Capítulo 5

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—Te estás durmiendo en la parte más importante —murmuro Rebeca a mi lado

La miré de soslayo y luego a la profesora Lucia, que menea el lápiz que tiene en su mano una y otra vez frente a su cara, algo manchada por los años. ¿Qué decía? ¿Algo sobre la tesis? ¿De qué me perdí? Rebeca me miro acusatoriamente, yo no pude evitar reír un poco, ganándome una reprimenda de parte de la profesora.

—Amelia está fuera de la ciudad otra vez y no me dejo dormir con sus mensajes —Me excusé—. Además, tú también me enviaste más de un mensaje.

Pase toda la noche pasando apuntes por el celular, aunque por lo visto de esta clase, la que tendrá que pedir apuntes seré yo. Irónico, siempre he sido aplicada con mis estudios y debo pedir apuntes por quedarme dormida en clase.

—Señorita Da Fonte —llamo mi atención la profesora—. Preste interés a la clase, es importante que sepa de los temas a tratar, ya que va retrasada en muchas de las asignaturas.

Me limito a asentir, igual solo faltan dos minutos para que su clase acabe. Es hora de almuerzo y ya tengo ganas de entrar al cafetín. Seguro todos están pensando en comida en vez de prestar la debida atención a la clase.

Luego de una corta charla, al fin la clase se dio por terminada. Al dirigirme a la puerta, la profesora detuvo mi paso.

—Dígale a la señorita Amelia, que al llegar debe presentar tres pruebas de diferentes clases. Que llegue preparada —aviso la profesora.

Asentí de acuerdo, claro que le avisaré que está a punto de ser destruida.

—Es un placer tener estudiantes tan dedicadas como ustedes dos —comento ella.

Mi cara se deformó, aunque igual intente regalarle una sonrisa, agradezco que todos los profesores nos den su apoyo.

—Le pasaré el dato —Me limité a responder.

La profesora sonrió de acuerdo.

Al fin soy libre para ir a saciar mis ansias de devorar algo. Al entrar al cafetín, veo que ya se encuentra repleto de estudiantes de todas las facultades; ciencias, artes, ingeniería, historia, entre otras. Las facultades casi siempre terminan mezcladas a la hora de comer. Y todo se vuelve un desastre a la hora de regresar a las aulas.

Tome una bandeja y la señora detrás de la barra de comidas fue colocando en esta la comida del día. Ensalada con pollo y papas. Tomé un jugo de cartón—de esos, los de niño de preescolar—sabor naranja y me senté en una mesa que se encontraba vacía. Rebeca se sentó a mi lado y Jackson—apellido desconocido—al frente. Es nuestro amigo, pero aún no descubrimos si es estudiante de la universidad o si solo viene para presenciar clases.

—¿Y ricitos de oro? —cuestionó él metiendo unas papas a su boca.

—Fuera de la ciudad, otra vez.

—Esa niña. Los exámenes se la comerán viva —murmuro Rebeca acuchillando a muerte el pollo de su plato.

Si aún queda algo de vida en esa pechuga, ella se ha encargado de asesinarla por segunda vez.

Rebeca es hermosa, de piel morena, ojos pardos, cabello oscuro y ondulado, y también una salvaje a la hora de comer. Sus padres son comerciantes de implementos médicos. De allí viene su afición por el área de salud, aunque ella quiere hacer una segunda carrera, que es química, obviamente. Ella ha pasado casi toda su niñez de aquí para allá junto a sus padres que participan en campañas de la cruz roja, con bastante frecuencia. Aunque ya que viajaban con ella, nunca fueron a un lugar demasiado peligroso o pasaron mucho tiempo fuera. Solo iban a llevar medicinas, bueno, aún lo hacen.

Una tragedia nombrada vida │ST 1│Where stories live. Discover now