Capítulo 35

88 1 0
                                    

Escena con +18, leer bajo su responsabilidad y ya saben: lo que pasa en el capítulo se queda en el capítulo. 

***

Estábamos a tan solo un día del ataque, por lo que mi corazón se sentía cada vez más inquieto, se suponía que al día siguiente le daríamos inicio a la última batalla y . . . sería ahí donde yo le daría fin a Wanhe . . . a Lucien, quería decir que no me importaba en lo absoluto, pero el bendito lazo que nos tenía unidos me impedía sentirme así, el miedo se apoderaba de mí, por momentos me sentía incapaz de hacerle daño, pero contra todo pronóstico . . . tenía que, no había otra opción. 

Nos habíamos pasado toda la mañana y buena parte de la tarde entrenando, quizá eran cerca de las seis, por lo que decidí tomarme un descanso y pasear por todo el lugar para así supervisar el entrenamiento que aún algunos realizaban y de paso buscar a Rowan, pero me llevé una sorpresa cuando no lo divisé en el mismo punto que se había mantenido en el transcurso del día. 

- Marium - me acerqué a ella apenas la divisé, mientras me acercaba pude escuchar como les explicaba a los jóvenes tritones y sirenas la manera correcta de herir a licántropos de forma grave, cuando me notó dejó lo que hacía y se acercó a mí.

- Hermana, dime

- ¿Has visto a Rowan? - pregunté preocupada, puesto que no lo había divisado por ningún lado y algo me decía que tenía tiempo desde que se había retirado. 

-  Sí - respondió - hace como media hora me dijo que se iría a descansar, puesto que tuvo un pequeño mareo, me comentó que estaría en su cuarto - me informó - lo he notado un  poco desgastado, creo que hizo bien en decidir de irse descansar.

- Oh - fue lo único que respondí - bueno, no es para menos, tuvo una complicación hace apenas una semana y estar en constante entrenamiento debe dejarlo casi sin fuerzas - justifiqué - iré a verlo - le agradecí por la información y me retiré en dirección a su cabaña.

***

Cuando llegué a la puerta de su cuarto, toqué con delicadeza, pero antes de siquiera acabar de hacer el llamado hogareño él ya había abierto la puerta. 

- Te sentí desde que entraste a la cabaña - confesó.

Simplemente me reí.

- ¿Deseas pasar? - preguntó.

- Si fueras tan amable de dejarme pasar - respondí irónica y el se hizo a un lado para poder darme el acceso - me informaron que te sentiste un poco mal y decidiste venir a descansar hasta, supongo, mañana - confesé - ¿Te sientes muy mal? - pregunté apenas me encontré dentro de su habitación.

El cerró la puerta detrás de nosotros.

- No es eso, sirenita, sí me siento bien - afirmó - estos cinco días de paz han sido muy buenos para mí, un poco estresante, pero he podido recuperarme por completo, claro que hoy me sentí un poco fatigado, pero todo está bien, no te preocupes. 

Solté un suspiro de calma.

- Me alegro de escuchar eso - le di una sonrisa y me dediqué a observar su cuarto detenidamente y tras unos minutos le hice saber mi punto de vista - no es muy grande - le hice conocer mi "gran" observación.

Él también recorrió con su mirada el lugar y respondió:

- Solo soy yo en este cuarto, no se necesita ocupar mucho espacio para una sola persona. - encogió un poco sus hombros.

- Es decir que cuando sean dos personas te cambiarás de cuarto - pregunté.

Él se quedó callado unos segundos, mientras daba una vuelta en su mismo sitio y cuando regresó a su mismo punto me miró fijamente.

La Limerencia Del Lobo Where stories live. Discover now