Capítulo 37

61 1 0
                                    

Corrimos por tanto tiempo que cuando estábamos por detenernos no pude evitar pensar en que no sabía cuánto tiempo había trascurrido, cuánto tiempo había pasado; en mi mente solo estaba la idea de <<Huir, escapar, desaparecer, fugar>>, pero la maldita sensación de que él estaba cerca simplemente me aterraba y no me permitía mirar atrás, hasta que llego un momento en que mis piernas simplemente pararon, puesto que estaba cansada. 

- ¿Dónde está? - le pregunte a Rowan deteniéndonos un momento aún manteniendo nuestras manos entrelazadas.

Su rostro estaba manchado en sudor. 

- ¿A qué te refieres? - preguntó con la voz entrecortada.

- Lucien estaba detrás de nosotros - respondí - ¿Dónde está? - repetí la pregunta.

- No lo sé - sonaba aturdido, cansado - ¿No puedes sentirlo? 

Cerré mis ojos para concentrarme en sentirlo y tras unos breves segundos: lo logré y, por lo que pude sentir, no sé encontraba muy lejos de donde nosotros estábamos.

¿Cómo diablos logró alcanzarnos si se supone habíamos corrido con toda nuestra fuerza y por mucho tiempo?

- Sí, siento su presencia, pero no sé de donde viene - le solté la mano y empecé a agarrar mi cabello desordenándolo más de lo que ya estaba.

- Tranquila - trató de calmarme - saldremos juntos de esto.

Que fuera positivo me elevaba bastante los ánimos, imaginar un "Juntos" me hacía recobrar las esperanzas. 

Pero, como suele suceder, la calma siempre está antes de la tormenta y parecía que la tormenta ya se aproximaba:

<<Sabes que no es así, tu lugar es solo junto a mi, cielito>>

La voz de Lucien retumbó en mis pensamientos, notaba cierta satisfacción en su tono de voz, era como si disfrutara atormentarme.

Aunque, si él estaba detrás de nosotros era porque me quería a mí, si nos perseguía era porque yo estaba aquí, no había otra maldita razón, al menos no por el momento y  tendría que aprovechar eso a mi favor.

Miré a Rowan y sentí mi corazón estrujarse debido a lo que iba a decir.

- Él no te quiere a ti - musite triste - al menos no ahora

- Tampoco podemos esperar a que nos busque a los dos, debemos seguir corriendo - me tomó de la mano, otra vez, dispuesto a seguir huyendo.

Pero me quedé parada en mi lugar.

- Él solo . . . solo me quiere a mí.

Él me escrutó y entendió a lo que me refería.

- Entonces, lucharé - trató de posicionarse delante, llevó sus brazos a su pecho formando una equis y al bajarlas de golpe en sus manos aparecieron dos pares de dagas; se notaba que estaba dispuesto a luchar contra él, pero las heridas en su cuerpo sangraron con más intensidad y su respiración se volvió a agitar. 

No iba a funcionar.

Me acerqué a él. 

- Estás débil, no puedes - lo agarré del hombro haciendo que volteé a verme - debes irte - solté lo que tanto me negaba a decir.

- No - alzó la voz - no te dejaré con él. 

Estaba por hablar, por responderle, pero mi nombre resonando por todo el bosque me lo impidió.

- ¡DARYA!

Me estremecí al escuchar la voz de Lucien venir por todos lados, no había tiempo.

Formé una muralla de hielo dividendo el lugar en dos, la cual fue lo suficientemente larga como para darnos tiempo, mas no para vencerlo, puesto que como minutos antes había hecho, Lucien podría volver a derretirlo. 

La Limerencia Del Lobo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora