Capítulo 2

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NARRA TORI

Lunes

Pi pi pi pi pi

Estúpida alarma.

Estiré el brazo y golpeé el reloj hasta que dejó de sonar. Solo quería seguir durmiendo...

Abrí los ojos y me levanté sobresaltada. ¡Era el primer día de clase! Me levanté de la cama y me encerré en el baño para darme una ducha y asearme un poco antes de bajar. Después, me puse una blusa azul celeste, unos vaqueros cortos y unas sandalias.

Una vez vestida, bajé a la planta baja para desayunar. El olor a bizcocho recién hecho inundaba toda la casa.

—Buenos días —saludé a mi madre—. ¿Tenías ganas de cocinar?

—Ya sabes que me encanta que mi niña vaya bien alimentada. —Me dio un beso en la mejilla y me puso un trozo de bizcocho, un vaso de leche y un zumo de naranja—. ¿Estás nerviosa?

—Un poco, pero seguro que sale todo bien— contesté sonriente.

—Siempre tan positiva —me sonrió y me dio otro beso, pero esta vez en la frente—. Me voy ya a trabajar que sino llego tarde.

—¡Pasa un buen día! —le grité antes de que saliera de casa.

Cuando terminé de desayunar, volví a subir a mi cuarto para maquillarme un poco y lavarme los dientes.

El claxon resonó por toda la casa y terminé de echarme colonia antes de salir con el bolso a medio llenar.

Liz me esperaba en su coche aparcado delante de mi casa. Menos mal que habíamos entrado las dos en Medicina y que seguiríamos juntas durante varios años.

—¡Demasiado lenta! —exclamó en cuanto abrí la puerta—. ¿Cómo puedes tardar tanto?

—Yo también me alegro de verte. —Me senté y me puse el cinturón—. Esta cara no es así de bonita por las mañanas.

—Como eres un orco... —comentó irónica—. ¡En marcha!

Arrancó el coche, puso la música a tope con nuestra canción favorita Stupid Cupid de Conni Francis y nos pusimos a cantar a gritos. Siempre hacíamos lo mismo y no nos importaba que los coches que pasaban a nuestro lado nos miraran como si estuviéramos locas. Esta era otra de las razones por las que Liz era mi mejor amiga, no le importaba lo que pensaran los demás de ella con tal de divertirse.

Diez minutos después llegamos a la universidad. Podría decir que era normalita, pero era la mejor universidad que había visto en mi vida: jardines inmensos, edificios antiguos, mucha gente...y chicos guapos.

—¿Has visto a ese? —me preguntó Liz mirando en la misma dirección que yo—. Este año va a ser maravilloso.

—Eso se lo cuentas a Mike.

—No me cambies de tema. —Apagó el motor y nos bajamos del coche—. Este es nuestro año, Tori.

—Eso seguro.

Entramos en la facultad de Medicina y vimos a varios chicos saludarse, otras chicas se abrazan y otros estaban aún más perdidas que nosotras.

—Creo que era la primera planta —le dije a Liz.

—Pues subamos.

Llegamos al aula que estaba justo al lado de las escaleras. La gente ya había entrado y se había acomodado en algún sitio, pero no nos costó mucho encontrar dos asientos cerca de la ventana.

La mañana fue bastante aburrida. Todo eran presentaciones de los profesores y charlas tipo tenéis que estudiar mucho y bla bla bla. Estaba deseando que llegara la hora de comer.

El timbre sonó y todos salieron corriendo en dirección a la cafetería.

—¡Me muero de hambre! —exclamó Selena, la chica nueva que habíamos conocido.

—Han sido demasiadas horas seguidas. Tengo la cabeza apunto de explotar —añadió Paul, el chico que se había sentado al lado de Liz.

—Yo solo quiero comer... —me quejé.

—Esperemos que la comida sea buena.

De repente, un chico pasó corriendo a mi lado y me empujó con tanta fuerza que me hizo perder equilibrio y tropezar con el bordillo.

—¡Victoria! —gritó Liz.

Pero no me caí. Una mano me había agarrado de la cintura antes de que cayera de morros contra el suelo. Respiré aliviada y me volví a incorporar para ver quién había sido la persona que me había librado de esa caída.

—Deberías mirar por dónde vas, preciosa. —Esa voz... Me di la vuelta y puse una mueca al ver al chico que intentó pegar a Alex—. Te podrías haber hecho daño.

—Y tú deberías controlar tus manitas.

Una sonrisa apareció en su rostro y eso me irritó aún más. ¿Qué tenía tanta gracia?

—Si no fuera por ellas, tú estarías ahora mismo en el suelo. —Dio un paso hacia mí sin quitar la sonrisa de la cara—. Con un gracias sería suficiente.

—Sí, claro...gracias. —Me di la vuelta dispuesta a unirme otra vez a Liz, pero me agarró del brazo—. ¿Qué quieres ahora?

—Para ser tan guapa eres demasiado borde —dijo mientras apartaba un mechón de mi rostro—. Dime, ¿no hay ni un beso de despedida?

—¿Así es como ligas con las chicas?

—Dímelo tú. —Se acercó aún más a mí dejando unos pocos centímetros entre los dos—. ¿No te parece bien?

—Yo...pues... —Estaba a punto de tener un colapso nervioso.

—Te pongo... ¿nerviosa?

¿Nerviosa yo? Puede que irritada, incómoda, angustiada, inquieta; pero nerviosa no.

Vale, sí me ponía nerviosa.

—¿No tienes nada mejor que hacer? —intervino Liz separándole de mí.

—¡Eso! —añadí intentando recuperar la compostura—. Adiós.

Agarré el brazo de Liz y me la llevé lo más lejos que pude de ese...de él.

NARRA MAVERICK

Claro que se había puesto nerviosa. ¿Cómo no se iba a poner nerviosa con alguien como yo tan cerca? Si no se hubiera acercado su amiga...

Tú también te has puesto nervioso...

Yo no me pongo nervioso y menos con una chica como ella. Tan nerviosa, tan indefensa, tan...

¿Guapa? ¿Misteriosa? ¿Con carácter?

Basta.

Por más que me des órdenes, sigo estando en tu cabeza y no me voy a marchar de aquí.

Decidí ignorar mis pensamientos y centrarme en lo próximo que haría.

Mi móvil empezó a vibrar en mi bolsillo.

—¿Qué quieres a estas horas? —pregunté enfadado.

—Siempre es una alegría llamar a mi mejor amigo. ¿Tan mal ha ido? —West era mi mejor amigo desde hacía un par de años y nunca me había fallado.

—Siempre consigo lo que quiero.

—Esta chica es un reto imposible para ti.

—Menudos ánimos...

—Vamos, déjalo y disfruta de las mujeres tan atractivas que hay en Standford.

—Adiós, West.

—Pero... —Y colgué.

Victoria Brooks, vas a ser mía y solo mía.

Y entonces llegó MaverickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora