Capítulo 1

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Cuando salí del agua un pequeño dolor me invadió en la parte inferior de mi cuerpo, ya que al encontrarme fuera de mi hábitat este se adaptaba al ambiente en el que me encontraba. Sentí como poco a poco iba cambiando toda esa zona que dolía, para ser exacta mi aleta. Sentí como se iba separando para convertirse en un par de ¿piernes?, creo que así se llamaba, bueno, esas cosas que ayudan a los humanos mantenerse de pie.

Una vez cerca de la orilla me fui arrastrando, hasta que terminó el proceso y con un poco de dificultad me erguí sobre mi par de piernes para avanzar por la arena. La primera vez que me levanté caí, me reí de mi propia torpeza, pero decidida a lograrlo por lo que me apoye en mis manos para empujar y lograr algo de estabilidad; Sin embargo, volví a caer, después de un par de caídas más lo logré: era un poco incómodo, ya que no era de usarlas muy seguido, pero conquiste la dificulta de usarlas a la velocidad de un tiburón marrajo.

Al avanzar me tambaleaba, mas no era algo que me importara del todo, tenía un propósito claro y no me iría hasta lograrlo: encontrar moras; con eso en mente deambule entre flores, árboles, ciervos, conejos, grandes zanjas de hojas secas hasta que di con mi objetivo: un arbusto repleto de jugosas y exquisitas moras, una gran emoción se albergo en mi al encontrar algo totalmente diferente; estaba a punto de agarrarlo cuando escuche una rama crujir detrás mío, volteé rápidamente para ver de qué se trataba y grande fue mi sorpresa al ver a un joven de cabellos y ojos negros parado mirándome fijamente.

- Tú.

Susurró el joven.

- te he estado buscando

"¿Yo?" Formulé la pregunta en mi mente.

Deslizó sus ojos por mi rostro.

- Eres totalmente hermo . . . - hasta que llegó al resto de mi cuerpo y su semblante se deformó por completo - oh, vaya, estas desnuda - volteó la vista y aproveché la oportunidad para correr.

- ¡Noo, espera, no te vayas!

Cómo si me llevara el diablo, corro lo más rápido que puedo hacia la playa. Giro mi cabeza para ver si me sigue y quedé anonadada al ver que un lobo negro, me sigue.

Hombre Lobo, es lo único que se me ocurre.

No sé en qué momento llegué a la orilla, pero al sentir como mi pie toca el agua me sobresalto.

Sintiéndome más segura volteo para encararlo, ya estoy en mi territorio.

- ¿Qué quieres de mí? - grito demostrando no tenerle miedo.

El joven lobo me mira y pareciera que me quiere transmitir algún mensaje, hasta que caigo en cuenta.

- Transfórmate.

El mueve la cola y va a esconderse detrás de un arbusto, al regresar veo que viene con cosas extrañas puestas encima, creo que le llaman "ropa" algo con lo que suelen cubrirse, la verdad, no lo entiendo, de donde vengo no usamos esas cosas.

- Es un gusto el poder conocerte, he esperado tan . . . 

No lo dejo terminar pues muevo mi mano y el agua se mueve dirigiéndose a él hasta el punto de volverse un tipo de lanza que está cerca a su abdomen

- ¡No pregunte quien eres! , pregunte qué quieres.

Repetí, él solo me miró entre fascinado y asustado.

- Disculpa, creí que debería ser formal al conocer a una sirena tan bella, me disculpo.

El que me llamara "sirena" y no "mujer", como solían hacerlo otras especies, me dejó boquiabierta.

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