Capítulo 6

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Emma abrió la puerta del piso con la llave que aún conservaba de cuando había estado viviendo allí. Todo estaba igual que cuando había llegado hacía unos días, en realidad lo único que había hecho había sido ducharse y dormir. 

-¿Qué es todo eso?-preguntó Killian a su espalda cuando vio todas las cajas a un lado. Emma no las había movido de sitio, tampoco pensaba que hubiese un sitio específico y solo había estado ella así que no le habían molestado. 

-Lo que conseguí salvar.

Killian la miró confuso y se acercó a las cajas para mirar en su interior. Encontró muchas de las cosas que tenían, incluso la mayoría de las que había traído del Jolly Roger. Sonrió.

-No pude con todo y algunas cosas están un poco chamuscadas, pero la mayoría están bien, creo. 

Killian se levantó sin dejar de mirarla fijamente, pero Emma siguió. Se agachó a una de las cajas y sacó algo pequeño de dentro.

-Ah, y conseguí arreglarlo. No está perfecto pero hice todo lo que pude-añadió al ver la expresión seria de Killian. 

Killian reconoció al instante el guardapelo que con tanto cariño había guardado durante años. Lo cogió de sus manos y lo miró fijamente. Estaba perfecto, si no fuese porque lo había visto destrozado hubiera pensado que nada le había pasado. Entonces levantó la vista hacia Emma y su mirada se desvió a sus manos vendadas por las quemaduras. Ella había dicho que algunas de las cosas estaban chamuscadas y pudo escuchar la culpa en su voz cuando lo dijo, como si pensase que él podría enfadarse de nuevo porque se le hubieran estropeado algunos objetos. Killian quiso abofetearse a sí mismo. Ella había arriesgado sus manos para salvar muchas de sus cosas personales a las que sabía que él tenía aprecio, se había puesto por delante. Le había hecho creer que sus efectos personales, sus recuerdos del pasado valían más que ella. Eso lo hizo odiarse a sí mismo. Sí, se había molestado cuando descubrió el guardapelo roto, pero nunca se hubiera enfadado con ella de esa manera por ello, y la creyó cuando le dijo que no había sido ella, pero él no había sido el que le había contestado, él no había decido irse enfadado. Sintió una ira ardiente hacia quien fuera que lo había manejado porque le había hecho daño a ella. 

Emma todavía tenía esa expresión en el rostro, como si esperase que él reaccionase mal por todo aquello y supo que no se debía tanto a su reacción sino a años de situaciones parecidas. Apretó la mandíbula y volvió a bajar la mirada hacia las fotos del guardapelo. Su madre y su hermano le sonreían. Ambas volvían a estar en buen estado, igual que el guardapelo, arreglado por completo. 
Volvió a levantar la mirada, Emma lo miraba desde cierta distancia con inquietud en los ojos. 

-Siento que se rompiera, no sé cómo pasó, pero yo no fui, te lo prometo-su voz se apagó.

Killian no respondió, no dijo nada, simplemente se acercó a ella y la besó. Su mano ahuecó su nuca y la acercó más con su otro brazo rodeando su cintura, abrazándola, presionándola contra él y profundizando el beso. Se separó solo un momento para poder hablar.

-Sé que no fuiste tú, te creo, te creí la primera vez que me lo dijiste y nunca estuve enfadado contigo. Pero no era yo, yo no decidí irme y tampoco pude hacer nada para evitarlo. Lo siento, siento que haya pasado todo esto.

Emma negó débilmente. 

-Sabía que algo iba mal, tú no te comportas así, pero no sabía el qué. 

Killian dejó el guardapelo a un lado y volvió a besarla, había echado tanto de menos hacerlo; besarla, tocarla y sentirla. No necesitaba más y quería que ella lo supiera, que supiera que ella era todo lo que necesitaba y quería.

No necesitaron más explicaciones porque se entendían de esa forma. Los besos y las caricias se alargaron durante horas, la ropa desapareció y sus suspiros llenaron la habitación. Hasta que ambos acabaron agotados y el sueño los alcanzó. 

Érase Una Vez... a contrarrelojWhere stories live. Discover now