Epílogo

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*SEGUNDA PARTE: Y AHORA MILLER* Podéis encontrarla en mi perfil.

Diez años después...

Después de tantas horas en la oficina, lo único que me apetecía era llegar a casa. Había montado mi propia empresa con un par de socios y necesitaba mucha dedicación y esfuerzo si queríamos que triunfara.

Me subí al coche y conduje por la ciudad tranquilamente hasta llegar a casa.

Aparqué en la puerta y caminé hacia el porche. El jardín delantero estaba lleno de flores y bien cuidado por mi esposa porque, si dependiera de mí, todo estaría lleno de tierra y mala hierba.

Saqué las llaves de casa, pero antes de que pudiera usarlas, la puerta se abrió dejando a la vista a una pequeña niña con dos coletas rubias y un vestido azul.

—¡Papi! —gritó sonriente y me abrazó—. ¡Te echaba de menos!

—Y yo a ti, princesa. —La cogí en brazos y empecé a hacerle cosquillas.

—¡Para! —exclamó entre risas—. ¿Me has traído algo? —me susurró en el oído.

—Un cuaderno para pintar princesas —le respondí y vi que su rostro se iluminaba—. Pero es un secreto. —Asintió con la cabeza y me abrazó.

Cerré la puerta de casa y entré en el salón con mi pequeña en brazos.

—¡Papá! —Un niño un poco más alto vestido con su equipación de fútbol entró enfadado—. Charlotte me ha quitado el balón y lo ha colado en el árbol.

—Seguro que ha sido sin querer, Trevor. ¿Verdad, Char? —La miré y me miró con esos ojos verdes tan grandes y preciosos que tenía—. ¿Ves?

—Eso no es verdad —se quejó—. Si estuviera aquí el tío Ry, podría jugar ya.

—¿Cómo? —pregunté dejando a Char en el suelo.

—Mamá no llega bien al balón.

—¿Has dejado a mamá sola? —pregunté mientras corría al jardín.

La vi de puntillas en la escalera mal colocada intentando coger el balón del árbol. Estaba a punto de coger el balón cuando la escalera empezó a temblar y a desestabilizarse.

Salté los tres escalones que daban al jardín y llegué justo cuando se iba a caer. Su cuerpo cayó sobre mis brazos y ella sorprendida me miró.

—¿Cuándo has llegado? —preguntó aún sorprendida, pero sonriente.

—Hace un minuto —respondí sonriendo de medio lado—. Tienes la rara costumbre de terminar siempre en mis brazos.

—Imaginaciones tuyas —contestó indiferente—. Te he echado de menos.

Observé su rostro detalladamente. Sus labios estaban pintados de rojo, sus mejillas estaban sonrojadas y sus ojos verdes me seguían transmitiendo la misma tranquilidad que la primera vez que los vi. ¿Cómo podía tener un rostro tan perfecto? Y su cuerpo... bendito cuerpo.

—¿Me vas a besar ya? —pregunté.

—Oh, claro —dijo avergonzada. Una sonora carcajada salió de mis labios—. Idiota.

Pasó sus brazos por mi cuello y juntó sus labios con los míos. Esta mujer era una maldita adicción.

—¡Qué asco! —Me separé de ella y miré hacia la puerta del jardín—. ¡Papá, deja en paz a mamá! —gritó Trevor cruzándose de brazos.

—¿Pero por qué? Si es mi mujer —respondí frustrado.

—Ya, pero es mi madre así que gano yo —contestó triunfante.

Tori escondió su cara en mi hombro para que no la escuchara reír, pero era difícil no hacerlo.

—¡Déjales! —gritó Charlotte a su lado—. ¿No ves que les gusta darse besitos?

—Pero yo me he pedido a mamá antes.

—No, me he pedido yo a mamá —respondió a la defensiva.

—Que no, que yo soy mayor.

—Ya, pero yo soy más guapa que tú.

—¡Mamá! —gritaron los dos a la vez.

Tori les miró a los dos y se empezó a reír aún más.

—¿Por qué no se pelean así por mí? —pregunté triste.

—Porque yo soy más guapa que tú. —Me dio un último beso y la dejé en el suelo—. ¿Quién quiere hacer una pizza para cenar? —preguntó mientras se acercaba a los dos.

—¡Yo! —gritaron los dos a la vez.

Entraron otra vez en casa y yo me quedé ahí quieto sonriendo. Tenía la mejor familia del mundo.

—¡Papi! —Charlotte volvió a salir y la cogí en brazos—. Yo te prefiero a ti, pero es divertido molestar a Trevor. No se lo digas.

—Esta es mi pequeña. —Le di un beso y ella me sonrió—. Será nuestro secreto.

—¡Genial! —exclamó feliz—. ¿Sabes? Hoy Derek me ha estado persiguiendo todo el día en el patio.

—¿Derek el amigo de Trevor? —pregunté y asintió—. ¿Y eso por qué?

—Decía que era la princesa y que tenía que salvarme, pero yo le he dicho que no.

—Así me gusta —contesté divertido.

Entré en la cocina y la dejé en su silla para que ayudara a Trevor a preparar la masa de pizza.

—¿Sabes que Derek está todo el día detrás de Charlotte? —le pregunté a Tori rodeándola con mi brazo.

—Yo creo que se gustan —respondió mirándola—. Ella dice que no, pero yo sé que sí.

—Ya tendrá tiempo de crecer. —La miré y le sonreí—. Como nosotros.

—Como nosotros. —Me abrazó y nos quedamos mirándoles—. Magnífico, ¿verdad?

—Increíble, preciosa, increíble.

SEGUNDA PARTE
Y AHORA MILLER

Gracias por leerme :)

Y entonces llegó MaverickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora