In the paradise 24.

181 19 2
                                    

Estaba recargada en el balcón de Michael, la noche era fresca y tan oscura como siempre, las estrellas adornaban el lindo cielo oscuro, y el prominente viento movía mi cabello, tenía mi pijama puesta y aún así mi piel se erizaba.

Me puse a pensar en las palabras de anoche de Michael frente a su familia, fue muy valiente, no hemos hablado desde que estuvimos en el baño, no he podido dar las gracias después de todo.

La casa se sentía tan silenciosa desde hace unos días, me faltaba su sonrisa y que me hablara de sus sueños, de lo mucho que quería cambiar el mundo, de su música e incluso de lo que no le gustaba.

Realmente lo extraño, creo que los dos estamos tomando un tiempo, para aclarar nuestras mentes, no ha sido fácil aplicarnos a las nuevas cosas, y ahora que ya nadie nos sigue para escribir lo que estamos haciendo o diciendo.

Suspiré y entré a la habitación. Acomodé mi cabello y toque la puerta de Taylor, nadie me contestó así que decidí entrar, no había nadie.
—¿Taylor estás en el baño?—Toqué la puerta y no, la abrí y ella seguía sin aparecer.

Bajé las escaleras, y estaba tan vacía y silenciosa ¿Donde estaban todos?

Caminé por el corredor que me llevaba a la sala y escuché música. Me coloqué en la puerta sobre el marco y lo vi sentado.

Michael vestía unos pantalones rotos en color negro y sin su camisa, con una botella de Champaign en la mesa frente a él y una copa en sus manos.

Procuré mirar lo algunos segundos sin hacer un mínimo ruido, después de todo admirarlo siempre me daba paz, y me hacía olvidar todo.

—Luces tan tímida desde ahí, tan simple con una pijama y tan linda como la noche—dice sin mirarme.

Sentí como mis mejillas se tornaron rojas y agaché la mirada por pena.

—¿Alguna vez, vas a decir todo lo que tus lindos ojos gritan, o solo me permitirás verlos brillar?—Dice. Realmente sus palabras me extrañan y más si se dirigen a mi.— Acércate por favor...—Dice mirándome esta vez.

Mantengo su mirada brillos a y me acerco, el estira su mano y la tomo, haciéndome sentar en su regazo.

Me sonríe,sin embargo me hace sentir diferente y algo confusa.

—Te ves tan linda esta noche. Como todas las noches anteriores desde que te conocí.—Sonríe y se torna rojizo.

No puedo evitar sonreír y sonrojarme de la misma manera.

—¿A que se debe todas esas lindas palabras?—Digo al fin.
— A muchas cosas, es decir, a tu compañía, a que soy afortunado en tenerte aquí, a la belleza de persona que eres, y a lo que me dijiste anoche en el baño de mi madre...

Acaricia mi mejilla.

—Michael, yo no debí decirte lo, yo no quería hacerte sentir mal o a qué te compadecieras de mi yo...

—Shh...—Dice poniendo su mano en mis labios y acariciando los.—No digas eso —su mirada estaba puesta en mis labios, como si fueran una cosa extraordinaria— Tus palabras me hicieron pensar en todo, solo necesito que me digas lo que me dijiste anoche, esas cuatro palabras.

Mi corazón estaba latiendo muy fuerte, no podía creer que estaba diciendo me todo esto.

—Michael...

—Por favor, necesito oírlas.—Dice mirándome a los ojos, su mirada era diferente y sus pupilas estaban dilatadas.

—Estoy enamorada de ti...—Dije con pena y su mano de aferró a mi cintura, y baje la mirada.

—No sabes cuánto significan esas palabras para mi—Dice y toma mi barbilla para que lo miré.

Cuando nuestras miradas estuvieron fijas en uno al otro, sus labios besaron mis labios tan cálidamente, y su mano en mi cintura me acercaba más a él.

Lo abracé del cuello y lo besé de igualmente.

—Te amo, Beth.—Dice cuando nuestros labios estaban separándose de nuestro largo beso. Mirándome con sus lindos ojos brillo dos.

Lo miré con los ojos cristalinos, y con mi corazón golpeando mi pecho. De fondo se escuchaba la canción "Stand by me de Ben E. king"

—Estuve pensando en tus palabras toda la noche, y confirme que te amaba hace un par de meses me enamoré de ti, como loco, y temía que me rechazarás, pero ayer que me dijiste que estabas enamorada de mi, todo mi mundo se iluminó... y no encontré las palabras correctas para decirte lo mucho que estaba enamorado de ti....—Dice limpiando las pequeñas lágrimas que caían por mis mejillas— Cuando dijiste que te irás sentí mucho miedo de perderte, un miedo que nunca había sentido jamás...

Sonreí y acaricié sus mejillas.

—Por favor no te vayas, quédate a mi lado, y sigue haciéndome el hombre más feliz del mundo—Dice con la quijada tensa y mirándome con sus lindos ojos negros.

Negué.

—No, me iré, te lo prometo—Dije y lo tomé con mis manos para besarlo— también te amo Michael.

Sonrió entre el beso, y siguió besándome.

—Quiero que lo nuestro sea oficial, quiero estar contigo...—Me mira con los labios rojizos de tanto besarlo.

—Yo te amo y estaré contigo, quiero estar contigo.— acaricié su cabello y me siento ahorcajadas.

—Para siempre, amor...—Dice y saca una caja chiquita con un forro rojo, y la abre, descubriendo un lindo anillo de compromiso— Beth ¿Te casarías conmigo?

Mi corazón de detiene unos segundos, y quiero llorar, quiero llorar de felicidad, no podía creer que esto estaba pasándome, no podía creerlo.

—¡Si, quiero casarme contigo, Michael!—Dije emocionada y lo rodee con mis manos en su cuello y lo besé repetidas veces—¡Te amo, te amo, te amo!

El no pudo evitar sonreír y me abrazó, respondiéndome todos mis besos.

—Me haces sentir el hombre más feliz y el más afortunado en todo el mundo, Beth.—Susurra en mi oído y lo miró.

—Muchas gracias Michael... —digo con las mejillas empapadas de lágrimas.

El colocó el anillo de plata con diamantes en mi dedo que conectaba a mi corazón.

—De nada futura señora Jackson, gracias por hacerme feliz. —Besó mi mano y sonreí.—¿Me permites esta pieza?—Refiriéndose a la canción que estaba de fondo.

Con una sonrisa asentí.

Me levanté de sus piernas, y Michael regresó la canción.

Me extendió su mano para que la tomara y así lo hice, su mano se colocó en mi espalda baja y la otra en mi cintura, yo rodeé mis manos en su cuello y bailamos al ritmo de la canción.

—Está canción fue escrita para nosotros dos, mi amor—Me dice y besa mi frente, me recuesto en su pecho y dejo que la música nos guíe. El cantaba la canción para mi, en mi oído, me hacía la mujer más feliz del mundo.

>>>

Después de unas cuantas canciones, brindamos por nuestro compromiso y por nuestro amor, bebimos del Champaign, y me recosté en su pecho, estaba ahorcajadas y el me abrazaba acariciando mi espalda.

—Me haces la mujer más feliz del mundo...—Dije sintiendo sus latidos y cerrando mis ojos por el cansancio.

Neverland | EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora