V E I N T I D O S

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Lola; 

-Y, contame más de acá, ¿conociste lindos lugares?- Pregunté en vano.

Por todos los lados donde Paulo había pisado, me mandaba una foto sin falta, y cuando no podía, me contaba con lujo de detalle cada lugar turístico que visitó. 

Era como un bebé aprendiendo a su alrededor, me encantaba la forma que tenían sus ojitos de brillar cuando veía algo que le gustaba, o algo nuevo. Amaba que siga teniendo esa linda inocencia, y a su vez, ser tan él. 

-¿Para qué preguntas? Sabes todo vos, loca- Dijo sonriendo. -Te conté cada cosa que visité, ¿sos tontita?

Lo abracé sin acotar nada más, sentía que las palabras sobraran, pero al mismo tiempo, no alcanzaban para explicar lo mucho que agradecía tenerlo de vuelta junto a mi, y con esa sonrisa que se le contagia a cualquiera. 

Mi mejor amigo me había hecho olvidar lo que Valentín me dijo días antes, cuando me estaba por tomar el avión que me traería hasta acá. Aún me dolía el corazón de pensar en lo que había soltado la boca de Valen, pero la felicidad que me inundaba al estar cerca de Paulo, superaba cualquier dolor. 

Seguimos abrazados, él con sus manos rodeando mi cintura, mientras que mi cabeza reposaba en su pecho, escuchando su corazón latir. 

Estaba en paz, y agradecía eso. Tantos cansancios mentales, la universidad que me consumía cada vez que podía, y sumándole a mi sentimiento por mi ex, pedían a gritos un descanso, y no hay mejor momento de paz que no sea con Paulo. 

Este pibe te hacía sentir bien con solo hablar y permitirte escuchar su acento cordobés tan cerca, sus locuras de niño pequeño te hacían reír y sus ojitos chiquitos al sonreír te hacen sentir que no hay otro lugar mejor que no sea a su lado para ser feliz. 

Por algo era mi mejor amigo; Porque me hacía la mina más feliz del mundo, me aconsejaba mejor que nadie lo hizo nunca, ni mi familia. Y encima, siempre aparece justo en el momento para ayudarme. 

Lo quería mucho. 

-¿A quién?- Preguntó repentinamente Paulo. 

Achiné los ojos sin entender a que se refería, quedé segundos en silencio analizando su oración y por acto reflejo, mis mejillas se sonrojaron.

-¿Pensé en voz alta?- Le pregunté sacando mi cabeza de su pecho y mirándolo desde abajo. 

Asintió con una mini sonrisa y yo levanté mi cara para poder dejar un beso en su cachete. 

-Que pelotuda- Reí y él comenzó con sus caricias en mi pelo sin que se lo pidiera. Otro punto para Paulo. -A vos te quiero mucho, sos especial, ¿sabías? Siento que no hay más palabras para decirte, porque ya te dije todo lo que me hacías sentir

Él me miró y comenzó a repartir besos por toda mi cara, primero por mi frente, luego por mis cachetes y por último en la punta de mi nariz. 

Frenó cuando sin pensarlo, sus labios quedaron a centímetros de los míos. Se creó un ambiente incómodo, yo me removí en su pecho para romper la poca distancia que se había formado entre ambos. 

Él tosió de forma incómoda, a lo cual yo me reí nerviosa escondida en su pecho. El cordobés me apretó aún más en su pecho, y sentí el poco aire correr por mis pulmones. 

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-No te vayas, por favor, no te vayas- Dije mirándolo a lo lejos.

Valentín aún estaba parado en aquella esquina, donde nos prometimos amarnos. Él comenzaba a caminar sin rumbo, dándome la única visión de su espalda. 

-¡Valentín, volvé! Te necesito- Grité con todas mis fuerzas. 

Escuché una música de fondo, fruncí el ceño automáticamente, hasta que todo se vuelve borroso y una luz clara empieza a molestar en mi visión. 

Ahí lo entendí; Me había quedado dormida en el pecho de Paulo, quien ahora no se encontraba en la casa, seguramente estuviera en la discográfica con los chicos planeando su próxima canción.

Agarré en teléfono aún medio atontada y asustada por el sueño, en el cual me quedaba completamente sola y aquella persona, quien parecía entender como Valentín, estaba alejándose de mi, pero no parecía él. No era mi Valentín. 

Hablando de Roma, el rey se asoma.

-¿Qué pasó?- Pregunté al otro lado de la línea. 

Un silencio inundó la llamada, hasta que escuché una puerta cerrarse y las risas de los chicos. 

Los extrañaba a todos, extrañaba las constantes locuras de Amadeo y Bruno, ambos juntos son una explosión de espacio y tiempo, pero ambos seguían siendo mi adoración pese a todo. 

-Nada, sólo llamaba para preguntarte como la estabas pasando allá en los Estados Unidos- Dijo y su voz sonaba triste, pero con un leve destello de felicidad. -Los chicos te extrañaban- Acotó finalmente. 

-¿Si? Decile a ellos que yo también- Me acomodé en la cama contra la cabecera, y me rasqué el cuello buscando palabras para describir lo que estaba viviendo. -La pasé genial, desde que llegué. Paulo me trata lo más bien, y los lugares son hermosos

No sabía si esa respuesta iba a complacerlo, pero fue lo único que se me ocurrió de forma rápida, porque sé que odia que lo hagan esperar. 

-Che, hablando de los gordos, ¿las peleas interiores ya se calmaron?- Cuestioné. 

En este último tiempo Sebas y Mauro pelean cada vez más, se tiran palos por Insta, pero mi esperanza de que vuelvan a ser los de antes no cambia, sé que volverán a ser amigos. 

Neo y Duki los dos son dos personas con carácter fuerte, y a la primera de cambio ya se enojaron y es difícil "desenojarlos" luego. Ambos pelearon y por orgullo de uno y del otro, es muy complicado que vuelvan a ser los amigos de antes, pero aún se quieren. 

-Bien, están ahí ahí, pero bien- DIjo y sonreí. 

Mi fe no cambia y siempre permanecerá con esperanzas de que todo vuelva a lo de antes, a que mis amigos se quieran otra vez y en especial, que Valentín vuelva a quererme en su vida, pero con la diferencia de que esta vez, sea sin apuestas. 

-Te extraño, bebé- Dijo. -Volve

Negué con la cabeza, ¿este pibe escuchaba mis pensamientos?


Storm ; WosWhere stories live. Discover now