EPISODIO 2, ESCENA 12: En la que el carrusel gira y gira.

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—¿Te quedas a cenar, Alabama? —me grita Alcina desde la cocina.

—No. Ya te dije que vine a solo recoger algunas cosas —contesto.

—Así que te vas ya.

—En un rato. Le he prometido a Mneme que jugaría con ella unos minutos en el patio.

—¿Y tu amigo?

—Mi amigo más vale que sepa empujar un columpio.

Alcina se ríe.

Abro la puerta de cristal que hay al fondo del corredor y que hace las veces de descansillo. El patio está delimitado por unas vallas desgastadas, conquistadas por enredaderas en flor. No es que sea una disposición bucólica buscada adrede. Alcina lo intenta, pero la jardinería no es lo suyo. Aun así, tiene cierta belleza caótica. Al menos, el césped siempre está cortado.

Al salir por la puerta, hay una mesa pintada de blanco y dos bancadas a cada lado hechas con tablas de madera. Es la mesa donde degustamos las barbacoas cuando hace buen tiempo. Alcina sí tiene buena mano para la carpintería y también buena mano con el trinchador de carne. A la derecha hay un gran espacio de césped y, al fondo, un pequeño parque infantil. Los columpios y el tobogán fueron adquiridos por la jefa de la casa y montados sin dilación. Su obra maestra es el carrusel. Me consta que esa atracción la tuvo que montar por piezas y es su máximo orgullo, una obra de arte del divertimento "patiotrasero" de colores descascarillados y engalanado por Mneme con pegatinas de los pastelitos Bondy.

La mencionada "pastelívora" se encuentra sentada en ese carrusel zarandeándolo de lado a lado mientras mantiene una conversación con su Aladino personal.

—¿Tú tenías de estos en tu palacio? —Le da unos golpecitos al carrusel.

—¿Por qué crees que vivía en un palacio?

—Tienes pinta de haber vivido en un sitio muy grande.

—Bueno, es verdad, no era pequeño.

—¿Y tenías columpios?

—No, no tenía.

—¡Oh!, dijiste que tenías un patio.

—Sí.

—¿Y qué había en él?

—Una piscina, por ejemplo.

—¿Con toboganes de agua?

—No, era olímpica, sino para entrenar.

—Entonces, no era divertido. ¿Qué más?

—También teníamos animales.

—¿Animales?, ¿como en un zoo? —Abre muchos los ojos.

—No diría tanto.

—¿Teníais elefantes?

Kaala no responde solo sonríe. Mneme abre la boca con asombro. Luego se queda pensativa y acaricia uno de los hierros del carrusel.

—¿Tu madre construía cosas como hace la mía?

—No, mi madre no tenía tiempo para eso.

—¿Tu padre?

—Tenía aún menos tiempo. Si necesitábamos construir algo, lo encargábamos.

—Pero sí que jugabais, ¿verdad?

—Algunas veces, sí.

—¿Solo algunas veces? —Esa pregunta había sido enunciada con evidente lástima.

Realidad modulada (Libros 1 y 2)Where stories live. Discover now