Capítulo 48

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Han pasado unos días desde nuestra escapada al bosque, quería salir de la ciudad para poder desahogarnos juntos de todo el ambiente revoltoso. Ahora estoy en el departamento de Dalia descansando, la noche la pasamos viendo películas y comiendo golosinas.

—No —murmuro Dalia sobre mi pecho, escondiendo su cabeza en la curva de mi cuello.

—Tienes que levantarte —repetí nuevamente.

Ella dio un ligero gruñido y pasó su pierna sobre mí estrujándome contra ella.

—Calabaza, más te vale levantarte.

Ella abrió uno solo de sus ojos y me miro con el ceño fruncido.

—Y si no lo hago. ¿Qué harás? —Levanto una ceja.

—Voy a hacerte cosquillas —aseguré.

Ella se encogió de hombros.

—¿Me estás retando?

—Yo...

Mi celular en la mesita de noche sonó, lo cogí y atendí la llamada.

—Alo —Esperé que respondieran.

—Tenemos un caso —escuché la voz de mi padre del otro lado—. Y no solo eso.

—Tenemos evidencia que podría probar el asesinato de mi madre —escuche la voz al fondo de Eliza.

—Silencio —Pidió mi padre porque los murmullos al fondo de la llamada han aumentado—. Quiero que vengas a la panadería de Alonzo.

—Dame veinte minutos —Colgué la llamada y froté mis ojos.

—¿Quién era? —cuestiono Dalia al ver mi rostro.

—Mi padre, armaron un caso en contra de Ismael, vístete —Hice una pausa—. Te vienes conmigo.

Ella abrió mucho sus ojos y su boca hizo una pequeña «o» con los labios.

—Sí, señor —sonrió con gracia y algo de burla, haciendo gestos militares.

—No quiero que estés sola aquí, si ellos de verdad tienen pruebas no sé qué tan peligroso es que te deje —Mi mente se hizo un nudo de pensamientos al pensar que la había regado—. No es que intente mandarte o controlarte, yo solo...

—Relájate, Capitán Garfio. Que el cocodrilo no viene por ti o acaso escuchas el «tic-tac» del reloj.

Negué con la cabeza.

—Entonces no te preocupes que tu barco no se hunde —Beso mi barbilla—. No entendiste el sentido en que lo dije.

Ella me dio una sonrisa y me sentí como la Caperucita viéndole los dientes al lobo antes de que se la comiera.

—«Te vienes conmigo» —repitió en el mismo tono de voz que use levantando sus cejas.

Inmediatamente lo noté.

—¿Cómo funcionan esos engranajes tuyos allí dentro? —señale su cabeza.

Ella empezó a reír.

—Tú solo le ves el lado oscuro de las cosas cuando así lo quieres.

—Fue la forma en la que lo dijiste —Se encogió de hombros—. Sonó sexy y demandante.

—Claro... —Levante mis cejas dándole un suave beso en los labios.

 —Levante mis cejas dándole un suave beso en los labios

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Una tragedia nombrada vida │ST 1│حيث تعيش القصص. اكتشف الآن