EPISODIO 4, ESCENA 16: En la que se buscan otros caminos.

32 3 47
                                    


La Conservadora guarda silencio, un silencio plácido que para ella es como un viejo amigo.

Hay algo que me quedó grabado de su historia: los caminantes atrapados en títeres y convertidos en siervos albinos del Regidor y la Pirámide.

«Sé lo que es sentirse fuera de tu propio cuerpo». Ese sentimiento de extrañamiento no es menor después de veinticuatro horas. Miro mis manos, que no son mías. Son bellas para no ser del todo humanas. «La verdad es que he muerto», pienso, «he muerto, pero aún sigo aquí».

El Coyote ya no está. No se deja ver, aunque sé que siempre está presente. La muchacha, Jenna, es la primera en hablar.

—¡Uau! Entonces, ¿esos son los oyentes a los que nos tenemos que enfrentar?, ¿a los intérpretes? ¿Los descendientes de aquella gente de los bosques?

—Eso parece —comenta Degataga—. Y, si no me equivoco, están vinculados al Regidor a través del Iblis.

—¿Es verdad que el Iblis es el primer oyente? —pregunta Jenna. Degataga asiente.

—Y ahora es una marioneta más —añade.

La mención a las marionetas me hace pensar en mi nuevo "poder". ¿En qué me diferencio del Regidor? No desahucio a la gente de sus cuerpos, no obstante, las manejo a mi antojo. Y no es la única similitud, ambos somos almas que han abandonado su envoltorio original y que usamos otro cuerpo en sustitución. No quiero seguir pensando en más coincidencias entre ese megalómano y yo. No me causa simpatía alguna, no importa cuán triste sea su historia de amor.

Cuando Anne se fue, yo también sufrí. Ahora me doy cuenta de que la pérdida tiene su sentido. Suena a locura, pero hoy soy capaz de enunciar una frase tan dura como esta. A veces valoramos lo que hemos tenido porque lo perdemos. Debido a que Manahen no supo despedirse, ha provocado mucho dolor a su alrededor, un dolor a gran escala.

¡Dios santo!, menudo panorama. Mi vida se ha convertido en una novela de ciencia ficción. Es lo que quería, ¿no?, ver más allá de la rutina.

Hablando de Anne, ¿qué pensaría ella de todo lo que ha ocurrido en las últimas horas? Conociéndola, lo hubiera disfrutado más que yo. Mi esposa no era de las que se arredraban. ¿Me reconocería? ¿Seguiría dándole esos abrazos a traición que tanto le gustaban a este cuerpo ajeno?

—La pregunta es: ¿cómo derrotarlos? —comenta Beaver—. ¿Los matamos? Ni ellos ni nosotros formamos parte de la Transmisión, así que no habrá confrontaciones. Podemos localizarlos, tenderles una trampa y borrarlos del mapa.

—¡Guau!, hace nada tenías tus dudas sobre todo esto —replica Jenna—. ¡Mírate ahora!, dispuesto a una masacre.

—Yo solo quería devolver mi emisora a su antigua gloria, a nuestros ideales primigenios —explica el inspector—. Me doy cuenta de que todo esto empezó mucho antes de que yo existiera y que mi emisora estaba metida en el ajo. La Coligación es, desde hace tiempo, su fin último. —Se palmea el muslo—. ¡Me siento estafado! Pensé que era cosa de nuestros actuales líderes y ¡nada más lejos de la verdad! Todo está podrido hasta la médula. —Ahora se frota la cabeza—. Como policía, siempre fui consciente del pozo de mierda que burbujea dentro del ser humano. Pensé que mi emisora cambiaría las cosas. —Alza la voz—. ¡Era todo mentira!, ¡son productos de nuestra creación que han escapado a nuestro control! ¡Quieren ser dioses y buscan el dominio! —Ahora habla a grito pelado—. ¡Y puede que la falta de ideales civilizados del Presagio no sea mi plato favorito, pero si son los únicos que se interponen en su camino, tengo claro que los ayudaré!

Degataga se acerca y le pone la mano en el hombro. Geoff parece tan agitado que creo que va a rechazar ese gesto de un manotazo, pero eso no es lo que sucede. Mira a los ojos a Degataga, guarda silencio y después agacha la cabeza y oculta el rostro. Su pecho se agita y oigo un par de sollozos mal disimulados. Degataga tiene ese efecto en la gente. Cuando te da una muestra de consuelo, no solo percibes su contacto físico, sino que su amabilidad y serenidad tocan también tu espíritu.

Realidad modulada (Libros 1 y 2)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant