EPISODIO 3, ESCENA 20: En la que las cosas han de cambiar.

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—«El humman que se hizo llamar Oberón nos encadenó en cuerpo y alma en contra de nuestra voluntad. El acuerdo con Don Callahan para mejorar vuestra supervivencia no fue suficiente para él. Manipuló nuestra sangre y naturaleza para poder controlarnos mejor. Enjauló nuestros pensamientos para no poder llegar hasta vuestros corazones. Su nombre y su rostro cambiaron, no así sus métodos.

»Nosotros os vemos, hijos de Ávalon, vuestros esfuerzos y penurias, vuestros sacrificios. No hemos sido los únicos esclavos de Oberón. El pequeño que yace a mi lado merece libertad, y vosotros también. Quizás podamos hallar una forma de encontrarla juntos, tal y como somos. Dad a mi gente paz y nosotros os daremos seguridad.

»Por los hijos que casi perdéis hoy y por el hijo que yo he ganado, escuchadnos».

Y los escuchamos. Llevamos haciéndolo durante un buen rato. La historia de los kelps y de Dannan es revivida en nuestras mentes y en las de todos los sidhe gracias a la kelp matriarca.

Ante nuestros ojos, se despliega una escena sobrecogedora. La kelp recoge a la hermosa cría con una de sus muchas aletas mimándola y aseándola. Mastica smior en sus fauces y la cría come de ellas. La matriarca nos cuenta el pasado mientras abraza al futuro. Es una escena cargada de belleza esencial, casi hipnótica.

Las explosiones en el cielo se han sucedido en los últimos minutos. Los restos de las atalayas destruidas aún siguen cayendo sobre el páramo y la hondonada. Los kelps vuelan en círculos, libres. Un vuelo controlado para no lastimar a la gente que vive en sus lomos. A pesar de décadas de subyugación, no sienten rencor por sus captores, sino empatía. Me imagino que el concepto de venganza no es universal en todas las especies.

Muchos de los kelps aterrizan. Las rampas se han desplegado y la gente baja con todos sus enseres despavoridos. Casi todas las atalayas han caído a manos de la misteriosa criatura voladora y los cabellos ya no funcionan.

Desde la platea del anfiteatro observamos el caos circundante. La nueva era.

Por fortuna, tanto el público como los muchachos hace tiempo que han salido pitando de aquí. Algunos de los religiosos que estaban bajo la influencia de Chivo Expiatorio dan vueltas por el lugar, como almas en pena. Parece un milagro, pero el derramamiento de sangre se ha evitado y ningún niño ha salido malherido.

Oona deja que el cabello inservible que tiene entre los dedos vuele con el viento. Sabe que la gente la culpará de lo sucedido y de haberles negado la verdad. Sé que escucha con atención la versión de los kelps y juraría que su relato ha hecho mella en ella, aunque no puedo estar seguro. Por mucho de que se haya convencido a sí misma de que todo lo hizo por la supervivencia de las razas de Ávalon, es difícil que permanezca impasible ante el sufrimiento de esas fantásticas criaturas. Yo no podría.

El abad se yergue apoyándose sobre mi hombro, él también ha escuchado con atención el relato mientras recuperaba sus fuerzas.

—Es momento de buscarnos a nosotros mismos. —Me dice. Yo le miro y asiento—. Todo el pueblo ha sido testigo de nuestro precario comportamiento. —Mira a su alrededor. Varios oberonitas corretean por el lugar y otros están clavados en el sitio escuchando la voz en sus cabezas—. Mis hermanos no deben sufrir por mi debilidad, no es justo. Ahora debo cuidar de ellos. Puede que las cadenas de Oberón ya no nos aten, pero los lazos de hermandad, sí. Nos retiraremos por el momento y buscaremos otra forma de ayudar a Dannan.

—Es una buena idea —digo. Se apoya en su cayado y comienza la marcha.

—Gracias, Moses Gentry, por recordarme mi valía. Que tus viajes sean seguros. —Con una cansada sonrisa, paso a paso, el abad se aleja en busca de sus hermanos. Paso a paso, esa es siempre la manera de volver a encontrar el camino.

Realidad modulada (Libros 1 y 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora