—Yo... lo siento mucho, no lo sabía —me disculpé un poco avergonzada.

—No te preocupes. —Me miró y me sonrió—. Nos las apañamos bien los dos. ¿Por qué te crees que me duró la relación tres semanas?

—Veo que todo tenía una explicación —contesté divertida—. Te toca la última pregunta.

Se quedó pensativo un instante antes de hablar.

—¿Te gustaría salir conmigo?

—Lo dices en serio o es una broma? —pregunté sorprendida.

—Es decir, salir a comer o al cine o si quieres a cenar —contestó un poco nervioso.

—¿El irresistible Colin Maverick me está pidiendo una cita?

—¿Tori? —preguntó mi madre llamando a mi puerta. Me levanté de la cama de un salto y empujé a Colin al baño con rapidez—. ¿Va todo bien?

—Sí, voy. —Cogí un libro de la estantería y abrí la puerta—. Perdona, estaba leyendo.

—Es que he escuchado unas voces y me he asustado.

—Es que había una parte del libro que no entendía muy bien y estaba repitiendo varias veces la frase —respondí riendo—. Pero me voy a meter ya en la cama. —La abracé y le di un beso—. Buenas noches.

—Buenas noches, cariño.

Volví a cerrar la puerta y me apoyé en ella. Vi a Colin apoyado en el marco de la puerta sonriendo.

—Así que estabas leyendo un libro... —susurró divertido—. ¿Qué parte no has entendido?

—Cállate. —Apagué la luz y me metí en la cama.

—¿Me vas a dejar sin una respuesta? —preguntó mientras se acercaba a mi cama.

—Sí. —Se tumbó a mi lado y me di la vuelta para mirarle—. ¿Sabes? No eres tan duro como aparentas. En el fondo eres un buenazo.

—¿Eso piensas? —preguntó y asentí—. Tú sí que lo aparentas.

—Buenas noches, Colin.

Acercó su mano a la mía y entrelazó nuestros dedos. Esbocé una pequeña sonrisa y él hizo lo mismo.

—Buenas noches, preciosa.

Cerré los ojos y me quedé profundamente dormida.

A la mañana siguiente...

El despertador empezó a sonar a las siete y media de la mañana. Abrí los ojos y me incorporé en la cama. Me giré y vi a Colin aún dormido. Parecía tan tranquilo y tan bueno...

—Otra vez admirando mi precioso rostro —preguntó abriendo los ojos de golpe. Me caí de la cama y se empezó a reír.

—Tienes que dejar de hacer eso —contesté malhumorada.

—Buenos días a ti también. —Me ayudó a levantarme y me dio un beso en la frente.

—Me voy a duchar y me voy a ir a la universidad.

—Está bien.

—¿No vas a venir? —pregunté extrañada.

—No, hoy no tengo clases –contestó sonriente—. No vayas y quédate conmigo.

—Tengo que preparar el examen de la semana que viene. —Me separé un poco de él y le sonreí—. Seguro que encuentras alguna distracción.

—Pero seguro que no es tan buena como tú.

—Adiós, Colin. —Y le guiñé el ojo.

Me metí en el baño y cerré la puerta. Sabía que si insistía un poco más, me quedaría con él y tenía que estudiar.

Después de ducharme, volví a entrar en mi cuarto y Colin ya no estaba. Me vestí y bajé a la cocina a desayunar. Luego, volví a subir a mi cuarto, me terminé de asear y bajé corriendo para reunirme con Liz que me esperaba en la puerta de casa.

Llegamos a la universidad a las nueve de la mañana y tuvimos solo dos clases: anatomía y microbiología así que nos fuimos a la biblioteca a estudiar un poco antes de ir a comer.

—¿Dónde has dejado a Colin? —me preguntó Liz.

—Hoy no tiene clase.

—¿En serio? Qué envidia.

—Ya ves...

Subimos a la segunda planta y nos sentamos en una mesa para que le explicara parte del temario.

—Pero eso no tiene sentido —me susurró.

—Claro que lo tiene —murmuré divertida—. ¿No ves que tienes que juntar esto con esto?

—Eso tiene más sentido —esbozó una sonrisa y me reí—. No sé qué haría sin ti, Tori.

—¿Suspender? —bromeé.

—Y me aburriría demasiado. —Me abrazó y me dio un beso—. Voy a intentar entender esto último yo sola.

—Mientras tanto, iré al baño.

Me levanté de la silla intentando hacer el menor ruido posible y me fui al final de la biblioteca. Entré en el baño y me miré al espejo.

—Liz no me ha dicho nada... —Me quejé mirando mi pelo despeinado.

Recogí todo mi pelo en una coleta y abrí el grifo para lavarme la cara y las manos.

De repente, la alarma de incendios empezó a sonar y escuché varios gritos que venían desde fuera. Cerré el grifo y me fui directa a la puerta para salir de allí.

—No es posible. —Tiré de la puerta con fuerza, pero no se abría—. ¡No puede ser! —Tiré varias veces más de la puerta, pero no cedía—. ¡Socorro! —Empecé a golpear la puerta esperando alguna respuesta, pero nada—. ¡Ayuda! ¡Estoy encerrada! —Empecé a toser y vi que entraba humo por debajo de la puerta—. ¿Qué es esto? —Me alejé de la puerta y me fui directa a la ventana para abrirla, pero tampoco podía.

Me quité la camiseta y rodeé mi mano izquierda con ella antes de golpear la ventana con fuerza. Al tercer intento, la ventana cedió y se rompió, pero fue una mala idea.

—¡No! —grité al ver que entraba más humo por ella—. ¡Socorro! —Volví a gritar.

Mojé la camiseta con agua para ponerla luego en mi boca y en mi nariz.

¿Cómo iba a salir de esta?

Y entonces llegó MaverickUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum