❂Mi primer invitada❂

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El profesor Iruka está loco de remate. ¿Cómo se le ocurre dejarnos trabajo en equipo a solo una semana de haber entrado a la escuela? Al menos me alivia saber que no tengo que hacerlo con alguien a quien no conozco, mi compañera de equipo es Sakura.

Esa niña si que puede ser un dolor de cabeza a veces: siempre que le digo que no hable porque nos van a regañar parece que le digo lo contrario y habla más. También siempre me está viendo y cuando le pregunto el porqué me ignora. Pero todo queda perdonado y sepultado cuando es la hora del almuerzo y me invita de sus dangos o rebanadas de tomate rojo.

Creo que si somos amigos de alguna manera.

Hoy es viernes, ¡por fin! Podré salir a jugar con mi hermano y él me ayudará a hacer mi tarea. ¡Es mi día favorito!

—Oye, Sasuke... —me llamó Sakura. Giré a verla— ¿Te gustan los chocolates?

Fruncí el ceño y negué.

—No me gustan mucho los dulces. —dije volviendo a la hoja frente a mi y seguí coloreando.

—¿Entonces qué sueles comer de postre? —preguntó curiosa.

—Tomates. 

—¿En serio? —asentí— Comer muchos de ellos. —rio.

—Son deliciosos. —terminé con la conversación y ella, milagrosamente, no insistió.

Cuando el maestro nos dio la indicación salí por la puerta en busca de Itachi. Estaba ahí hablando con una señora de cabello castaño y corto. Llegué corriendo y me abracé a sus piernas.

—Hey, hermanito. —me saludó mientras desordenaba mi cabello.

—¿Ya podemos irnos? Tengo mucha hambre. —dije con el tono más tierno que pude. Nunca falla.

—Solo espera un minuto, estoy hablando con la señora Mebuki. Saluda.

 Subí la mirada y me encontré con ella viéndome sonriente. Esbozó una sonrisa y agitó su mano unas cuantas veces hacia mi.

—Hola, Sasuke. Es un gusto por fin conocerte. He oído muchas cosas lindas sobre ti.

Hice una reverencia y sonreí un poco. ¿Cómo había escuchado de mi? Ni idea.

—Buenas tardes, señora Mebuki. —dije lo más educado que pude. No suelo serlo con personas desconocidas.

Itachi continuó su charla con ella y finalmente la mujer fue a la entrada de la escuela dejándonos solos.

—¿Ya podemos irnos? 

Mi hermano asintió.

—Vamos a casa, desesperadito. 

Me colgué de su espalda y fuimos hasta nuestro hogar. Desde que estábamos a solo unas calles de ella pude percibir un delicioso aroma a arroz hervido y kimchi. Mi mamá estaba cocinando.

—¡Hola mami! —grité cruzando la puerta y tirando mis cosas para correr a la cocina y abrazarla— Ya volví.

Mi mamá dejó los cucharones que sostenía y correspondió a mi abrazo. Besó mi mejilla y yo la suya.

—¿Cómo te fue, mi amor?

—Bien. No me quejo por hoy. —sonreí y me senté en el piso para observarla cocinar. Me encantaba hacerlo.

—¿Ya tienes amigos, cariño? —me observó y negué con cara de fastidio— Sasuke, debes hacer amigos, mi cielo. Los amigos son buenos.

—No necesito amigos, mami. Para eso los tengo a ti, a papá y a Itachi. —sonreí ampliamente y ella rio moviendo la cabeza.

—No tienes remedio, bebé.

Seguimos conversando mientras ella me pasaba algunas veces pedazos de vegetales para calmar mi hambre. El timbre sonó e Itachi salió corriendo a atender. Seguramente era esa fastidiosa vecina que siempre lo viene a buscar y hace que se vuelva un torpe.

—¡Sasuke! —me llamó desde el patio de la casa— ¡Ven, hermanito!

Sin la necesidad de que me lo pidiera por segunda vez salí corriendo: —¿Qué pasa? —Itachi señaló al frente y encontré a la señora con la que había hablado fuera de la escuela, Mebuki, y a su lado a Sakura— ¿Qué hace ella aquí?

Itachi me dio un golpe pequeño en la cabeza: —No seas grosero, tontito. —asomé un puchero— Mejor dime, ¿por qué no mencionaste nada de un trabajo en equipo? 

Mi hermano se cruzó de brazos y alzó una ceja. Mordí mi labios inferior.

—Porque lo haré otro día. —respondí— Hoy es nuestro día y no quería trabajar.

Itachi rodó los ojos y soltó una risa. Miró a la señora: —Perdónelo, señora Haruno, a veces es un poco distraído. Gracias por traer a su niña, yo cuidaré de ellos y me encargaré de que hagan su tarea bien. 

Se puso en cunclillas y  saludó a Sakura.

—Hola, pequeña. Pasa a la casa con Sasuke. Vamos a comer. 

—¡Itachi! —recriminé pero él me miró retándome. Gruñí— Hmp, ven Sakura. Te enseñaré mi casa.

Mi compañera sonrió asintió. Se despidió de su madre y dando pequeños brinquitos me siguió hasta el interior de mi casa. Le mostré la sala, el baño, el comedor y la cocina.

—¡Wow, Sasuke! Tu casa es muy linda.

—¿Quién está contigo, Sasuke?—preguntó mi mamá y asomó su cabeza— ¡Oh mi Dios! —dejó todo en el fregadero y corrió a nuestro encuentro— ¿Quién es esta preciosa niña? 

Sakura rio ante el extravagante saludo de mi mamá que se basó en un beso y un abrazo. Rodé los ojos.

—Es Sakura. Una... —ella me interrumpió.

—Soy la mejor amiga de Sasuke, señora. —hizo una reverencia— Gracias por recibirme.

—¡Por favor! Dime Mikoto, ¿si? —la pelirrosa asintió— Cielos, creí que dijiste que no tenías amigos, cariño. —se dirigió a mi ahora.

—Siempre dice eso. —volvió a hablar mi compañera— Pero somos los mejores amigos.

Sonreí con vergüenza.

—Excelente. Me alegra que así sea. Siéntense niños, ya les sirvo la comida. —le brindó una última sonrisa y regresó a la cocina.

Me quedé solo con Sakura por un momento en la mesa. Se sentó junto a mi y sacó algo de su mochila. Un tupper rojo, el de siempre y lo extendió a mi.

—¿Qué es esto? No tenías que traer tu propia comida.

—Es para el postre. —sonrió. Abrí la tapa y vi muchos tomates pequeños— Dijiste que era tu postre favorito, ¿recuerdas?

Y al final, el que ella fuera una invitada involuntaria y viniera a mi casa para hacer el trabajo no resultó tan malo.

Mi primer todo 》SasusakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora