Capítulo 17

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NARRA TORI

Sábado noche

Me bajé de la moto con cuidado y respiré aliviada. Odiaba las motos y mucho más cuando conducía Colin.

—Podríamos haber ido al cine en coche —me quejé.

—¿Y dónde aparco el coche? ¿En el tejado? —preguntó riendo—. Vamos, no ha sido para tanto.

—Claro que no porque es muy normal acelerar cada vez que el semáforo se pone en ámbar —contesté irónica.

—Después de dos semanas sigo sin entender por qué no te gusta mi moto —dijo acariciándola con suavidad—. Es maravillosa.

—Si tú lo dices. —Me quité el casco y se lo di—. Gracias por traerme a casa de Becca. —Le di una beso en la  mejilla y le sonreí—. Nos vemos el lunes.

—Espera, espera. —Me agarró de la mano y me volvió a acercar a él—. Eso no es un beso de despedida.

—Nos podrían ver —le susurré y miré la casa de Becca—. ¿No ves que son unas cotillas?

—Vamos, no creo que estén vigilando por la ventana. —Me acercó aún más y relamió sus labios.

—Eso no vale.

—¿El qué? ¿Esto? —Y volvió a hacerlo.

—Eres un tramposo, Colin Maverick.

—Bésame de una vez, Victoria Brooks.

Pasé mis manos por su cuello y le besé. Seamos sinceras, no me iba a ir sin besarle.

—Bueno... —Me separé de él y di unos pasos hacia atrás—. Ahora sí me voy.

—Vale.

—Vale.

Seguí caminando hacia atrás y él no dejaba de sonreír.

—Hasta el lunes.

—Hasta el lunes —repitió.

—Bien... —Me di la vuelta y caminé hacia el porche de la casa de Becca.

—¡Bonito culo! —Me giré avergonzada y le vi reírse.

—¡Eres idiota!

Se subió a la moto y me lanzó un beso antes de ponerse el casco y alejarse de allí.

—Será... —Terminé de subir los escalones y la puerta se abrió dejando a la vista a mis amigas—. Maldito Maverick...

___

A veces tenía mis dudas, pero hoy por fin podía confirmar que mis amigas estaban más emocionadas que yo por salir con Colin.

—Aquí traigo varias cosas —dijo Becca entrando en el salón con una bandeja llena de bebidas y de comida. La dejó en la mesa y se sentó al lado de Liz—. Bueno, Victoria. —Me miró fijamente y esbozó una sonrisa—. ¿Besa bien?

Las demás empezaron a soltar grititos y risitas por lo bajo.

—¿Esto es necesario? — pregunté y asintieron todas a la vez—. Está bien. Increíblemente bien.

Volvieron a gritar, pero esta vez un poco más fuerte.

—Está claro que ese chico no puede hacer nada mal —comentó Becca divertida—. Es que está buenísimo.

—Y que lo digas —añadió Liz.

—Que no te oiga Mike —contesté riendo.

—Mike tiene que asumir que ese chico es como un dios griego.

Y entonces llegó MaverickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora