EPISODIO 1, ESCENA 16: En la que los cuatro visitan la mansión de la colina.

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Una mansión en una colina, igualito que en una película de terror de serie B.

Oscurece y una tormenta ruge en la lejanía. La verja que rodea el terreno es añeja, aunque tiene cierto aire contemporáneo. Lo prefiero así, las verjas victorianas no son de mi agrado desde esta mañana. En la puerta hay un cartel forjado que dice: «Centro Burana».

Es medianoche. La claridad de las farolas errabundas que se encuentran en el paseo de Mothview ayuda a discernir los contornos de la loma y los destartalados adoquines que comunican el acceso enrejado con las puertas de entrada del centro.

—Está cerrada —dice Foster zarandeando la verja. ¡Qué sorpresa!—. Podemos intentar trepar.

Astrid señala a lo alto del enrejado. Tengo que achicar los ojos para ver el fino alambre que recorre todo el perímetro.

—Un pastor eléctrico —explica.

Me atuso el flequillo y vuelvo a timbrar. Nadie responde.

—Nos están ignorando —digo contemplando las ventanas de la mansión. Las contraventanas están cerradas—. O eso o no hay nadie en casa.

—El anuncio es reciente y el sitio no parece abandonado. Un centro de acogida debería funcionar las veinticuatro horas —comenta Moses. No le falta razón.

Astrid teclea en su móvil.

—Según Google, esto se encuentra abierto ahora mismo. Por lo que veo, se encuentra siempre abierto.

—Excepto cuando llegamos nosotros. —Foster se cruza de brazos.

—Esto no tiene sentido. Entremos —suelta Moses.

Vuelvo a señalar las verjas electrificadas por si el concepto de "inaccesible" no les ha quedado del todo claro.

—¿Cómo pretendéis hacer eso? —pregunto.

Moses sonríe y extrae la llave del candado que lleva al cuello.

—Pues por la puerta —responde.

Sitúa la llave frente a sus ojos y de cara a la cerradura del enrejado.

—Veamos... —murmura.

Puedo ver cómo la humedad del aire se condensa en un líquido acuoso que rodea el fuste de la llave y comienza a tomar forma definida. Ahora la llave del candado posee un dentado diferente y se ha vuelto más grande. La llave de una reja.

—¿Quién te ha enseñado ese truco? —le pregunto.

Moses resopla satisfecho y me guiña un ojo en respuesta, luego inserta la llave mutada en la cerradura de la puerta metálica. Suena un clak. La puerta chirría al abrirse. Con un gesto de satisfacción, nos hace una cómica invitación para entrar. Y yo que pensaba que era el dramaturgo del grupo...

—¿Cómo has hecho eso? —pregunta Foster.

—Es uno de mis múltiples dones —responde con humor Moses.

—Tampoco te vengas arriba —comenta Foster—. Yo podría haber cortado los barrotes del portón como si fueran mantequilla. —Le mira con una suficiencia no del todo fingida.

—¿Todas tus ideas implican la destrucción de propiedad privada? —le contesta Moses. ¡Uuuh, burn!

—Al menos, procuro que mis ideas sean divertidas.

Foster se adelanta y cruza el portón tomando la iniciativa. Moses pone los ojos en blanco y le sigue.

—Esto es un especial de Halloween —comenta Astrid emocionada, uniéndose a la comitiva.

Realidad modulada (Libros 1 y 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora