GABRIEL

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Temo y Gabriel, habían hecho buenas migas en aquellas cortas dos semanas.

Para Temo, era algo nuevo tener un amigo sin que hubiera un interés sentimental de por medio. Con Diego, en Toluca, y ahora con Aristóteles, en Oaxaca; había existido ese factor. La diferencia, con el primero, se llevaba muy bien, con el segundo...

Para Gabriel, era tener un amigo con quien hablar, ya que lo consideraba un chico muy maduro y centrado. Lo que le permitía platicar de temas que para otros chicos de su edad, resultarían aburridos. Tal era la confianza que se tenían que no tuvo que preguntar el motivo de que Aristóteles y él llegaran a los puños. Su sorpresa fue mayor al enterarse que no había sido una pelea en sí, más bien un solitario golpe que termino por separarlos de maneras que no tenían idea.

Tal vez fue el paralelismo en sus vidas lo que les permitió tener tan bonita amistad. Ambos huérfanos de madre y abandonados por sus respectivos padres, conectaron casi al instante.

Al principio no estuvo muy de acuerdo con Daniela, de que Temo trabajara con ellos, estaba tan acostumbrado a andar a sus anchas por la casa, sólo con un bóxer desgastado o sin nada; asaltar a Daniela en cualquier área, en cualquier momento, que Temo, trastocaba toda su rutina por las tardes. Pero una semana después, tuvo que aceptar que había sido la mejor idea. Aquel chico sin duda resultaba ser un gran apoyo.

No lo conocía mucho, ambos no habían interactuado tanto desde la llegada de los López al edificio. Tal vez algún saludo, más por protocolo que por amistad. Todo eso fue cambiando, mientras, pasaban los días y Temo entraba en confianza.

Una tarde, cuando se disponía a preparar la cena, recordó que había olvidado hacer las compras, resignado decidió buscar la leche en la nevera, tal vez y con suerte estaría en buen estado, tendrían que cenar por tercera noche consecutiva  cereal y de este no quedaba mucho ya. Cual fue su sorpresa que al abrir la nevera la encontró más o menos surtida, fue a la alacena y la encontró igual, en ese momento comprendió la ausencia de Temo por una hora aquella tarde. Aquel chiquillo se había encargado de hacer las compras y el en su distracción no lo había notado, por el contrario, lo que sí hizo en su lugar fue aprovechar y  entrar en el taller en busca de Daniela; para cuando Temo regreso ya ambos estaban bañados y entretenidos en sus cosas.

--¡Daniela quiere quedar embarazada!-- soltó un día de la nada, cuando llevaba a Temo de regreso al edificio.

--Serán buenos padres-- le contesto Temo sin saber en realidad que decir, lo había sorprendido aquel ataque de sinceridad.

--Creo que no podre hacerlo-- prosiguió, con la mirada puesta en el camino --hace meses que lo estamos intentando y no logro embarazarla, por lo que decidí ir a una clínica en secreto-- cada vez bajaba más la voz, por lo que Temo optó por apagar la radio. Definitivamente aquello era más serio de lo que pensaba en un inicio, hubiera preferido mil veces jugar a "encontremos un chico para Temo", que tener aquella conversación.

Temo vio como se estacionaba a un costado del camino para recostar su cabeza en el timón y echarse a llorar. --Soy prácticamente estéril, Temo, no sirvo como hombre-- gimoteó el adulto.

--Pero hay tratamientos, podrías intentar tomarlos o en todo caso, podrían adoptar-- dijo el adolescente colocando una mano en el hombro de Gabriel. Se sentía un poco inútil, Gabriel lo había consolado tantas veces, cuando la tristeza le ganaba; que ahora cuando su amigo lo necesitaba no tenía la mínima idea de que hacer. 

--La perderé cuando se entere-- y en un movimiento repentino abrazó a Temo, tomándolo por sorpresa --No sería justo que adoptemos, cuando ella no es la del problema-- sollozo.

--Dani te ama, Gabriel, nunca te dejaría. Lo sé, lo noto en como te mira-- contestó algo incomodo, sobre el hombro del adulto.

Diez minutos después, Gabriel dejaba al chico frente al edificio, lucia más tranquilo, incluso en su rostro había una sonrisa que por días no mostraba. --Dame unos días, déjame pensarlo-- dijo el chico  antes de salir del auto, aunque ya sabía cual sería su respuesta.

Con Temo rondando por la casa, era más sencillo todo. El más beneficiado sin  duda era Gabriel. Que de un día para otro tenia mejor organizada la agenda de eventos a trabajar.

--¡Por Dios!-- gritó una tarde desesperado, el evento más grande a organizar estaba a unos días de celebrarse y el número de teléfono de la florería en Ciudad de México, no aparecía; por pedido expreso de los dueños del evento, necesitaban un tipo de flor rara que sólo aquel establecimiento podía ofrecer. --¿No lo has visto?-- le preguntó cuando lo vio aparecer por la puerta con su gran sonrisa, intentando ocultar la tristeza de sus ojos y que sólo él había aprendido a reconocer.

--¿Qué cosa?-- preguntó el chico, no sabía de que hablaba su nuevo amigo.

--No he hecho el pedido de las flores para el quinceaños del próximo fin de semana-- decía mientras revolvía los papeles ya revueltos en su escritorio.

--¿El quinceaños de los Covarrubias?

--Si esos meros, si no les cumplo, me hundirán el negocio conmigo dentro-- se rascaba la cabeza y volvía a tomar los papeles para volver a buscar en ellos.

--Gabriel-- dijo Temo, tomándolo de las manos para que se tranquilizara. --El número está aquí-- tomo el epad, marca Mapple, y deslizó su índice en la pantalla para luego pulsar varias veces sobre ella. --El pedido lo hice hace seis días, cuatro mil quinientas rosas blancas de bordes rojos y mil lirios blancos. Aquí está el comprobante-- dirigiendo la pantalla hacia Gabriel para que el adulto corroborara  que era cierto

--¿De verdad? ¡oh, Temo, en realidad no sé que haría sin ti!-- dijo aliviado Gabriel, le dio un fuerte abrazo y un beso en la frente. Ya era casi costumbre ese tipo de acercamiento entre los dos.

--Hundirte con todo y negocio-- bromeó Temo, mientras se tiraba en uno de los sillones. --Una representante de la florería vendrá en persona desde Ciudad de México a traerlas. Dijo llamarse Paulina, tenía una manera algo extraña de hablar-- decía el chico, mientras, jugaba con uno de los cojines, le había dado forma de sombrero y se lo puso en la cabeza cuando determinó que tenía bonita forma. --Oye, ¿y la música? No has dicho nada sobre eso-- dijo con una mano en el pecho, simulando una pose característica de Napoleón que había visto en una imagen de su libro de historia.

--¡Cierto! Se me había olvidado contarte-- dijo --el hermano de la chica es DJ. Es el mejor de todo Oaxaca y aledaños.-- Comento Gabriel, con una sonrisa al ver las monerías del chico.

--¡Mis cojines no son para jugar, te lo he dicho!-- dijo Daniela antes de tomar el cojín sobre Temo y darle un golpe con el.

--¡Auch! No tan fuerte Dani-- se quejo Temo.

--¿De que hablan mis hombres?-- preguntó Daniela mientras se sentaba al lado de Temo, le pasaba los brazos sobre los hombros y lo apretujaba contra sus pechos.

--No, Daniela, suéltame, así no... ¡Gabriel, Auxilio! ¡Aaaagh! ¡Tus pechos, noooo!-- se quejaba, intentando zafarse del abrazo de la chica sin resultados.

--De que si no fuera por este niño, estaría frito con lo de la fiesta del próximo sábado-- contesto Gabriel, cuando pudo dejar de reír.

Temo, como era costumbre cuando recibía ese tipo de ataques, estaba dos tonos de rojo más arriba de lo habitual.
--Los acusaré por acoso-- dijo haciendo un puchero...

El sábado llegó y en el enorme salón de fiestas, Temo y Aristóteles se encargaban de acomodar sillas y mesas, y cargar con lo más pesado, mientras, Linda y Daniela se encargaban de la decoración; Gabriel, por otro lado, daba ordenes a los chicos que se encargarían de atender el bar y las mesas.

Todo parecía un caos en esos momentos, pero antes del medio día ya sólo faltaban las flores y el equipo que usaría el DJ.

--Bue-nas tar-des-- dijo una mujer de aspecto deprimente al acercarse a ellos, en un momento que habían tomado para descansar --Soy Pau-li-na le trai-go su pe-di-do de a-rre-glos de flo-res.

Gabriel hasta ese momento comprendió lo que le dijo Temo días antes sobre la manera de hablar de dicha mujer.
--Mucho gusto, mi nombre es Gabriel-- saludo a la escualida mujer. --Temo, Aris, comiencen a traer los arreglos-- dijo..

Nota
Bueno señores un capítulo de transición, como anécdota, este capitulo ni siquiera lo tenía planeado pero al escribir el anterior me di cuenta que sería interesante ver como era la amistad entre Temo y Gabriel. Me gustó escribirlo, espero que utedes disfruten leerlo. Ya que ha sido uno de los pocos que prácticamente se ha escrito sólo, como si ese par me hubieran dicho que escribir.

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