Capítulo 12

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NARRA TORI

Sábado

El mejor día de la semana.

El sábado es ese día de toda la semana que no tienes que madrugar, no tienes que hacer nada salvo estar en pijama toda la mañana y no pensar en nada más que en ver la televisión.

Sin embargo, no podía ser tan perfecto. Ryder me había despertado antes del amanecer para ir a correr juntos como solíamos hacer antes. Yo no me habría quejado si no me hubiese dormido ayer tan tarde. ¿Por qué no me daba un poco de tregua?

—Esta es la mejor hora para salir a correr y que el cuerpo se ponga en marcha —dijo como solía decir todas las mañanas—. Aunque te veas fatal. —Me miró de arriba abajo e hizo una mueca.

—Claro que me veo fatal —contesté malhumorada—. No pretenderás que vaya con mis mejores galas a correr.

—No lo digo por tu pantalón corto ni tu camiseta de tirantes ni tu sudadera —habló enumerando mi ropa—. Lo digo por tu cara.

—Al menos la mía sigue siendo mejor que la tuya —contraataqué—. Anda, vamos.

—¡Correr! ¡Correr! ¡Correr! —gritó emocionado saliendo de casa.

—¿Por qué a mí? —pregunté al cielo esperando algún tipo de respuesta que nunca llegó.

Después de una hora seguida corriendo, me encontraba tirada en el césped de un parque mientras mi hermano seguía haciendo abdominales y flexiones. No se cansaba nunca.

—298...299...300. —Y empezó otra vez con las flexiones—. 1...2...3...

—¿Podemos desayunar ya? Me muero de hambre —me quejé.

—Las últimas, lo prometo.

—Eso dijiste hace diez minutos.

Me tumbé de lado y le miré. ¿Llevaría algún tipo de batería externa? Miré por encima de su espalda y vi a un par de chicas pararse a mirar a mi hermano. ¿Cómo se podía ser tan descarada? ¿No me veían o qué? Bueno, como buena hermana pequeña que soy, no iba a dudar en estropearles el espectáculo.

—Deberías descansar ya. —Me acerqué a él y me tumbé en su espalda—. Tus músculos deben estar muy cargados y no puedes permitirte ahora una lesión. —acaricié sus brazos y mi hermano se paró.

Giró la cabeza como pudo para mirarme hasta que se dio cuenta de la presencia de las chicas y esbozó una sonrisa traviesa.

—Ya sabes nena, me gusta estar en forma para ti. —Me guiñó un ojo y no pude evitar reír. Las chicas se habían ido y mi hermano también se empezó a reír—. La próxima vez me lo dices.

—Pero tu espalda es muy cómoda y me gusta molestar a todas esas chicas que están detrás de ti.

—Anda, vamos a desayunar antes de que decidas comerme. —Se levantó del suelo conmigo aún a su espalda y se puso a caminar hacia la salida del parque.

Comida, voy a por ti.

Llegamos a casa a la una de la tarde esperando no encontrar a nadie por allí, pero no fue así. Nuestros padres estaban cocinando juntos demasiado acaramelados. Miré a mi hermano asqueada y él tosió con fuerza para que le oyeran.

—¿Interrumpimos algo? —preguntó. Se separaron rápidamente y nos miraron—. Por favor, seguid con vuestro amor, nosotros no queríamos molestar.

—Pero no...

—En serio, da igual —añadí siguiendo a mi hermano por la escalera.

Escuché la risa de mis padres antes de entrar en mi cuarto y sonreí. Yo también deseaba tener a alguien que me quisiera igual que el primer día después de 25 años juntos.

Y entonces llegó MaverickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora