Una vida siendo omega no siempre es de agradecer, menos aun cuando estas en las fuerzas militares de Japón.
Naruto un omega capacitado, decide entrar de forma voluntaria a un campamento donde su vida sera un infierno, solo para demostrar que los ome...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—¡Listos ya!
Naruto agarró las partes del arma frente a él, trató de ser ágil a la hora de armarla, tratando de ser lo más rápido posible, no tuvo tiempo de si quiera poder ver a sus compañeros, el sonido metálico a la hora de armar las armas se escuchaba.
Sus dedos se resbalaban de las piezas, cuando escuchó a Gaara a unos pasos de él decir con voz fuerte.
—¡Listo!
Naruto lo vio incrédulo, el alfa había armado rápidamente su arma y parecía orgulloso de ello, varios ahí rezongaron, Naruto negó dejando las piezas que había logrado armar.
Vio a su alrededor notando las caras cansadas de todos ahí, parecía que querían rendirse como él, habían pasado dos semanas ya, su cuerpo estaba fortaleciéndose, era más fuerte que al principio, ya casi nadie se metía con él.
Pero eso no quería decir que era aceptado, seguía siendo el solitario omega ahí dentro, ya se había acostumbrado, solo necesitaba acabar el proceso.
Varios alfas habían renunciado, lo menos orgullosos está claro.
El que quería que se largara de ahí era Gaara no Sabaku, a pesar de todo, él seguía metiéndose con él, y estaba por perder la cabeza y atacarlo, infringir la regla sobre no dañar a sus compañeros.
¡¡Al diablo!!
—¡Vayan a descansar, después no tendrán tiempo de hacerlo! ¡Nos vemos a las 3:00 soldados! —gritó Hidan.
Naruto se dio la vuelta notando unos ojos negros viéndole desde lejos, apresuró su caminar tratando de que no fuera atrapado, había evitado como le fuera posible a Sasuke, desde la última vez había decidió no acercarse.
Había perdió la conciencia dejando el paso a su instinto de omega, queriendo rendirse ante el alfa, abrir las piernas y dejar que lo jodiera ahí mismo.
No soportaba la idea, así que evitó verlo, evitó meterse en problemas, evitó ser el último en todo, solo para no tener contacto con él, corrió hacia su habitación y jadeó apartando su cabello de su cara, estaba largo y comenzaba a molestarle, se dijo a si mismo que era hora de cortarse el pelo, ser menos omega.
Se miraba en frente del espejo y notaba a un omega en toda la palabra, debajo de ese uniforme flojo estaban sus curvas, cada vez más marcadas por el ejercicio, sus pómulos finos, cada vez se parecía a él...
Y eso le mataba, negó ofuscado, quitó la mirada, salió de su cuarto y fue directo a la barbería para tomar unas tijeras y cortarse el pelo, el barbero le miró sin comprender.
—Buenas tardes soldado ¿quiere un corte de pelo?
—No—dijo firme— Me puedo encargar yo
El hombre le vio por un largo rato y no dijo nada, se sentó y siguió ojeando una revista, además era un asunto de él, no soportaba la idea de comenzar a parecerse a él, cuando sintió que el pelo no le estorbaba más, dejo la tijera viéndose, había quedado todo disparejo pero no estaba tan mal, podía vivir con ello.
