"Bueno, la educación ante todo", la lanza desaparece cuando bajo mi mano. Me acerco a él sigilosamente, atenta a todo movimiento.

- Darya, hija del mar.

- Hermoso nombre. -halagó - El mío es Lucien, soy un licántropo. 

- ¿Qué quieres de mí? ¿Por qué me has seguido? - levanté un poco mi barbilla en un intento de intimidarlo, puesto que la altura de diferencia que existe entre los dos es muy notoria.

- Vale, Darya, quizá sea difícil de entender pero espero que lo hagas.

- Procede

- Como te habrás dado cuenta soy un hombre lobo y nosotros no escogemos a nuestras mates o parejas, como lo llaman los humanos, La diosa Luna los y las elige, y nosotros al cumplir cierta edad somos capaces de sentirlas por su olor.

- ¿A qué viene todo eso? - aunque es una pregunta tonta, ya que entiendo por dónde va su mensaje, he escuchado historias sobre esto.

- Tú eres mi pareja destinada, lo siento aquí - se toca el pecho y parece tener la intención de hacer lo mismo en el mío, pero al bajar su vista se sonroja y detiene su mano, lo cual es raro ¿por qué se incomodaría tanto? ¿Será por mi desnudez?

- Uhm... ¿No quisieras taparte un poco?, tengo un polo extra por si deseas - me dice apenado.

Noto que el mostrarle mi piel resulta incómodo para él, en mi cultura esto pasa por alto, pero al no estar en mi zona de confort opto por seguir sus costumbres; muevo la cabeza en señal de afirmación, rápidamente el desaparece de mi vista rumbo al arbusto donde posteriormente se había transformado y al regresar me tiende una manta foránea.

Lo miró extrañada y él parece entender que no entiendo cómo ese pedazo de tela me va a cubrir.

- Oh, disculpa, déjame ayudarte.

Se acerca a mi y voltea la manta.

- Alza los brazos, por favor

Hago lo que me dice y él se acerca a mí, tratando de evitar mi mirada.

Lo coloca por sobre mi cabeza y lo desliza por mi cuerpo.

- Ya está.

Agacho mi mirada para ver hasta donde llega, ya que se veía un tantito largo, pero me sorprendo al ver que se pega a mi cuerpo que en comparación de la de él es suelta.

- Se pega - comenté

- Es porque tu cabello está mojado, hace que el polo se pegue a tu cuerpo.

- ¿Polo? - pregunte

- Eso que llevas puesto - dijo señalando la manta - ¿Nunca habías usado un polo?

Negué con la cabeza.

- Nosotras las hijas e hijos del mar no usamos este tipo de cosas, jamás. - enfatice

El arqueo la ceja

- O sea ¿alguien más te ha visto desnuda?

- claro, nosotros no nos avergonzamos, nos sentimos orgullosos de cómo somos y lo que somos.

- Me parece muy admirable, pero siento un poco incómoda que te hayan visto desnuda.

- Apenas me conoces.- tomé un poco de distancia.

- Somos almas destinadas a amarnos, no puedo evitarlo. - él corto esa distancia.

- Comprendo - bueno, no del todo - en cierto modo . . . 

Me vi interrumpida por varios aullidos que escucho acercándose y al girar mi cabeza veo como unos tres lobos están mirándome amenazadoramente y corriendo hasta donde me encuentro.

La Limerencia Del Lobo Where stories live. Discover now