In the paradise 33.

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Sentí mis mejillas se tornan rojizas y me acerco a él para abrazarlo. Michael besa mi frente.

—¿Tienes hambre? —Me pregunta y asiento. —¿Qué te apetece cenar?

—Sorpréndeme. —Le sonrío.

—Bien—Sonríe.

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Michael hace la silla hacia atrás para sentarme y me siento enseguida. La mesa estaba en el aire libre, la brisa estaba fresca y lo miré riendo leve.

—¿Qué sucede? —Pregunta contagiado de mi risa.

—Bueno... Nunca había comido toda mojada. —Le sonreí, mientras las señoritas servían nuestros platos. Él sonríe y destapa la botella de vino.

—Bueno, probablemente yo tampoco haya comido mojado, así que es nuestra primera vez. —Sonríe y sirve mi copa y luego la de él. —¿Sabes? Me siento tan bien de tenerte a mi lado—Dice tomándome de la mano. Y corazón bombea más rápido—Y... me siento tan afortunado de que hayas sido tú la mujer que vaya a estar por el resto de mi vida a mi lado, no podría pedirle nada más a la vida, porque me lo ha dado todo en ti. —Dice besando mi mano y mirándome serio, mis ojos se llenan de lágrimas— Y sé que no soy el hombre perfecto, y muchas veces siento que no te merezco, has hecho que mi vida se llene de color... y de vida. Me acompañas en los momentos difíciles sin pedir nada a cambio y me amas sobre todas las cosas, yo te amo por sobre todas las cosas y sé ahora que no quisiera vivir una vida sin ti, Elizabeth Hamilton. Así que quédate siempre.

—Te prometo que siempre voy a estar a tu lado. —Le sonreí.

Comimos durante media hora, conversamos tanto y sentía que podría quedarme así por el resto de mi vida con él, sin importar nada.

—¿Me permites que te deje un momento? —Me pregunta—Necesito tomar un baño urgentemente, la arena se metió a partes que no debería—Comienzo a reír y asentí.

—Seguro, disfruta tu baño. —Le digo.

—Gracias, mis partes nobles te lo agradecen. —Sonríe y se levanta besándome la frente. Michael le hizo una señal a Bill y él asintió. Después el desapareció por las cortinas de la habitación, el atardecer se estaba poniendo y me levanté, caminando al barandal me recargué y observé la puesta de sol... hasta que una idea atrevida se me metió en la cabeza, mordí mi labio y sé que mis mejillas se sonrojaron.

Dudé un par de veces, mirando por donde Michael hace un rato había desaparecido, respiré profundo y caminé a la habitación, cerrando la puerta detrás de mí. Mi corazón bombea tan rápido por la adrenalina.

El agua cayendo se escuchaba aún. Me acerqué a la puerta del baño y la abrí lentamente, cerrándola detrás de mí, el agua caliente producía vapor el cual empañaba los cristales de la bañera donde Michael estaba bañándose, impidiéndome ver con claridad.

Desabroché mi vestido, dejándolo caer por mis piernas y dando un paso fuera de él, retiré mi ropa interior enseguida, él ni siquiera se había dado cuenta de mi presencia mientras cantaba levemente. Abrí el cristal de la bañera y la cerré levemente. Lo abracé por detrás y besé su espalda, la piel de Michael se erizó al sentir mis manos, se giró con una sonrisa leve. —No me pidas que me vaya, porque no lo haré. —Le dije y lo besé en los labios, sus manos me abrazan y me pegan a su cuerpo.

—Nunca lo haría. —Me dice en un susurro mientras el agua escurre por nuestros cuerpos desnudos.

Las caricias de Michael divagan por mi cuerpo y me hacen volverme loca. Después de unos minutos que nuestros labios se unían y separaban. Michael se separó buscando un poco de aire. —¿Quieres que vayamos a la cama? —Pregunta algo a penado y luego se cubre el rostro—Arruiné el momento romántico ¿cierto? ... ¡Que idiota!

Neverland | EspañolWhere stories live. Discover now