Capítulo 16

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Sobe mi frente por la jaqueca, el griterío, los murmullo y el olor a alcohol etílico. Lo peor no fue encontrar al hombre moribundo, sino la discusión de camino al hospital que tuve con Bastian. Donde se quejó de que si hubiese sido un fantasma nunca se lo perdonaría a Bárbara, yo intente ignorarlo lo mejor que pude. Aunque si hubiese sido un fantasma, como mínimo me hubiese quitado la prótesis para defenderme a batazos.

Por suerte Anne se encontraba de guardia nocturna cuando llegamos al hospital. ¿Es que ella vive en el hospital? O solo son ideas mías.

—Imposible de creer. Ni siquiera han durado un día fuera del hospital —murmuro para sí misma Anne, ya más calmada.

—Anne, déjalos, son jóvenes —sonrío Ricardo asomado detrás de la puerta, su rostro no es más que una mueca burlona.

Todos volteamos a verle porque está acompañado de mi madre, Anne frunció el ceño y lo apunto con una inyectadora.

—No sé qué haces aquí, pero voy a tranquilizarte. Estos niños trajeron a un moribundo intoxicado hasta la medula en alcohol —gruño Anne.

Ricardo le sonrió en respuesta nuevamente.

—Estoy aquí porque la Sra. Fraga me lo ha pedido. Y ella está aquí porque Anne le dijo que Carter está aquí y se asustó. Aparte de que necesitaba ver con mis propios ojos si en verdad estaban aquí —puntualizo entrando a la habitación.

—¿Estás bien? —preguntaron al unisonó mi madre y Anne.

—Todo bien —murmuro Dalia, con incomodidad, observando de reojo a su abuela.

Yo simplemente asentí en repuesta, mirando a mi madre.

—Gracias a dios —respondió mi madre—. Solo pase para saber eso. Me debo ir, ¿vienes conmigo?

Me negué.

—Bien, cuando salgas de aquí, no regreses —pidió mi madre en tono severo.

—Vale, ya todos nos lo han dicho —musité al verle salir del lugar.

—Nosotras nos vamos también —dijo Dalia.

Su abuela simplemente le observo en silencio y frunció su frente con algo de tristeza. Amelia le siguió a paso apresurado. Ambas chicas se fueron, pero antes se despidieron de todos—incluso de mí—Bastian dijo algo sobre volver a salir, pero nos negamos. Y Bárbara se encuentra sentada a un lado de Bastian mientras acaricia su cabello.

—Bastian, debo irme, ya se acabó mi guardia. Procura que, si despierta, la vía del brazo no se ruede para que el suero circule de forma correcta —pidió Anne.

Bastian la miro unos segundos y luego asintió.

—Yo también me voy —comento el doctor Salas riendo—. Griten si hay una emergencia. Y cuando salgan, esta vez no regresen.

—¿Está mejorando? —cuestiono Bárbara al aire, pero dirigiéndose a Bastian.

—Eso parece, solo está aporreado —murmuro Bastian.

—¿Por qué actúas tan raro? —cuestiono ella.

—Es el mirón —indiqué, por eso debe estar arisco.

—Lo siento... —susurro el hombre recostado en la camilla para luego guardar silencio durante varios minutos, su rostro tiene algunas magulladuras cubiertas por gasa y algodón; que contienen alguna clase de pomada—. ¿Dónde estoy? —balbuceo abriendo con cuidado sus ojos.

—Estás en el hospital —aseguré.

Se quedo en silencio.

—Creo que se durmió —comento Bastian observando al hombre cabeceando.

Una tragedia nombrada vida │ST 1│Where stories live. Discover now