ARISTÓTELES

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Nota 0
Si no has leído el capitulo "CUAUHTÉMOC" aún no leas este, pasa un capitulo atrás.

El chico se secó la única lágrima que cayó por su mejilla al entrar al cuarto de Temo y ver toda la ropa revuelta en la cama y las puertas del closet abiertas de par en par.

Su hermanito, de pie junto a el no paraba de llorar, haciendo que Aristóteles se sintiera cada vez abrumado por todo lo que iba pasando de golpe. Se sentía en caída libre y sin nada que amortiguara el golpe al llegar al fondo.

Cerró todo y subió a su departamento, en su cuarto tomo el poco dinero que tenia en su escritorio, se puso un abrigo y luego buscó otro para Arqui. Sus ojos ardían al intentar contener el llanto que se negaba a dejar salir y que contenía desde la tarde al ver a su abuela y a Gabriel ser sacados del departamento. Cerró todo y salió a la fría calle.

El taxi tomó por un área de enormes casas lujosas, conocía la dirección, la había escuchado una tarde "sin querer". Pagó al bajar del vehículo y con su hermano en brazos aún en llanto tocó desesperado la puerta hasta que abrieron.

--¿Sucedió algo? --preguntó Susana al verlo desecho ante su puerta con el niño en brazos, sin tener idea de que hacer.

Doña Crisanta tomó a Arquímedes de sus brazos y se lo llevó dentro.

Aristóteles justo en ese momento se derrumbo, sintió como el último gramo de fuerza se le escapaba, cayó de rodillas en la entrada y a pesar de que su tía era casi una desconocida, se olvido del orgullo y comenzó a llorar tal como lo hacia su hermanito.  --¡Los balazos, mi abuelita y Gabriel! --sollozaba --¡fue mi papá, mi papá! --repetía entre sollozos cada vez más fuertes, como si la primera vez Susana no hubiese entendido --y Arqui no dejaba de llorar y no sabía que hacer, lo siento por venir --y otra marejada de sollozos se hicieron presentes.

A pesar de que Susana estaba al tanto de lo que estaba ocurriendo en su familia, lo dejo sacar todo ese dolor, que sospechaba, no sólo era debido a los sucesos acaecidos aquella tarde. Si no, el conjunto de penas que de seguro su sobrino había estado acumulando desde hacia mucho tiempo y que por orgullo o verguenza no se había dado el privilegio de sacar.

--Ven, acá afuera aún hace frío --dijo su elegante tía que mantenía su impecable peinado, a pesar de recién haberse levantado de la cama. Lo ayudo a levantarse y lo condujo con un abrazo hasta la cocina, donde Crisanta, con su sabiduría de abuela, había logrado hacer dormir a Arqui, le dijo que lo llevaría a su cuarto ha dormir con ella, mientras, él hablaba con su tía.

--Siento que aún hay más --dijo Susana, poniéndose a preparar un té para calmarle un poco los nervios a Aris y de paso calmar los suyos. Se sentó frente a el, mirándolo a los ojos, escrutando en su interior como si fuera capaz de encontrar lo que lo apenaba para extirparlo como si fuera un tumor.

Aris se mordió un labio intentando contener el llanto pero cuando sus ojos se empañaron totalmente ahogados en lagrimas, lo volvió a hacer, se recostó en la mesa intentando ocultar su rostro de la mirada penetrante de su tía.

--Tranquilo, esto quedará sólo entre los dos --le acaricio la espalda, soy tu tía, puedes confiar en mi.

--El se fue, no contesta las llamadas --dijo por fin --Temo se fue, me abandono.

--¡Ay, Santísima Virgen! ¿Pancho ya lo sabe? --preguntó alarmada.

--Nadie me contesta el teléfono --respondió sacando la cabeza de entre las manos.

AdicciónWhere stories live. Discover now