Una vida siendo omega no siempre es de agradecer, menos aun cuando estas en las fuerzas militares de Japón.
Naruto un omega capacitado, decide entrar de forma voluntaria a un campamento donde su vida sera un infierno, solo para demostrar que los ome...
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Después de aquello lo había visto alejarse y no volver a mirarlo, Naruto se quedó quieto un momento, sintiéndose un poco aturdido se mordió el labio y siguió su rumbo, cuando llegó a la entrada, pudo ver a kiba recostado en un poste esperándolo casi con los ojos cerrados.
—¿Kiba?
—¿Ah? –dijo adormilado– Si, si, soy Kiba.
—¡Kiba! –habló más fuerte y el alfa al fin abrió los ojos notándolo, cuando le vio sonrió grande y lo abrazó con fuerza.
—¡Estás aquí! ¡Vamos, vamos, vamos! –dijo con emoción.
Naruto sonrió golpeándole la espalda, era bueno poder verlo de nuevo después de tanto tiempo, mandar fotos no era lo mismo que verle en vivo.
Caminaron hacía un carro, Kiba le quitó la maleta para meterla en la parte trasera y Naruto se subió al copiloto esperando a Kiba, cuando todo estuvo listo arrancaron.
—Esto es tan emocionante, gracias por venir.
—¿Cómo podía decir que no si me pagaste el viaje?
—Auch –dijo sonriendo– Viniste solo por mi dinero.
—Sabes que no es así –Naruto le pegó directo en la pierna haciendo que el alfa aullara, se rascó la nuca nervioso– Perdón, sé que tengo la mano pesada.
—Ahora sé porque noqueaste al Coronel Uchiha –dijo sobándose la zona.
La mención de Sasuke le cortó el aire, quizá el alfa a su lado lo notó, nadie dijo nada por un buen rato hasta que Naruto rompió el hielo.
—¿Él está invitado? –dijo suave pero Kiba negó con suavidad.
—No pensé que fuera... Necesario invitarlo ¡Pero si quieres puedo hacerlo! No hay problema, es mi superior en todo caso.
—No, no es necesario –sonrió un poco para darle tranquilidad, aunque por dentro estaba muriendo.
Sabía que si le daba una afirmativa a Kiba esto no sería cuestión del destino, sería una decisión forzada que el habría hecho, y eso no era lo que Sasuke le había dicho, y él estaba dispuesto a no forzar nada.
El camino pasó rápido entre conversaciones un poco lentas, entonces notó el bullicio de la ciudad, parecía Nueva York, una ciudad que nunca dormía, la gente se abarrotaba en las calles, otras estaban en los restaurantes y demás atracciones.
Naruto recordó su vida ahí y se estremeció, era bueno volver a la ciudad después de tanto, vio con anhelo el pequeño hostal donde estaría, entonces vio a Kiba fruncir el ceño.
—Puedes quedarte con nosotros, no nos molesta para nada –se quejó infantil haciendo un pequeño puchero.
