ARISTÓTELES

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Temblaba de manos y piernas cuando llegó al lobbie de aquel hermoso hotel, a demás tenía la impresión que su corazón saldría de su pecho de un momento a otro debido al esfuerzo causado por su estúpida idea de bajar por las escaleras en lugar de utilizar el elevador. Había huido de la habitación donde se hospedaba luego que Bruno se arrodillara frente a él y le pidiera matrimonio, lo dejó hincado en medio de la habitación, con la pequeña cajita del anillo extendida hacía él en su mano y con una expresión en su rostro de no poder creer lo que estaba ocurriendo; ahora que lo pensaba un poco, ni siquiera se había molestado en ver el anillo, simplemente permitió que el pánico lo invadiera y que sus piernas comenzaran a moverse por si solas hasta llevarlo fuera del hotel, no se detendría a pesar de los gritos de Diego y de Ramiro para que lo hiciera.

Se sentía engañado por todos y victima de una encerrona orquestada por Bruno y los dos traidores que consideraba sus amigos. Estaba demasiado seguro que entre los tres habían planeado todo para que Bruno le pidiera matrimonio al llegar a Paris y que la historia de que sería Ramiro quien se lo pediría a Diego sólo era una treta para convencerlo de viajar junto a ellos. Ya le parecía muy extraño que Diego se enterará tan fácilmente de los planes de Ramiro y que este le confiara semejante secreto a él, conociendo lo cercano que eran entre ellos dos.

Estaba enojado con Bruno por haberles arruinado el viaje a todos en menos de veinticuatro horas. Porque quién propone  matrimonio estando en una relación  de mierda parecida a una montaña rusa mal diseñada, una que se encuentra repleta de caídas, curvas demasiado cerradas y giros de vértigo y aún peor, quién lo hace justo en ese momento, cuando están a punto de tener sexo, porque no lo podía negar, en ese momento, lo único que necesitaba era que Bruno se lo follara, y a partir de ahí ver como se desarrollaban las cosas.

Sin saber por qué lo hacía, corrió en dirección al último bar donde habían estado esa noche, caminó por instinto, como si fuese atraído por una fuerza invisible.

Se acomodó un poco la ropa algo desaliñada luego de correr un largo trecho y peinó un poco sus rizos antes de entrar; él no era de beber tanto pero la situación así lo ameritaba, por lo que se sentó en la barra y pidió una botella de Mezcal al cantinero quien sólo se limitó a mirarlo con cara de no comprender lo que le estaba pidiendo por unos segundos, para luego girarse y atender otros pedidos ignorando al rizado.

Desde que había salido del hotel su teléfono no había parado de sonar por lo que fastidiado por la molesta y constante vibración dentro del bolsillo de su pantalón, decidió apagarlo.

A esa hora el bar estaba ya un poco menos lleno por lo que podía estar tranquilo en la barra, volvió a pedir la botella de Mezcal esta vez en un perfecto ingles, agradecía a Pancho que le hubiera insistido tanto en tomar el curso de inglés, ya no recordaba las veces en que lo había sacado de aprietos poder comunicarse en otro idioma; el cantinero que lo había ignorado con anterioridad le respondió que sólo contaban con tequila, así que pidió la mejor botella que tuvieran, tomó tres tragos seguidos antes de sentir que no tenía ni la menor idea de lo que podía hacer en su situación actual, en realidad hacía años se sentía a la deriva, dejándose llevar por las corrientes de la vida, sin tener un objetivo aparente. No quería regresar a la habitación, no en ese momento, no con la cabeza repleta de ideas conspirativas, no sin antes escuchar las excusas de Diego y Ramiro.

Se había bebido la mitad de la botella cuando sintió una mano posarse sobre sus hombros y una voz poco conocida le hablaba --¿Tu es revenu pour te battre?* --escuchó decir al mismo sujeto que le había estado buscando pelea al salir del baño esa misma noche. Lo pudo identificar por su cabello despeinado y por el grado de locura que se reflejaba en sus ojos de un hermoso azul claro.

--No te entiendo nada amigo --tuvo que aceptar, lo dijo en español intentando sonar más convincente.

--Te pregunta si regresaste para buscar pelea --dijo una suave pero firme voz a su otro costado.

AdicciónWhere stories live. Discover now