brazo de Killian sobre su abdomen, estaba relajado y podía sentir su respiración tranquila a su lado. A pesar de la oscuridad distinguió su silueta y sus ojos cerrados. Nunca esperó que fuese de los que se abrazaban para dormir, no cuando lo conoció al menos, pero aquella era una más que agradable sorpresa. Ella no lo había sido desde luego, pero más de una vez se había encontrado aferrada a él en la cama. Y los pensamientos volvieron a su mente.

Por una parte se sentía mal porque aún no había podido contarle que no se encontraba bien, que creía estar empeorando y tenía el mal presentimiento de que se trataba de la maldición. Después de salir de la cafetería, al llegar al apartamento, le había sangrado la nariz y eso sí que no pudo escondérselo. Killian se puso frenético, asustado. Emma intentó tranquilizarlo diciéndole que probablemente se habría dado un golpe o algo parecido, pero ninguno se lo creyó y Killian estuvo mirándola como si se fuese a desmayar en cualquier momento hasta que finalmente se acostaron. 

Pero él había soportado mucho por su culpa, él también se había visto afectado por la carga que era ser la Salvadora y por una vez quería que descansara de eso, de los problemas que ella suponía constantemente. Y luego estaba el hecho de que en pocas horas tendrían que viajar en el tiempo para perseguir a un hechicero que había intentado borrarlos del mapa. Aunque no era eso lo que más le preocupaba sino el hecho de que tendrían que volver a separarse. 

Después de que abriese el Portal en la abuelita se habían tomado un tiempo para planear la salida inmediata.

-No podemos esperar más-había dicho Elsa. 

El plan estaba claro en su mente: solo habían sobrevivido dos judías mágicas, lo cual era suficiente porque Emma tendría la girosfera y no necesitaría ninguna. Habían decidido dividirse en tres equipos; Regina, Zelena y Robin viajarían a Oz; sus padres y Elsa al Bosque Encantado y Arendelle ya que ambos estaban en el mismo mundo; y ella, Killian y su hermano irían a Nunca Jamás. Se sorprendió cuando Leo dijo que quería ir con ellos. Miró a sus padres sin saber qué decir y, aunque ellos parecían reacios a esa idea, a ella no le importaba y a Killian tampoco. 

-Pero…-había intentado protestar Blanca. 

Leo la detuvo.

-Estaremos bien-dijo con esa sonrisa encantadora y decidida que parecía haber heredado de David. 

A pesar de que las cosas habían quedado planeadas media hora después, sus padres habían querido hablar con ellos dos a solas. 

-No queremos separarnos de nuevo-empezó Blanca mirando a Emma fijamente.

-Tenemos que hacerlo, es la única forma de llegar a tiempo a todos los reinos. 

Blanca lo sabía pero eso no hizo que la idea de separarse de su hija otra vez ante un peligro mortal y viajando por el tiempo y el espacio fuese más sencilla. 

-Y necesitamos que alguien con magia vaya con los demás-siguió Emma. Para ella tampoco era fácil tener que separarse de sus padres de nuevo, le aterraba lo que pudiera pasar mientras lo estaban, pero no había otra opción si querían que las cosas salieran bien-. Elsa tiene que volver a su casa y vosotros conocéis mejor el Bosque Encantado, así que sois perfectos. 

Blanca se tomó un momento y miró a David, quien tenía la misma expresión angustiada que ella. Sabían que su hija tenía razón y también conocían la otra razón que no había pronunciado: no se iba a separar de Killian. Ellos no querían que lo hiciera, Emma siempre era más feliz con él cerca, pero la idea de separarse seguía martirizándolos.

Blanca miró a su hijo también, no había pensado que podría querer irse con ellos, no por nada en concreto, simplemente no lo había considerado. Pero su expresión era calmada y se parecía tanto a la de David que casi consiguió tranquilizarla. Estarían juntos, era normal que quisieran estarlo, y se protegerían el uno al otro. Estarían bien. 

Emma notó cómo el agarre de Killian se apretaba un poco y él se acercaba, como si pudiera notar su intranquilidad. Pero no se despertó. Emma acarició su brazo suavemente. Él siempre había sido muy observador con ella, pendiente siempre de lo que le pasaba; había notado que esos días se quedaba más tiempo mirándola fijamente, como si esperase que en cualquier momento pudiera desplomarse. A veces creía que lo sabía, que se daba cuenta de que algo no iba bien con ella, pero si así era no había dicho nada todavía. Supuso que era solo preocupación por todo lo que había pasado. Él siempre se preocupaba y Emma había descubierto que le gustaba. Estaba bien sentirse querida. 

Observó su silueta en la oscuridad. Regina y sus padres se quedarían con las judías mágicas para que, cuando detuvieran las maldiciones, pudieran regresar. Ella tendría la girosfera. 

-Debemos volver a Storybrooke como mínimo ocho días más tarde de cuando salgamos-había explicado Regina-, si no nos encontraremos con nosotros mismos. Tendremos siete días, más o menos, para encontrar los relojes de arena.

-¿Más o menos?-había preguntado David. 

-No sabemos exactamente cuándo los colocará Jafar pero, como saldremos el mismo día que él, como mínimo tendremos esos siete días. Y debemos darnos prisa, no penséis que porque ahora podamos volver al pasado tendremos infinitas posibilidades porque si la maldición se desata y nos pilla dentro perderemos nuestros poderes y la magia. Estaremos indefensos si Jafar nos ataca y tampoco podremos usar las judías mágicas para volver, o la girosfera. 
Emma asintió. Tener aquel poderoso objeto no los hacía invencibles. 

-¿Y cómo encontraremos a Jafar?

-Supongo que notará cuando una maldición no funcione. Tenemos que intentar dar con él y atraparlo, o al menos quitarle lo que sea que use para viajar. Si detenemos sus planes en algún momento aparecerá, aunque solo sea porque esté muy enfadado. 

En algún momento entre todos esos pensamientos, Emma se quedó dormida. Cuando abrió los ojos a la mañana siguiente notó que no habían sido demasiadas horas. El sol aún no había salido cuando escuchó los pasos de Elsa en el piso de abajo. 

-¿Lista para otro viaje en el tiempo?-susurró Killian a su lado.

Emma sonrió, pudo escuchar tanto la broma como la intención real. Ellos dos ya habían viajado en el tiempo y eso había traído más problemas que soluciones. Pero esa vez sería distinto.  Tenia que serlo.

En lugar de responderle simplemente se acercó a él, quien aún tenía los ojos cerrados, y le dio un beso en la comisura de los labios. Killian sonrió y notó su brazo apretarse en su espalda. 

-Mala puntería-bromeó y acortó la distancia para besarla en los labios. 

Emma sonrió en el beso. Cuando se separaron Killian acarició las sombras que tenía bajo los ojos. 

-No has dormido-afirmó más que preguntó.  

Entones Emma abrió los ojos y se encontró con la preocupación en los suyos. Intentó sonreírle para que no se preocupara, pero era Killian y sabía que eso no serviría de mucho. 

Killian la aceptó pero no consiguió calmarse. Verla sangrar anoche había confirmado sus sospechas, y aunque quería que se quedara a salvo, en un lugar donde pudiera descansar y cuidarla, la necesitaban, todos lo sabían y la conocía lo suficiente como para saber que no se quedaría atrás.

-Vamos-dijo Emma levantándose de la cama-, antes de que Elsa queme la cocina. Me parece que es igual de experta en aparatos eléctricos como tú lo eras cuando llegaste.

Killian rió suavemente por el comentario, aunque vio la sutil mueca que se le formó en el rostro al hacer el esfuerzo de levantarse. La siguió.

-Pero he mejorado. 


Érase Una Vez... a contrarrelojWhere stories live. Discover now